Escribe: Pavel Ugarte Céspedes
El pasado lunes 22 de julio, el poeta Juan Mescco visitó como acostumbra al recordado y polémico artista Raúl Brozovich Mendoza. El nicho A-6 del Pabellón Cristo Rey en el Cementerio Almudena, es donde descasaban los restos mortales de este emblemático poeta desde abril del 2006. La sorpresa fue grande al encontrar el sepulcro vacío.
Inmediatamente realizó un registro que desde mi página personal en redes sociales compartí para hacer un llamado de alerta. El lugar al cual asistimos incontables veces los últimos para recordar su genio y poesía, no contaba con ninguna notificación o muestra de información alguna. La solidaridad e interés de distintos amigos no se hizo esperar ante la ausencia de la familia directa. Esa misma tarde, coordinamos una reunión y consensuamos la redacción de un petitorio para entregar a la Beneficencia Pública. La solicitud, pedir que los restos del poeta Raúl Brozovich sean reconstituidos inmediatamente y que a su vez, se le brinde un nicho perpetuo considerando sus aportes a las letras y cultura cusqueña.
Los primeros en
firmar esta solicitud, fueron la familia espiritual, los amigos consecuentes
del poeta: Carlos Velásquez, Juan Mescco, Mario Guevara y Jesús Manya. Por las
nuevas generaciones, firmaron Raúl Pacheco, Gustavo Fernández y quien escribe
estas líneas. Acto seguido, el martes 23 nos aproximamos al local de la
Beneficencia Pública para ingresar el
documento y en una reunión junto a Juan Fernando Guzmán Romaña, entre otros
funcionarios de esta institución, nos explicaron que ellos habían obrado sin
mala intención y que solo cumplían el protocolo administrativo establecido para
todos los difuntos que incumplen con el pago. Sostuvieron que sus restos se
encuentran en “custodia” y nos mostraron la mejor voluntad de reubicarlo para
que en el aniversario de su natalicio este año, se le asigne una placa como un
reconocimiento público declarando la intangibilidad para la última morada del
poeta que tras su muerte ha ido despertando más adeptos e inquietud por su
obra.
De padre
yugoslavo y madre cusqueña, esta ciudad fue su tierra natal desde el 14 de
setiembre de 1928. Imparable caminante, anduvo por Puno, Arequipa, Moquegua y
Tacna para finalmente permanecer en Bolivia participando en la Revolución
Agraria de 1952. Integró grupos literarios de prestigio internacional como
“Horda” y “Gesta Bárbara”. Fundó y fue parte de innumerables revistas dentro y
fuera del Cusco y la Universidad Nacional San Antonio Abad a donde ingresa a trabajar en 1976. Su obra
poética reunida se encuentra en el libro “El duro Oficio de vivir” publicado el
2006 por la Editorial Universitaria. Ángel Avendaño en su monumental Historia
de la Literatura del Cusco (1993), lo retrata así: “es singularmente diferente
al tipo racial qosqoruna. De estatura normal, ni muy ancho de hombros ni
enteco, barbilla partida, boca pequeña, labios delgados, finos. Nariz recta,
respingada. Ojos zarcos, tirando a verdes. Frente amplia, surcada de prematuras
arrugas. Cabellos rubios con resaltos de canas. Parco. Se diría callado, casi
tímido, cuando esta sobrio. Agresivo, locuaz, cuando está ebrio. Poeta, pintor,
trotamundos, sin talento para la publicidad literaria, Raúl Brozovich,
contempla las cosas voluntariamente resignado, estoico, con un mirar de
actitudes escépticas como si las pequeñas trampas de la vida fueran asuntos
eminentemente pasajeros.”
“Era un poeta que andaba por la sombra dura de las alcaldías recogiendo espectros; láminas de papel, las barbas diminutas le llenaban el rostro, (el abrigo, negro también), su pequeño libro de poemas blindados, ocupaban el recinto de su alma. Lleno de fantasía la vida no era para él, llena de imaginación la vida no era para él, ni tampoco él para la muerte…” nos dicen algunos versos de Brozovich en la “Última agonía del poeta atormentado”. A propósito de esta declaración descarnada, el día de ayer apareció un escueto documento de la Gerencia de Cultura de la Municipalidad Provincial del Cusco, firmado por Alfredo Herrera y fechado el 19 de julio, donde “solicitan” el nicho a perpetuidad pero desconociendo la exhumación del poeta. Considero que si realmente existe esa buena voluntad, el primero en encabezar esa gestión debió ser el alcalde.
Lo segundo es la transparencia, pues ningún amigo o persona cercana a Raúl Brozovich estuvo al tanto de dicho documento. El que hemos elevado desde la Sociedad Civil organizada, ha sido público y socializado; cuenta con las firmas de Alberto Quintanilla, Omar Aramayo y Ana Bertha Vizcarra entre otros destacados escritores, artistas y ciudadanos de nuestro país. Este atentando a la cultura, que esperamos se resuelva a la brevedad posible, nos plantea otra reflexión para con la memoria de tantos cusqueños y cusqueñistas que yacen en el cementerio más emblemático del Cusco. Urge una investigación, registro, exposición y preservación de esa historia que también es la nuestra y debemos entregar a nuestros hijos en olor a poesía, como vivía nuestro poeta y como lo recordamos todavía.