En el libro el Hombre y sus Obras (1969) Melville Herskovits advierte con claridad: “el lenguaje es vehículo de cultura”. Desarrolla todo un capítulo al respecto y al siglo XXI se evidencian numerosos textos e investigaciones que respaldan dichos estudios en lingüística, identidad y etnohistoria. Es importante conmemorar la fecha porque el idioma nos autoafirma con un grupo humano y su cosmovisión. Pero si hablamos de idiomas nativos es aún más sensible y por ello hoy cabe una sesuda reflexión. No es posible que el Ministerio de Cultura y Educación en todo el Perú, despilfarren recursos y acciones recordando la “fecha y el idioma nativo” mientras el Ministerio de Energía y Minas, de Ambiente, Transporte y Comunicaciones entre otros, son cómplices pasivos de acontecimientos que vienen flagelando los Andes y la Amazonía peruana.
¿Cómo podemos preservar un
idioma nativo si en la práctica como sociedad mayor estamos aplastando y reduciendo
a las minorías que las hablan? El quechua y el aymara gozan de “inmensas
minorías” que hablan y sienten su lengua materna dentro del Perú. El peruano
que viaja más lejos siente cruentas nostalgias al no hablar con otro peruano.
Imaginemos la terrible soledad de esos grupos humanos que desaparecen en
nuestros bosques donde los árboles han sido talados, los ríos contaminados y la
fauna y flora ahuyentada. La Amazonía sudamericana está siendo severamente
agredida y con daños irreparables para la ecósfera. Es de carácter urgente
replantear de manera crítica la relación Sociedad / Naturaleza y, Ecología /
Cultura en la línea teórica de Philippe Descola. Cómo vivir el día del idioma
nativo sin ellos. Cómo sentirme nativo si se desprecia mi origen y lengua.
A propósito, me nace
compartirles un fragmento de Ciudad (C)oral (2017), del poeta cusqueño Odi
Gonzales (1962); titula “Elogio de una lengua nativa en la lengua dominante”
(Garcilaso Inca revisited) / No con los ojos, con los labios en el pezón henchido
/ te fui prefijando lengua madre / en la leche, en la boca, en el oído / No en
los libros, en el seno materno te hallé / No en la rígida letra, en los sonidos
/ Lengua oral / toda oídos / Ahora riges mi voz, mi oído / río Ene / mi honda
caja de resonancia / acata / la leve penumbra cuando comparece / (lactancia
materna) / tañido cósmico con el que llega la luz del alba/ ¡Wak! / la
exhalación de los bosques neblinosos / todo vibra en el universo…/ (continúa).
El reconocimiento de nuestro rostro
pluricultural desde las ciencias, el arte y la tecnología debe hacerse
prioridad camino al bicentenario. Si
bien el Gral. Juan Velasco Alvarado, instituye la fecha con un decreto supremo
el 27 de mayo de 1975, la Junta Militar no tuvo las herramientas suficientes
para hacer valer otros derechos fundamentales que los subsiguientes gobiernos
de turno (hasta el presente), también vulneran impunemente. Para un sector
informado de la población, la figura es así de clara. No podemos conmemorar los
idiomas nativos de nuestra nación, cuando se les arrebata inescrupulosamente el
territorio (desconociendo su legítimo derecho histórico). No surgirán palabras
sino lamentos, mientras sigamos destruyendo la naturaleza de la cual todos
somos parte. La educación intercultural bilingüe debe ser un derecho palpable
como también el respeto a su cultura y leyes, por ello, es sustancial el
respaldo constitucional a la Consulta Previa.
En este día, recordemos de
dónde venimos hablando nuestro idioma o recitando en lo más profundo el
espíritu que aún guardamos de él. Yo no hablo quechua con fluidez pero por mi
sangre corre el quechua como también el fragor de mi origen amazónico.
Recordando ello, acuñé este poema: “Nacido como la hiedra, el río con su canto regó
mi cabeza, manos y lengua dividida en dos. Lengua de blancos, lengua de indios.
La primera lengua que heredé (la que llevo en la sangre) fue sorbida desde el
vientre de mi madre. El idioma extranjero asido por mi padre, fue mi segundo
idioma, pero mi primer grito animal en el valle.” Un apunte final para
concluir, que el grito de nuestra lengua nativa tome la fuerza para entablar
mayores diálogos con el mundo y el Estado peruano. Que sea la palabra la que
integre a los pueblos. Si bien todavía no conocemos el camino, que sea el
momento para libar y librar una reivindicación de nuestras lenguas nativas.