Desde hace una semana inicié un periplo por Bolivia con la Juntada de Poetas de Sur. Descubrí ciudades hermosas que al igual que el Cusco concentran historia, literatura e identidad. Conocer la ciudad de El Alto, La Paz, Sucre y Tarija me permite afirmar que nuestra alma latinoamericana tiene distintos rostros pero estamos unidos por una misma historia y preocupación: el futuro. Un futuro establecido desde la cultura y la memoria de nuestros pueblos. Hace poco menos de 200 años nuestros países emprendieron un camino a la independencia que continúa todavía.
Esta revolución proviene hoy desde la palabra y la poesía vinculando nuestros países. Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Bolivia y Argentina tienen en común la columna vertebral de los Andes a los cuales debemos el carisma y espíritu de nuestras naciones.
Los Poetas del Sur, comprendemos que es necesario dar vida a la palabra escrita desde la identidad de nuestros pueblos. Para Oscar Puki Gutierrez (Santa Cruz), se va “construyendo una telaraña de afectos, discursos y encuentros imprescindibles para humanizarnos”. Harold Beizaga (Sucre), por su parte afirma que “es un privilegio toparse con las propuestas creativas de cada autor que retrata su nación y por ende el mundo”. La poeta y periodista Ada Zapata (Cochabamba) subraya la importancia de interactuar y compartir con representantes de países vecinos, lo cual motiva seguir “bregando y luchando con la palabra poética y la posibilidad de acceder al mundo cultural de otros países encarnado en sus autores”.
Proveniente de Zamora – México, el poeta mayor Roberto Resendiz nos dice que se encuentra convencido de que “estos festivales son mejor pretexto para tener nuevos amigos y conocer otras ciudades siendo la poesía la que nos hace coincidir a través de la palabra que perdura”. Para Héctor Monsalve (Chile), “de alguna manera los lugares te van invadiendo y te transforman, en Bolivia ha sido increíble el viaje”.
Cómo no recordar al gran poeta tarijeño Julio Barriga cuando nos dice: “He caminado por la orillas del Guadalquivir, faz de plata, ferozmente dispuesto a la estupidez o a la melancolía, y vi en sucias acequias flotando condones usados y perros muertos, el cauce encajonado entre millones de dólares y sin embargo eran ellos los árboles desnudos del invierno y las gaviotas chillando su desolación en el polvo de oro que la luz del atardecer tamizaba”.
Mi maestro, el dos veces ganador del Premio Nacional de Poesía en Bolivia, Jorge Campero (a quien tuvimos la suerte de tener en Cusco), valoró que gracias a festivales de este tipo “se abren corredores culturales hacia otros países lo cual permite visibilizar nuestra poesía más allá de las fronteras”. Me hubiese gustado retratar el parecer de cada uno de los poetas participantes en esta cruzada literaria, pero una página no concentra el caudal de experiencias y aprendizajes vividos en este viaje. Sin embargo, siendo el Mes de las Letras en todo el mundo es importante recordar por qué es vital la poesía para cada uno de nosotros.
Yo estoy vivo gracias a ello y no vivo de la poesía vivo para la poesía. La lectura trasforma y nunca dejaré de agradecer a esos poetas viejos que tan bien lucharon y luchan todavía: Mariano Melgar, César Vallejo, José María Eguren, Alberto Hidalgo, Washington Delgado, Pablo Guevara, Raúl Brózovich y Ana Berta Vizcarra (mi madre espiritual). Gracias a la poesía también conocí el amor y el Sur, nuestra patria grande furo de desvelos y revoluciones. Camino grande para todos nuestros versos y el mundo nuevo que llevamos en nuestros corazones.
Pavel Ugarte Céspedes
Gestor Cultural de la Sala de la Literatura Cusqueña