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Viernes Literarios: Grandes Cusqueñistas

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De manera breve y puntual, quiero rememorar a personajes que sin haber nacido en el Cusco, entregaron a esta tierra su talento, inteligencia y compromiso. El tema es pertinente a raíz del reconocimiento realizado a César Aguilar Peña «Chillico» y al artista y mentor de numerosas generaciones Rolf Bertschat. Ambos fueron congratulados con la Medalla de la Alcaldía y son claros exponentes del sentimiento cusqueñista en el Perú contemporáneo. A principios del siglo pasado, al joven Albert Anthony Giesecke, (Estados Unidos, 1883 – Lima, 1968), se le confió el rectorado de la Universidad del Cuzco hoy conocida como la UNSAAC. Con tan solo 26 años, tras la Huelga Universitaria de 1909,  realizó una reforma trascendental entre 1910 y 1923. Junto a Cosme Pacheco y José Gabriel Cosio, en palabras de Julio Gutiérrez Samanez: “Fundó, animó y orientó la Revista Universitaria, poniéndose en contacto con todo el mundo a través del canje, de ese modo enriqueció y modernizó la Biblioteca Universitaria, realizando una renovación intelectual y material del claustro”.

Un cusqueñista sin precedentes en vista de que también fue electo Alcalde del Cusco. Introdujo nuevos métodos y técnicas de enseñanza, así como las prácticas deportivas entre sus alumnos. Organizó el Museo Arqueológico y fomentó los estudios sociológicos de la región realizando censos y estudios con el apoyo de sus alumnos. Entre esos jóvenes encontraremos a otro cusqueñista nacido en Moquegua, Luis Eduardo Valcárcel (1891 – 1987).

Valcárcel fue historiador, antropólogo y gestor de la corriente indigenista. Tomó parte de la Reforma Universitaria en 1909 y no sólo fue miembro del comité de huelga sino también secretario de la Asociación Universitaria Cusco, donde se fundó y editó la revista La Sierra dirigida por José Ángel Escalante. Desarrolló una profusa actividad académica y es considerado “patriarca de los estudios sociales en el Perú y fundador de la etnohistoria”. El Cusco, retrató sus investigaciones con innumerables publicaciones, tal cual su maestro el catedrático Giesecke.

Horacio Villanueva Urteaga (Cajamarca, 1918 – Cusco, 2004), es otro de los grandes cusqueñistas. Entregó su trabajo, vida y obra a nuestra tierra. “Aunque nació en Cajamarca, bien podemos decir que Villanueva es cusqueño por su propia elección. Es cierto que ha dedicado varios estudios al norte peruano (…), pero éstos sólo representan un mínimo porcentaje dentro de una obra muy basta casi en su integridad dedicada a cuestiones cusqueñas. A Villanueva le debemos originales contribuciones para la historia de la enseñanza y la cultura de esa región…” dice Pablo Macera en el prefacio al libro “CVZCO, 1689” publicado  en 1982.

Para Ángel Avendaño “…es probablemente el historiador contemporáneo, que desde el Qosqo, ha construido una de las obras históricas más importantes y sólidas, hito insoslayable en la historiografía peruana de todos los tiempos. Su producción bibliográfica abarca una treintena de libros y algo de 200 ensayos cortos publicados en revistas nacionales y extranjeras de la especialidad. A los 74 años de edad, Horacio Villanueva continúa trabajando con el denuedo de sus mejores plenitudes, empeñado en restituir la memoria colectiva del Qosqo, desde los datos silenciosos y escondidos de los documentos históricos y desde los centones informativos…” (Historia de la Literatura del Qosqo, Tomo II, pág. 514. Cusco, 1993).

Jorge Cornejo Bouroncle, llegó con apenas 17 años de edad e hizo del Cusco su hogar como también el crisol de todas sus publicaciones y esfuerzo donde destaca la constitución del Archivo Histórico Regional. Para Avendaño: “Cornejo Bouroncle era dueño de una verba demoledora y contundente. Por su palabra respiraban los hechos de la historia peruana con toda su sublevante realidad, con sus máscaras y sus ritos, con sus caudas de engaños y con los gastados mitos de sus grandezas… desmenuzaba a troche y moche ante el delirio de sus alumnos y el estupor de los “patriotas”.

Sus clases eran las pesadillas de los conformistas, la desazón insomne de quienes querían cátedras asépticas, inodoras e incoloras que mantuviera a la universidad lejos del pueblo.” Otro artista que amó al Cusco y su ascendencia telúrica fue José Arnaldo Sabogal Diéguez (Cajamarca, 1888 – Lima, 1956). Como pintor nos ha legado una corriente artística que revolucionó la sociedad peruana en el siglo XX, el indigenismo. Residió en el Cusco para estudiar nuestra cultura e historia, su huella se puede apreciar en el derruido Hotel Cusco. Inevitablemente, este artículo debe continuar.

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