Escribe: Pavel Ugarte Céspedes
“Abril es el mes más cruel, hace brotar lilas en tierra muerta, mezcla memoria y deseo, remueve lentas raíces con lluvia primaveral…”, dicen los primeros versos de “La tierra baldía” del poeta universalmente conocido como T. S. Eliot.
Abril es también un mes particular porque congrega en vida y muerte a narradores y poetas de una importante obra para las letras occidentales. Por lo mismo se conmemora el 02, el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil y el 23, el Día del Libro. Por lo general, se habla del autor y su obra, pocas veces de su vida. Los diarios íntimos y la biografías, autorizadas o no, son de reducida circulación privándonos de bellos retratos de época como también de testimonios creativos. En otros casos, salimos ganando al no conocer los detalles más sórdidos de la vida de algunos escritores. Para bien o para bien, al conocer un autor se apertura un mundo donde los libros se avecinan como instrumentos de conocimiento y experiencia. Allí radica su riqueza y también el valor de hacer memoria.
En abril, cada día se puede citar un natalicio o un obituario, por ejemplo, nacen Milan Kundera, novelista célebre por “La insoportable levedad del ser” y también Hans Christian Andersen, autor de famosos cuentos infantiles como “El patito feo” o “La Sirenita”. El fundador del Naturalismo Émile Zola, de la poesía simbolista Charles Baudelaire, el narrador Washington Irving y el poeta alemán Paul Fleming también llegan al mundo en los primeros días de este mes, como fallecen el escritor Saul Bellow, el filósofo Francis Bacon o el poeta José Hierro.
Los autores nacidos en Europa son numerosos, y me pregunto por los otros creadores nacidos en Asia, Oceanía, África o la misma América Latina donde el libro y el autor toman notoriedad en el siglo XX de manera talentosa y masiva. Así encontramos a Sor Juana Inés de la Cruz que falleciera 1695 como a Gabriela Mistral que naciera en 1889. En 1998, fallece Octavio Paz, autor de grandes libros de poesía pero también ensayos como “El laberinto de la soledad” y “El arco y la lira”. El 2014 se nos fue Gabriel García Márquez a quien le debemos “Cien años de soledad”. Sin lugar a dudas, una de las joyas que vale la pena leer y releer porque toda la magia está en la palabra.
Si hemos visto algo de lo que pasa en el mundo, y también nuestro continente, amerita recordar a los peruanos que hicieron historia con su pluma y existencia arraigada a este mes. El 10 de abril de 1931 nace Oswaldo Reynoso, la antítesis de Mario Vargas Llosa a pesar de también haber nacido en Arequipa. Para entender lo que digo, leerlo, buscarlo. Como siempre la intención de citar autores y libros indistintamente es despertar la curiosidad y el interés.
El 12 de abril nos deja el entrañable Juan Gonzalo Rosé, poeta de guitarra y cajón del que siempre recordaremos “Las cartas secuestradas” y “Tu voz” en la garganta de Luchita Reyes. El 13, llega como el sol, Jorge Eduardo Eielson, quien supo alejarse del Perú para ser el artista y poeta peruano voluntariamente alejado de suelo patrio pero al mismo tiempo más cercano, fiel heredero a César Vallejo que asciende el 15 de abril y trasciende muchos años después de su muerte. “El carnet de identidad de un poeta” que registra Arturo Corcuera, es la clave misma de un poema que se hace obra gracias a la vida.
Es rigor de la honestidad la que hace la literatura trascendente y se aprecia también en José Carlos Mariátegui, quien al momento de escribir los “7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana” funda también el Partido Socialista Peruano, siendo otro testimonio del estrecho vínculo e importancia de la literatura en la política así como la cultura. Prueba a flor de tinta, Amauta (1926-1930), el vinculante de las distintas expresiones a nivel regional ya sea en Puno con el Grupo Orkopata o Cusco con el grupo Sierra. En ellos los forjadores del indigenismo y los referentes hasta el siglo XXI de la conformación identitaria peruana, pero también la integración desde México hasta Antofagasta aflorando la américa morena. José María Eguren y José Watanabe fallecen también en abril. Poetas pilares, el primero de “Simbólicas” y el segundo mestizaje puro, peruano-japonés de “Álbum de familia”. El 31, nace Abraham Valdelomar a quien se lee un poco en el colegio y nunca más. Por último, el Cusco, también intensifica el mes de las letras con el Inca Garcilaso de la Vega que fallece el 23, (como Miguel de Cervantes Saavedra el 22). Raúl Brozovich, “el poeta desconocido” es la voz del Cusco contemporáneo y estoy seguro, sumaremos días y nombres a esta planicie que necesita metáfora, debate y reflexión.