La naturaleza nos permite ciertas formas de lectura. Pueblos milenarios que viven todavía en nuestra sangre nos lo demuestran. La peregrinación al Sr. de Qoyllur Rit’i es un acto ritual estrechamente vinculado al movimiento astronómico como también a la observación de las fuentes de agua en las altas cumbres. En la introducción al libro “Lecturas del Agua” compilado por Isabel Morales, Sara Robles y María Da Natividade Pires, podemos leer: “Agua para todos. Agua para la vida. Así titula la Organización de Naciones Unidas su informe para el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo. Pero esa simplicidad con la que podemos enunciarlo, es, sin embargo, diametralmente opuesta al complejo entramado de contextos, intereses, hábitos y formas de entenderla. Nuestra vida ligada al agua está conformada por muchas lecturas que interpretan, proponen o transgreden principios y conceptos.” (Editorial Catarata, pp. 11, Madrid, 2016).
Este libro sobre la cultura del agua, es uno de los pilares conceptuales con los cuales he abordado la lectura del río Vilcanota, Willkamayu y Urubamba (Alto y Bajo) hasta los confines del departamento del Cusco cuando conforma el Ucayali. Es el mismo río con diferentes nombres. Peregrino de horizontes, para autores como José Tamayo Herrera: “Todos aquellos que se han ocupado del espacio cusqueño, (Luis María Robledo, Telémaco Orihuela, Roberto Gohring, Luis E. Valcárcel, Mario Escobar Moscoso, Jorge de Olarte Estrada, Rolando Anrup, J. Brisseu), han señalado que el gran valle del río Urubamba, constituye la columna vertebral del departamento del Qosqo”. (Historia General del Qosqo / Una historia Regional desde el período lítico hasta el año 2000. pág. 7. Cusco 1992).
En mi observación, el río Willkamayu establece un corredor ecológico y cultural. A 5,846 m.s.n.m. nace en el nudo del Vilcanota (al cual le debe su primer nombre) y desde La Raya en el altiplano, atraviesa la meseta andina engrosando poco a poco y nutriéndose de otros cauces de distinta procedencia geográfica. Atraviesa innumerables pueblos como el Valle Sur del Cusco (San Pedro, Quiquijana, Urcos) e igualmente el Valle Sagrado de los Incas discurriendo por Pisaq, Calca, Urubamba, Ollantaytambo y Machu Picchu recibiendo en este trance las aguas de los nevados Salkantay, Verónica y Vilcabamba. A ese gran cause llega el río Chuyapi cuyos residuos dieron origen durante milenios a la excepcional plataforma de Quillabamba donde se asienta la capital de la provincia en la actualidad.
Recordemos a las innumerables culturas que a las orillas de este río seminal se afincaron en crisoles poblacionales alrededor de agricultura de alto nivel con el manejo de distintos pisos ecológicos. No sufrieron sus embalses ni atroces torrentadas porque veían al río con respeto y sacralidad. Se protegían de sus orillas y al mismo tiempo esculpían y tallaban entendiendo su temperamento en los distintos tramos. Este es el río que atraviesa una cordillera verde y nos lleva a la Amazonía atravesando el Pongo de Maenique y sus 3 km de cascadas, flora y fauna. Las comunidades nativas de nuestro Cusco, guardan una profunda relación mitológica y existencial con este coloso de la naturaleza con quien debemos reconsiderar nuestra relación.
Es indispensable que las ciudades del Cusco se consideren como “cuerpos asociados” al río Willkamayu evidenciando la correspondencia entre Naturaleza y Sociedad, Ecología y Cultura. Siendo así, el río se establece como un elemento cultural y un componente etnohistórico determinante para la lectura de nuestra región, sus problemas y sus posibilidades. Sería menos desastrosa la temporada de lluvias si empezáramos un diálogo inteligente con el río, nuestra madre y entre nosotros, hijos de la misma tierra.