Cultura

Viernes Literario: Heber Huamán, ch’eqoq andino

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El día de hoy, se inaugura la muestra retrospectiva y conmemorativa del escultor Heber Huamán Altamirano. La vida de este escultor, no es anecdótica sino extravagante. Nació en Abancay, a las “seis de la mañana”, como testimonia su madre, el 14 de diciembre de 1949; sin embargo, un mes después de Terremoto de 1950, llegó al Cusco para que en el tiempo se haga inherente a su vida artística y cultural.

La familia de este “ch’eqoq o llut’aq”, como traduce escultor el “Simi Taqe” de la Academia Mayor de la Lengua quechua, es valiosa para entender su progenie y raigambre telúrica. El abuelo por lado materno, Don Francisco Altamirano, era primo de José María Arguedas y padre de “la reina de la cocina”, su madre, Doña Juana Francisca. Su abuelo por lado paterno, a principios del siglo pasado, herraba caballos en Abancay y era conocido por herrar hasta 80 cuadrúpedos al día. Su padre, Don Emilio Huamán, fue un connotado empresario industrial a quien el Cusco de aquella época le debe las “poderosas cocinas Huamán”. En las décadas del 50 y 60, no faltaba una en los hogares cusqueños. En el taller ubicado al costado del puente Santiago, el pequeño Heber también era infaltable. Como muchos hombres valiosos, trabajó desde niño y fueron sus manos templadas por la responsabilidad como también por el fragor del obraje donde labró su mayor escultura, el espíritu de un artista contemporáneo con profundas raíces andinas.

Haciendo uso de madera y metal reciclado, ensambló sus primeras “cosas” pensando en el Santurantikuy, del cual es uno de los más longevos participantes, como también en iniciar un camino artístico antes que obrero. Como él mismo cuenta, si se hizo escultor fue por evitar el “bulling”. Trabajaba desde muy temprano y muchas veces se iba al colegio con las huellas que deja el taller, esto le ganó el apelativo de “cocinero” y él no quería serlo, quería ser artista, como aquellos personajes que descubrió en revistas como “Life”. Así descubrió el Pop Art y el Off Art, y pese a que su padre alentaba las lecturas e intereses del adolescente Heber Huamán, se negó rotundamente a que inicie una vida como escultor.  Esto cambió cuando cierta mañana del 73. Grande fue la sorpresa de ambos, padre e hijo, cuando Heber fue reconocido “por su aporte revolucionario al resurgimiento de una cultura auténticamente nacional” con el 1er lugar que implicaba un premio de 30 mil soles.

Así el águila abrió las alas y comenzó a forjar una trayectoria que ha gozado de atención en los 360º de su vida. Maestros como Mariano Fuentes Lira reconocieron la impronta de su genio creativo y fue retratado como también aconsejado por este amauta del arte cusqueño. Le cuestionaba por qué no seguía la corriente indigenista a lo que Heber respondía que “no estaba para pintar casitas ni llamitas”. Efectivamente, su escultura no es figurativa, honra la madera, el metal y la piedra tratándolos con profundo rigor conceptual pero también con inigualable ternura. Es un innegable ch’eqoq del Ande que dejó el folclore para edificar la cultura viva.

Las esculturas de HUAMÁN, nombre de la exposición que nos reúne esta tarde a las 6 y 30 pm en el patio del Museo de Arte Contemporáneo de la Municipalidad Provincial del Cusco, evocan la piedra labrada, la fauna, vegetación y mitología andina como otrora hiciera con el pan, el cuy o productos como la papa y el choclo. Ha esculpido innumerables veces a personajes universales, como el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha, y también a íconos culturales como “Misito”, “Rosendo Maqui” o el legendario fotógrafo Martín Chambi (ubicado en una céntrica arteria del Cusco). Desde la iconografía andina que llevara a la escultura y los 360º en los 70s, hasta el 2007 con el homenaje a “la trucha, el suche y el águila depredadora (perenne en la plaza Mayor de Langui), ha elaborado obras de acuerdo al contexto histórico, natural y social. Sus últimas esculturas son de corte social y allí encontramos a Evangelina Chamorro (sobreviviente a un aluvión) como “mujer guerrera” y también la secuencia sobre el Covid-19 (el virus, el barbijo y la pandemia).

En los últimos años ha recibido innumerables medallas y reconocimientos, donde su mayor legado, es una familia dedicada al arte. Su hermana Isabel, es una destacada artista que radica en Estado Unidos. Su hijo Pachakúteq es seguidor de la línea en metal al igual que el padre. En los nietos, “Chemita” y “Nina”, asoman las futuras alas de este artista que ha forjado amistad con grandes maestros y pupilos en la hermandad de la creatividad sin límites. El vuelo escultórico de Heber Huamán, goza de fuerza y espera dejarnos una obra alusiva al Bicentenario de la Independencia Peruana. Su obra y vida es el testimonio de una generación dedicada al arte, pero también a la perpetuidad de la herencia cultural del Cusco. El homenaje está organizado por la Corporación Educativa Khipu y la curaduría del artista visual José Luis Carreño Zárate. No dejen de seguir la transmisión en Inpecable TV (Canal 49) o en las redes sociales del Instituto Khipu.   

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