El Ensayo es el género literario del pensamiento, como apunta Willard Díaz en su libro “El Ensayo: propósito y estructura (Apóstrofe Ed. AQP, 2010). Las grandes revoluciones surgieron de las furibundas páginas donde se imprimieron las palabras conocimiento y libertad. Analiza, interpreta, cuestiona o evalúa cualquier tema desde la independencia de estilo y el debido sustento de sus argumentos. Su cercanía a la poesía y la narrativa se debe a que comulgan en la expresión didáctica del sentimiento humano. Eduardo Gómez de Baquero —más conocido como Andrenio— afirmó en 1917 que “el ensayo está en la frontera de dos reinos: el de la didáctica y el de la poesía, y hace excursiones del uno al otro”. Por su parte, Eugenio d’Ors lo definió como la “poetización del saber”.
Al amanecer el siglo XX en el Perú y el Cusco, se develaron intelectuales políticos (algo impensable al presente), alumbrando pertinaces reflexiones sobre nuestra Nación, Cultura e Identidad. Desde Lima, Manuel Gonzales Prada, anarquista del siglo XIX, fue el encargado de derribar los lastres de la colonia que todavía pululan en la capital y los patios provincianos de pequeñas argollas y timoratas posturas ante la crisis del país. El heredero de su espíritu, José Carlos Mariátegui. No es circunstancial que la publicación de los “7 Ensayos de interpretación de la Realidad Peruana” coincida con la fundación del Partido Socialista Peruano en 1928. Mientras tanto, Haya de la Torre, en su ensayo “Por la emancipación de América Latina” (Buenos Aires, 1927) va sentando las bases ideológicas del aprismo. A la par, el conservador Víctor Andrés Belaunde se ubica a la derecha, con sus “Meditaciones peruanas” (1917) que intentará justificar más adelante con “El planteamiento del problema nacional” (1962).
El Nuevo Indio (1930) de José Uriel García.
El Cusco jamás fue ajeno a los problemas y reflexiones nacionales. Tempestad en los Andes (1927) de Luis E. Valcárcel y El Nuevo Indio (1930) de José Uriel García son los primeros argumentos de la peruanidad y gracias a sus opiniones sustentadas, el rostro étnico de nuestro Perú se alzó con dignidad, respaldado por milenios de historia y cultura.
Tempestad en los Andes de Luis E. Valcárcel. (1927)
A estos libros precursores debemos sumarle “Peruanidad Literaria y Revolución” de Alfredo Yépez Miranda editado en Cusco en 1934 en la ya legendaria Librería e Imprenta H. G. Rozas y Sucesores. En los mismos talleres vieron la luz “La Educación en la República” de Julio A. Vizcarra años más tarde en 1965. Alberto Giesecke, Jorge Cornejo Bouroncle, Fortunato L. Herrera, Miguel Corasao, Humberto Vidal Unda, José Gabriel Cosio, Francisco Ponce de León, Horacio Villanueva, Oscar Saldívar, Julio G. Gutiérrez, Oscar Núñez del Prado, Jesús Covarrubias Pozo, Luis Nieto Miranda y Gustavo Pérez Ocampo son sólo algunos de los más notables escritores cusqueños y cusqueñistas que cultivaron el género del ensayo en sus más diversas expresiones. La historia y cultura cobran vigor en nuestro Cusco natal pero las ciencias naturales, el arte, la sociedad, la política, la filosofía y las humanidades son también retratadas desde investigaciones, trabajo de campo, citas, literatura, canciones, anécdotas y recuerdos personales. El ensayo es una obra literaria pero al mismo tiempo un crisol de posibilidades para el lector y el medio social donde despierta inquietudes. El ensayo además de informar pretende persuadir o convencer.
Peruanidad Literaria y Revolución (1934) Alfredo Yépez Miranda.
Los autores arriba nombrados estuvieron fuertemente vinculados a los cambios académicos, políticos y sociales del siglo XX. Ad portas del Bicentenario Nacional, debemos buscar a estos autores y reeditar la memoria nacional a la par de nuevas deliberaciones sobre el rumbo de los pútridos poderes del Estado. La palabra y la inteligencia colectiva gozan de un poder indisoluble que es el poder de la conciencia social. Reza Yépez Miranda: “La literatura del pueblo se ésta gestando protegida por los Andes, no podría desarrollarse nuestra personalidad en las arenas costeñas ausentes de la emoción nacional, sino en los Andes históricos i estéticos, Andes como paisaje i luz, como rebeldía y acción, como pasado i porvenir, Andes Indígenas del Perú”. Amén.