Hay doctores que curan con sus manos y el aprendizaje adquirido en su profesión, como otros lo hacen con sus letras y experiencias adquiridas en la vida. Tal es el caso del Dr. Carlos Sánchez Sánchez, quien hace memoria de manera personal pero también ancestral. “El alma del cóndor, un holocausto olvidado” (1966), fue reconocido con el premio a mejor autobiografía en los “Book Awards” de San Diego, California en 1977, siendo el testimonio de una vida sellada en papel. “El alma del cóndor” no es un relato intimista o introspectivo, todo lo contrario, reclama la historia de nuestros pueblos originarios pero no desde la conmiseración sino desde la fortaleza de su espíritu. Su mayor legado para las nuevas generaciones de peruanos.
“El cirujano sutura el corazón herido y cierra rápidamente la cavidad torácica debido a la emergencia del caso. La inquieta y flotante alma del Cóndor, todavía recuerda que la pequeña Andahuaylillas tenía una plaza, con una antigua iglesia enyesada de abobes, hechos -quizás- con el polvo de los Incas…”, nos dice el autor, que tras la mirada, distancia y altitud metafórica del ave más grande de los Andes, expresa el dolor de un pueblo como la nostalgia de aquel guerrero que ha dejado la patria pero jamás a su gente.
“Desde la soledad de la nada” nos lleva por “cumbres escarpadas, nubes borrascosas” siguiendo “el curso de los ríos” hacia “otras selvas” de concreto e inadmisible frialdad. El Dr. Carlos Sanchez, fue como muchos de nosotros, un joven en medio del limbo buscando un futuro dentro o fuera del país. Aquí creo radica la veta más interesante de sus memorias, pues la dedicación, tenacidad y la primera necesidad de soñar, lo embarcaron en un viaje que lo llevó a ser admitido para “el año académico 1962” en la “Saint Louis University School of Medicine” de los EEUU. Se hace imposible no contagiarse de su emoción en cada palmo del libro donde desborda la magia de la realidad sin ser realismo mágico. En este camino encuentra el amor, la familia y también el bienestar de un país de primer mundo que en vez de calmar su sed de justicia y “vuelo”, la desata para volcarse otra vez en rumbos desconocidos a donde solo lleva una bandera, la de la solidaridad.
Su trabajo altruista ha merecido diferentes reconocimientos dentro y fuera del Perú, sin embargo, siendo la Cultura Andina “circular”, “el cóndor” nos lleva al principio del antiguo Perú y la síntesis de sus milenarias culturas, los Incas. Quizá por ello, fue la Dra. María Rostworowski quien hace le prólogo de este libro autobiográfico que nos lleva a otra publicación igual de importante pero centrada en “El holocausto de todos los tiempos” (2011). Esta última publicación denuncia “el rapto de nuestro continente ancestral” y “el aniquilamiento de los ‘indios’ de las Américas”.
Desde los sermones públicos de Fray Bartolomé de las Casas, el autor nos aproxima a una historia llena de atrocidades, mentiras e injusticias. Cada uno de los trece Incas reclama una función y un don que recorre también la sangre de los mestizos, el amor a la tierra y nuestra cultura entendida como la diversidad en pleno de un Perú más grande que sus dificultades. En este punto debo referir, que si bien su visión apunta a una nueva relectura de nuestra historia, es indispensable, quitarse el velo occidental para entender mejor la incanidad. Se habla de “patriarcas” (cuando se ha demostrado que era un matriarcado, por ello el yanatin y la complementariedad), o de “imperio” cuando fue el “Tahuantinsuyo”. Decir que el inca Wiracocha fue nuestro “Rey Lear” o Túpac Inca Yupanqui el “Alejandro el Grande de los Andes”, es abusar de la analogía pero siendo un ensayo, es permisible. La prosa que recorre los libros del Dr. Carlos Sanchez, es parte de un gran río que recorre su vida pero también la de los peruanos que hoy más que nunca debemos luchar por un mejor destino como también contra el racismo y la discriminación.