Escribe Pavel Ugarte Céspedes
A Noé Ugarte Ochoa, mi viejo, en el día de su cumpleaños
De acuerdo a la historiografía
cuzqueña, hacia el año 1585, alrededor de la actual parroquia de San Blas en el
barrio inca de Tococachi, vivía la familia de Don Gaspar Flores y Doña Isabel
de Oliva, que aún sin descendencia decidieron viajar por motivos económicos a
la ciudad de Lima. Doña Isabel, viajaba a la capital virreinal embarazada de
tres a cuatro meses de Isabel Rosa de Santa María, después conocida como Santa
Rosa de Lima, quien nacería el 20 de abril de 1586. En pocas palabras, Santa
Rosa de Lima, fue concebida en la ciudad del Cusco y lo sabemos gracias los registros
parroquiales que suscitarían otro hecho.
Frailes de la Orden de los
Predicadores (conocidos ahora como Dominicos), al enterarse de este registro,
emprendieron desde el 7 de julio de 1670, la responsabilidad de visitar las
provincias del Alto Perú, para pedir y recaudar la limosna que ayudaría a la
canonización de la primera santa americana. Los religiosos del Convento de
Santo Domingo, representados por Fray Antonio de Carvajal -Prior del convento y
Vicario Provincial del Obispado de Cusco y Arequipa-, junto a otros clérigos y
comisionados fueron los primeros gestores de la canonización brindada por el Papa
Clemente X, en 1671. Este episodio, entre otros de la misma naturaleza, evidencia
que los religiosos del Convento de Santo Domingo, asumieron las gestiones para su
ascensión que posteriormente, daría origen a la fundación de la Cofradía de
Santa Rosa y al Beaterio de Santa Rosa, que en el siglo XVIII, fue conocido
también como Beaterio de Santo Domingo.
Este y otros grandes episodios
de la historia cusqueña, se encuentran en el Coro Alto del Museo Santo Domingo
– Qorikancha, ampliado e inaugurado el 2016. En este espacio, realizamos un
trabajo interdisciplinario y colectivo gracias al equipo museográfico y museológico
conformado por Marisol Zumaeta, Pamela Arredondo, Donato Amado y Augusto
Navarro. Con esta nueva exposición del Qorikancha, a donde los cusqueños
podemos ingresar con DNI, todos podemos ser
testigos del arte virreinal pero también del gran aprecio que se le
tenía y tiene en el Cusco. Las pinturas de gran tamaño que allí residen,
registran escenas de su vida:
En la “Aparición del niño
Jesús a Santa Rosa de Lima” (Siglo XVIII) se le encuentra representada de
rodillas con la cabeza inclinada hacia su derecha resplandecida de rayos. El
niño Jesús viste túnica turquesa y se encuentra sentado sobre una almohadilla
roja. En ambas manos, sostiene un libro entreabierto al igual que Santa Rosa. Ahí
se lee “JHS”, abreviando el latín “Jesus Hominem Santus”, que en español quiere
decir, “Jesús Salvador de los Hombres”. Este símbolo, aún las vemos en
diferentes portadas del centro histórico. “Santa Rosa de Lima en su celda”
(Siglo XVIII), se encuentra sentada resplandeciendo alrededor de su cabeza una
luminosa aureola. Presenta la mano derecha ligeramente levantada y la izquierda
sosteniendo un libro abierto. Lleva el hábito de la congregación dominica junto
a un tallo erguido con ave al vuelo. La obra de arte, como muchas otras que
ilustran la vida de Santa Rosa de Lima, está orlada de flores y rosas aludiendo
a la mística de su carisma.
Las “Cuatro escenas sobre la
vida Santa Rosa Lima” (Siglo XVIII) muestra primero a Santa Rosa en actitud de
oración. En el segundo episodio, se ve un ángel desnudo sobre las nubes y luego
a Santa Rosa tomando el hábito de Terciaria para finalmente ver a la santa “disciplinándose”.
La otras “Cuatro escenas sobre la vida Santa Rosa” (Siglo XVIII) se aprecia
representado el camino que Isabel Flores de Oliva realizó hacia la santidad.
Primero rechaza a un pretendiente, luego se corta los cabellos frente al niño
Jesús para después ser visitada por un ángel que la llevo hasta donde todos la
recordamos. Si comparto esta información, es para invitarlos a recorrer un
museo que aborda un poco de lo Inca, lo Virreinal, lo Republicano e incluso lo
Contemporáneo. Además accesible y céntrico para todo cusqueño; si queremos que el
Qorikancha sea más nuestro, hay que visitarlo y valorarlo.