“Cinco razones puras para comprometerse (con la huelga)”, se publicó en 1978 y en sus apenas 15 páginas encontramos una monumental obra de la poesía política en nuestro país. Cesáreo Martínez (Arequipa 1945-2002) es el autor y pese a su temprana desaparición dejó la intensidad de su verso y pensamiento en libros como: “Donde mancó el árbol de la espada y arco iris (bando para que la dirigencia se alínee con las masas)”, “Celebración de Sara Botticelli” y “El sordo cantar de Lima”.
Sin caer en el panfleto y asumiendo la poesía en toda su pureza, establece cinco cantos: I. Donde se habla de la naturaleza y sus criaturas, II. Donde se habla de cómo vivieron, soñaron y sueñan las gentes de este reyno llamado Perú. III. Donde se dice lo que hablan la lluvia y el viento en este país llamado Perú, IV. Donde se dice como habló el pueblo peruano el diecinueve de julio de mil novecientos setenta y siete, y, V. Donde se escucha la voz de los valientes compañeros en huelga de hambre.
Conocí el sindicalismo y las luchas de los trabajadores en la experiencia y vida de mi propio padre. Fue dirigente sindical mucho antes de que el fujimorato liquidara los gremios sobrevivientes al Conflicto Interno Armado en el Perú. En esta segunda década del siglo XX, se han vuelto organizaciones ajenas a las grandes mayorías y su existencia no genera ninguna incidencia o mejora en los diferentes sectores laborales. Los sindicatos se han vuelto históricos y poemarios como el de Cesáreo Martínez no solo es el testimonio de una lucha, sino también la memoria sentimental de un pueblo que todavía hoy, busca reivindicarse.
En el 1° de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, se conmemora el esfuerzo y por sobre todo la organización. Pocas veces planteamos una lectura de lo inspirador que es “la sinfonía de la clase obrera”, como diría Gustavo Valcárcel, poeta peruano que también dedicó su producción a las masas combativas. En el mundo, podemos citar al poeta ruso Vladímir Maiakovski (1893-1930) o el salvadoreño Roque Dalton (1935-1975). La historia oficial dice que el primero se suicidó y al segundo lo suicidaron, en ambos casos, fueron militantes del partido comunista pero también disidentes que olfatearon a tiempo las incongruencias de “la internacional” y los partidos políticos que solo discursivamente representaban a los trabajadores. Al presente, al menos en el Perú, no encontrarnos un partido que represente a las mayorías obreras o trabajadoras, pero sí tenemos a poetas como Juan Cristóbal, Jorge Luis Roncal y Willy Gómez. En ellos vive el clamor de los que no pueden levantar la voz. Habita en su poesía el trabajador que sondea las calles como también la madre que raspa la olla.
Cesáreo Martínez ya no está con nosotros, pero nos ha legado su poesía. La firma de una época que registró el espíritu de los trabajadores con quienes sigue habiendo una deuda social pendiente y quienes seguirán siendo referencia de inspiración para los que alentamos y admiramos la lucha por la vida.
- DONDE SE HABLA DE LA NATURALEZA Y SUS CRIATURAS
Como todos los animales transparentes de la tierra
así como las aves
sensitivas y más famosas, el hombre tiene que comer
para vivir.
La vida es la única realidad azul que nos cautiva.
Y la tierra es hermosa, blanca, cuando la vida canta
en su aire puro.
Todos los peces rojos y las mariposas nítidas hemos nacido
para brillar bajo este cielo.
Y bajo este cielo nos reproducimos dando chillidos:
Nace el jabalí que a flecha suena
Nace el nogal muy contento de sí
Rasca la cucaracha, por qué no?
Y nace el hombre muy alto, sonoro, para pasearse
después del trabajo,
En las partes más visibles de este mundo.
El hombre es el hombre (aunque sea peruano) se le vea
por donde se le mire.
Hay fosforescencias de árboles por donde pasa
una música azul mayor.
En el día teje para pernoctar en la noche (o viceversa)
y practica raramente la soledad nocturna
observado por el mar,
cuando los animales muy adustos duermen como niños.
En el día teje y así aporta con su aroma y su fuerza.
Quién, que haya tejido una red, un papel o edificio
no ha besado sus oficios?
Los animales son sensibles, carnudos, y con la cabeza
ladeada saludan al cielo.
Los animales sueñan a escasos palmos del hombre
sus murmullos son suaves como la lluvia sobre el pasto.
Los animales sueñan
pero no el sueño del hombre que es sueño animal,
sueño
que degüella y da vida.
El hombre para soñar necesita recolectar todos
los colores de la tierra,
necesita agua fresca y las estrellas le echan su luz
como un bálsamo.
Los hombres trabajan desde que amanece
persiguiendo la pepa de la vida.
Y para vivir, señores del poder, el hombre tiene que comer.
La vida es la única realidad azul que nos cautiva.
El hombre hijo de las larvas más relucientes,
salido como un fuego de los mares rojos
no es uno solo
ni es millones como se ve.
El hombre es de dos clases o tres, a lo mucho, según trabaje
o se corte las uñas, a la luz de la luna, mirando
el lomo rosado de este mundo.
Hay el que defiende la vida con su vida, con el pecho
de sus manos.
Por éste cantan los ríos resplandeciendo la noche
y hay el que ha nacido para joder y extiende la sarna
sobre todo lo ancho y azul
repartiendo el miedo, bien encapuchado con su Estado.
A nosotros, señores del poder, nos ampara la confianza
de la luz.
Así vive el hombre, en sus días de oro, camino
de la perfección.
Y así, bajo el sol, fueron saliendo estos cedazos de amor
llamados curiosamente
Chavín, Viet-Nam, Chile, Arizona o Cotahuasi.
Nombres de pueblos que han andado por sus caminos
alimentándose,
tomando agua en sus propias manos, a su tiempo.
Y para procurarnos comida en este país, señores del poder,
hemos convertido la noche
en días interminables, hemos gastado nuestros cuerpos
inútilmente
Mas no conseguimos evitar el rencor de nuestros hijos
en la mesa vacía.
En esta comarca, señores del poder, hace siglos
que la vida es imposible.
Imposible la inocencia del viento y en el mercado
danza la pesadilla
Panza la escasez omnipotente y con botas,
sencillamente siniestra
como la boca de una metralleta en mi pecho.
Cinco razones puras para comprometerse (con la huelga), 1978. Poema Coyuntural N° 2/ ediciones Quipu.