Escribe: Pavel Ugarte Céspedes
Uno de los recuerdos más claros
que tengo de mis sábados de niño, es acompañar a mi padre a comprar el pan y
otro alimento igual de sustancial, el periódico. Más allá de la noticias está
el uso de la palabra; aquella que descubrí tras metáforas, hipérboles y grandes
titulares para el convulsionado país que fuimos y somos todavía. En 5to de
secundaria (2001), tras un interesante proyecto del diario El Comercio de Lima,
me hicieron corresponsal escolar y una vez al mes salían las pequeñas notas que
retrataban a mi Cusco de aquel entonces. No podría describir la emoción que
sentí la primera vez que vi un texto mío plasmado en las grandes páginas de ese
viejo diario. Desde entonces –a la par de la poesía– empecé un romance con la
prensa y de aquellos años solo guardo mi credencial de corresponsal escolar
como un bello recuerdo de una actividad que realizo todavía: Escribir por la
belleza y la verdad.
Más adelante escribí para “La
Primera” en su edición regional y tuve la suerte de conocer al legendario César
Lévano tomando sus concejos muy puntuales sobre la brevedad del texto y el
valor del contenido. Desde el 2011 colaboré para diarios, revistas y semanarios
con la firme convicción de que la palabra tanto escrita como oral, es el camino
para edificar la integridad. Si sueñas en voz alta, si deseas vivir de
compartir información, intereses y preocupaciones, adelante, te espera el
“mundo de la prensa”. Y le agregaría lo que decía Julio Ramón Rybeyro: “la
información no tienen ningún sentido si no está gobernada por la formación”.
Por lo mismo, debemos recordar a Varga Llosa cuando decía: “en América Latina,
un escritor no es solo un escritor. Debido a la naturaleza terrible de nuestros
problemas, a una tradición muy arraigada, al hecho de que contamos con tribunas
y modos de hacernos escuchar, es también alguien de quien se espera una
contribución activa en la solución de los problemas”.
Pero si por el contrario, escribes
o adquieres un medio para beneficio económico o del gobierno de turno y lo que
es peor, para decir que haces “periodismo” estamos en mal camino. En los
últimos años, se han incrementado alarmantemente las “revistas” y “semanarios”
de poca duración pero en especial aquellas subvencionadas desde oscuros
intereses para extorsionar y equilibrar la balanza a favor de la corrupción.
Siendo confiado, colaboré para una de ellas totalmente gratis y cuando fui
testigo de la podredumbre que se venía incubando me aparté de sus
incoherencias, portada chicha, vendida línea editorial, faltas de ortografía y
también las chicas vulgarmente expuestas en la contraportada.
Al presente, escribo con la
impunidad que me da tener las manos limpias. Todos los viernes vierto una
columna literaria y cultural en El Diario del Cusco, medio al cual le agradezco
la independencia y también cobertura en estos años. Esta misma columna se
replica en la revista digital Lima Gris y desde el Cusco brindamos una
radiografía de nuestra cultura, literatura y sociedad. Soy colaborador de la
página cultural de Ideario Sur, y cada 15 días publico “Cuestión de Estado”
donde planteo mi postura política. Aquí puedo esgrimir mis argumentos
libremente sin recurrir al insulto. Firmo con mi nombre y doy la cara por mis
palabras. Duermo tranquilo sabiendo que mañana, cuando todo es más valioso, las
infamias de cierta gente que jamás publicó un libro o trabajó por nuestra
cultura, desparecerán, como desaparece la vanidad o también los castillos de
arena. Por la inteligencia colectiva, tratemos de leer medios serios y
reflexivos, críticos e informativos. A
mí no me arropa ni la izquierda ni la derecha, me visto con la poesía y la
prosa de mis escritos. Creo en refundar la palabra desde nuevos principios
ético y propuestas estéticas para ese mundo que llevamos en nuestros corazones
y como diría un verso mío: “La ternura de mi madre, que estas manos y primeras
letras en lápiz guiaron, ahora dibujan mapas estelares y ostentan el cigarro de
humo precioso que se va conmigo al cielo… Escribo para vivir otra vida para
buscar otro norte”.
