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Viernes Literario: Natalicio de César Vallejo

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Escribe Pavel Ugarte

Mañana 16 de marzo, conmemoramos el nacimiento del poeta peruano César Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco, 1892 – Paris, 1938). Sobre nuestro mayor lírico se han publicado estudios, traducciones de sus textos y múltiples reediciones de su poesía, ensayo y narrativa. “Los heraldos negros” (1918), “Trilce” (1922) y “España, aparta de mi este cáliz” publicado de manera póstuma junto a “Poemas Humanos” en 1939, son la expresión más alta de nuestras letras a principios del siglo XXI.

Para Víctor Hurtado Oviedo, en su libro “Otras disquisiciones” (2012): “Escritor genial es el que pasa un idioma por el ojo de una aguja: hila las palabras y las entrega en textos fascinantes (texto significa tejido). Luego de leer los sonetos del Heráclito cristiano, de Quevedo, o la Historia universal de la infamia, de Borges, uno mira al vacío y duda de que cosas así puedan hacerse con el mismo idioma con el que compramos pan y hablamos del clima mientras esperamos el ómnibus.

El genio toma la masa del lenguaje, le descoyunta la sintaxis, le prende fuego al diccionario y, sobre las brasas, forja palabras calientes. Genio es quien convierte el Pequeño Larousse en Pedro Páramo, el que, con los huesos de la gramática nebrijana, arma las Soledades de Góngora (fue Góngora). Antes de que el poeta lo termine, todo poema es un diccionario en estado líquido. César Vallejo fue un genio con toda discreción (lo descubrieron después, y se pasó la voz).”

“Rusia en 1931” y “Rusia ante el segundo plan quinquenal”, reúnen su apreciación militante frente al socialismo soviético del cual fue testigo en los viajes de “octubre del 28 y setiembre del 29”, como afirma Georgette de Vallejo, quien también publicaría de manera póstuma “Contra el secreto profesional” (Aletheya, 2010). Este último, es muy especial por contener los apuntes personales e íntimos del poeta quien escribiera en su carnet de extranjería sus últimos años en Francia. Vallejo fue un camarada y un humanista de altos principios, los mismos que lo llevaron a la Guerra Civil Española (1936-1939).

“Escalas” (1923), “Fabla salvaje” (1923), “El Tungsteno” (1931) y “Paco Yunque” (1931), son lo más destacado de su narrativa donde brilla la prosa y el paisaje andino. Esto me lleva a una reflexión dentro de la poesía peruana. Grandes voces nacieron en sus regiones mal llamadas “provincias”. El centralismo limeño, no le ha perdonado a Vallejo ser el cholo representativo de nuestra literatura nacional como también su máximo exponente universal.

Como padres de nuestro poeta encontramos a Mariano Melgar o el mismo Inca Garcilaso de la Vega. Sus “nostalgias imperiales” son visibles en todo un recorrido literario, que llevó su sensibilidad a las altas cumbres de la compresión humana. Su rostro, es el del hombre perseguido, la mujer agobiada y el niño que lucha por vivir. Vallejo es un clásico de las letras castellanas pero también un peruano contemporáneo. 

En este fragmento de “El buen sentido”, recordemos al poeta desde sus propias letras y que sea motivo para leerlo y releerlo, buscarlo y encontrarnos: “Hay, madre, un sitio en el mundo, que se llama París. Un sitio muy grande y lejano y otra vez grande.// Mi madre me ajusta el cuello del abrigo, no porque empieza a nevar, sino para que empiece a nevar.// La mujer de mi padre está enamorada de mí, viniendo y avanzando de espaldas a mi nacimiento y de pecho a mi muerte. Que soy dos veces suyo: por el adiós y por el regreso. La cierro, al retornar. Por eso me dieran tánto sus ojos, justa de mí, in fraganti de mí, aconteciéndose por obras terminadas, por pactos consumados.” (Poesía Completa, Poemas en Prosa, pp. 127)       

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