Las patrias se han edificado desde el patriarcado, la matria es la bondad femenina de la tierra que se vuelve nuestra madre. En el mes de la Pachamama, aproximémonos a la Nación Q’ero y su estrecha relación con el cosmos andino de la mano de uno de los precursores de la antropología cusqueña y los estudios multidisciplinarios. Nos referimos a Óscar Núñez del Prado quien en 1970 publicara en nuestra ciudad “El Hombre y la Familia: su Matrimonio y Organización Político Social en Q’ero”.
El estudio tiene como antecedente, la emblemática expedición organizada por este notable investigador en 1955 en compañía de especialistas de la “Universidad Nacional del Cusco”. Esta iniciativa, estuvo ensombrecida por un hecho que el autor explica de esta manera: “Por cierto estado de tirantez, existente entre “La Prensa” y el gobierno de entonces, las autoridades locales, dispusieron impedir la salida de la Expedición. Es de suponer que en estas circunstancias, la realización de nuestros deseos, habría de cobrar contornos verdaderamente dramáticos. Por fortuna, pude contar con el valor moral y la elevada muestra de solidaridad que me dieron todos los integrantes del grupo, que sin excepción, y en gesto lleno de altura y lealtad, decidieron compartir conmigo, cualesquiera eventualidades y riesgos”.
Quienes lo acompañaron, escribieron grandes páginas de la historia nacional con su inteligencia y determinación. Dirigidos por el Dr. Núñez del Prado, Mario Escobar (geógrafo), Efraín Morote Best (folklorista), Manuel Chávez Ballón (arqueólogo), Josafat Roel Pineda (musicólogo), Luis Barreda Murillo (ayudante de arqueología), Demetrio Roca (ayudante de folklore), Malcolm K. Burke y Demetrio Tupac Yupanqui (redactor de “La Prensa”) partieron del Cusco un 24 de julio de 1955. En sus propias palabras: “Iniciamos ahora un largo y tortuosos descenso y a las 5 de la tarde del 27 de julio llegamos al pueblo que a cerca de 92 km de Paucartambo, nos habría de explicar el origen de su estirpe en el siguiente mito: “Era un tiempo en que no existía el sol, y moraban en la tierra hombres cuyo poder era capaz de hacer marchar a voluntad las rocas, o convertir las montañas en llanuras, con el solo disparo de sus hondas…”.
Aquí cunde la emoción porque nos habla de una de las primeras transcripciones del “Mito de Inkarí y Qollari”, el cual desde entonces, se ha repetido innumerables veces para estudios y publicaciones de diversa índole. El valor testimonial del libro que reseño en esta oportunidad, es sumamente valioso. Describe pormenorizadamente, la ruta que hasta la actualidad se sigue para llegar a Hatun Q’ero, retratando el medio geográfico: “Lo que podemos llamar el área de actividad Q’ero comprende tres niveles de altura. El primero entre los 4000 y 4500 metros que a pesar de ser la zona de habitación residencial, su población se distribuye en once localidades repartidas al pie de los nevados, y de las que son “Chuwa-chuwa” y “Qochamoqo” las más compactas con seis y ocho unidades, respectivamente.”
Para Óscar Núñez del Prado, hombres y mujeres q’ero… “Viven nutridos de tradiciones, leyendas y mitos que explican el mundo que los rodea, los orígenes del maíz, la coca, los animales; la génesis de su música y de su danza, que según ellos fueron copiadas del “kios”, ave que sirve de inspiración a muchas de sus canciones. Su poesía, sumamente hermosa, toma como temas fundamentales las bellezas de la naturaleza y se manifiesta en canciones que anualmente deben ser renovadas por un poeta designado oportunamente y difundidas con ocasión del “Chayampuy”, por el trovador que desempeña el cargo de “Apirinku”. Su observación del mundo sideral, le permite reconocer e identificar varios astros y constelaciones vinculados a su mitología y creencias. Guardan un conjunto de conocimientos que incluyen el manejo de los khipus o registros de anudaduras, por lo menos en tres variedades… En su textilería, muestra una considerable cantidad de recursos y técnicas, efectuando tejidos desde la simple bayeta a las formas más complejas del “pallay”, el “watay” o el uso de hilos torcidos en diferentes sentidos para impermeabilizar las telas y comunicarles una decoración al tornasol”.
El año 2013, José Huamán Turpo llevó a la pantalla grande su documental “Inkarri: 500 años de resistencia del espíritu inka en el Perú”. Sus 83 minutos reflejan los cambios culturales de este pueblo que representa la cultura viva y el amor por la tierra y la naturaleza que tanto sorprendió a los expedicionarios a mediados del siglo pasado. Durante este mes, veremos a los Q’eros en nuestra ciudad y por distintas provincias, brindando la magia de su filosofía y aquellos principios andinos que ayudarían a reconstruir esa patria llamada Perú.
¿Quién fue Óscar Núñez del Prado?
Gracias al “Diccionario Enciclopédico del Qosqo”, compilado por Ángel Avendaño y publicado por Municipalidad Provincial del Cusco en 1995. Podemos acceder a los trazos más resaltantes de su vida y obra.
“Nació el 3 de mayo de 1917 y
falleció en el Cusco el 18 de octubre de 1991. Estudió en el Colegio Nacional
de Ciencias y en la universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco donde se
graduó como antropólogo y profesó por más de 30 años diversos cursos de su
especialidad. Director del Instituto de Cultura del Cusco en dos oportunidades.
Sin duda fue el etnólogo más trascedente del Cusco en la primera mitad del
siglo XX. Sus estudios no solo fueron una inmersión en las profundidades de lo
quechua, también fue la palabra de un científico social cristalizando para los
tiempos venideros lo más valioso y fervoroso de los hechos culturales de su
pueblo. En Óscar Núñez del Prado se conjugaron vida y obra en una lección de
amor al Cusco: Nadie puede decir de esta obra de Núñez del Prado no he bebido.
Todos somos en cierta medida diásporas de sus afanes. Obra: “Medicina Popular”,
(1943); “Aspectos Económicos de Virú,
una comunidad de la costa norte del Perú”, (1947); “Chinchero: Un pueblo andino
del Sur”, (1949); “El Khipu Moderno”,
1950; “Exploración arqueológica en Racchi” (1950); “Problemas antropológicos del
área andina”, (1953); “Escritura de las lenguas aymara y quechua”, (1954) a la
limón con Oswaldo Baca Mendoza y Efraín
Morote West; “La muerte en chinchero,” 1960; “Ñawinchista Quicharisun”, (1964)
y Versión del mito del Inkarry en Q’eros (1964).”