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VENEZUELA: LA CRISIS DEL CAPITALISMO DEL SIGLO XXI

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Escribe Carlos Vargas

A continuación vamos a intentar sintetizar la situación económica de Venezuela en tres proposiciones fundamentales:

  1. Venezuela jamás fue un país desarrollado.

Frente a la actual crisis en Venezuela, la derecha venezolana no deja de levantar el mito de que antes o mucho antes que Hugo Chávez sea elegido presidente, Venezuela era una “potencia” económica con un elevado nivel de vida. Lo cierto es que cuando se descubre, a principios del siglo XX, que Venezuela tenía enormes reservas de petróleo, toda su economía fue adaptada para la extracción transnacional de este importante recurso energético. Esto supuso no solo la parálisis de la industria sino también de la agricultura, lo que convirtió al país en importador de alimentos que podría haber cosechado en sus propias tierras.

El espejismo del desarrollo económico medido por el famoso “PBI per cápita” o ingreso promedio por habitante ocultaba la pobreza de las clases oprimidas por el capital petrolero bajo una economía profundamente dependiente de los precios internacionales de un único recurso natural. Ni en Japón o los EEUU, el PBI per cápita significa riqueza para todos, porque allí también la sociedad está dividida en clases que consumen de forma desigual la riqueza producida anualmente. Sin embargo, el PBI per cápita sí se aproxima, regularmente, al nivel de productividad del trabajo alcanzado por una nación y en esta medida, es un indicador de su desarrollo económico. La particularidad de Venezuela y de otros enclaves petroleros, es que esta elevada productividad del trabajo no tenía tanto que ver con el desarrollo tecnológico o la formación técnica de sus trabajadores, sino con la fertilidad natural de sus pozos petroleros, conocida desde tiempos prehispánicos.

Sin embargo, esta fertilidad se va perdiendo con el tiempo haciendo más lenta y trabajosa la extracción del petróleo: desde fines de los 70 Venezuela presenta una disminución constante de sus niveles de productividad del trabajo, en sentido contrario a la de mayoría de países. Junto con esto la pobreza de las clases trabajadoras aumenta. Las reformas superficiales de Hugo Chávez no podían revertir esta situación y Venezuela siguió siendo un país petrolero en decadencia bajo su mandato. Sin embargo, el alza histórica del precio del petróleo (2004-2013) ocultó esta situación, hasta que los precios cayeron y la nación desnudó su atraso histórico y condición de semicolonia exportadora de materias primas. El plan económico de la derecha venezolana redactado en Washington no cambiará tampoco esta situación ya que la causa de esta crisis no es “ideológica” como afirma The Economist; es estructural. Bajo el capitalismo, de Chávez o Capriles, Venezuela jamás superará su atraso económico.

2. Venezuela nunca ha estado bajo el socialismo.

En primer lugar, jamás ha existido nación o conjunto de naciones bajo una economía plenamente socialista, el “socialismo en un solo país” es una falsificación del estalinismo para justificar sus privilegios burocráticos; como sucedió con el capitalismo, el socialismo solo puede desarrollarse a nivel mundial. Sin embargo, lo que sí hubo fueron economías de transición al socialismo, esta es precisamente la experiencia de la URSS, China, Cuba, etc. Entonces, solo cabe preguntarse si Venezuela está bajo una economía en transición al socialismo y la respuesta es definitivamente que no.

Con la elección de Hugo Chávez a la presidencia del Estado burgués venezolano, se realizaron parcial y accidentadamente algunas estatizaciones de empresas, adquisiciones que fueron bien pagadas a sus antiguos propietarios, estableciéndose una forma muy conservadora de capitalismo de Estado. El conocido economista inglés J. M. Keynes defendió las estatizaciones como una forma de salvar al capitalismo, no de liquidarlo. No importa cuántas empresas sean estatizadas, bajo este régimen la economía sigue estando al servicio del capital, de su voracidad de ganancias. La prueba definitiva para Venezuela es que no se han tocado ni con el pétalo de la estatización dos sectores clave de este sistema caduco y parasitario: el financiero y comercial. Los bancos han seguido cobrando altísimos intereses, haciendo fraude con el intercambio de dólares, la deuda pública externa se ha seguido pagando puntualmente, y la burguesía importadora ha seguido especulando con la alimentación de la nación.

Aquí no se inició un proceso gradual y pacífico de “construcción del socialismo”, sino un nuevo fraude político contra los trabajadores: algunas reformas superficiales y concesiones parciales que buscaron desviar la atención de los problemas fundamentales de la nación y de su verdadera solución socialista que empieza con la destrucción del Estado burgués. Bajo el chavismo, Venezuela no ha podido realizar ni siquiera las transformaciones sociales que se produjeron con las revoluciones burguesas del siglo XVIII. Venezuela sigue siendo uno de los países con mayor concentración de la tierra en América Latina, su industria en lugar de avanzar ha retrocedido y el capital extranjero sigue manejando los hilos de su economía. Este es un extraño “socialismo” que les ha dado más ganancias a los capitalistas y menos ingresos a los trabajadores. El colapso económico reciente es la consecuencia necesaria de este fraude político, el capítulo final de una tragicomedia escrita con la ayuda del revisionismo más cínico y desenfrenado.

3. Venezuela no es la excepción, es la regla.

Venezuela solo es el eslabón más débil de la cadena de naciones latinoamericanas hundidas por la reciente crisis mundial del capitalismo iniciada a mediados del 2007. Su equivalente en Europa es Grecia y ahora Ucrania aplastada bajo la bota del fascismo. La revolución de los pueblos árabes es el resultado directo de la bancarrota de sus economías. En América Latina países como Brasil o Argentina tienen su producción paralizada y la lucha de clases se está agudizando. La Haití invadida por la ONU supera en hambre y enfermedad a varios países africanos. A la Bolivia de Evo y el Perú de PPK solo los sostiene los precios coyunturales del gas y del cobre.

Es cierto que Venezuela está padeciendo hiperinflación, pero mayor fue la que sufrió Perú en los ochentas y aún hoy los precios están por los cielos para millones de familias en extrema pobreza. Este mar de miseria fue el que produjo la oleada revolucionaria de las masas latinoamericanas, sobre la que se montó el chavismo para contenerla y desarmarla, esta miseria ya existía antes de Chávez, siguió existiendo bajo su mandato y ahora solo se ha extendido y profundizado. La crisis de Venezuela no es la excepción, es la regla para la mayoría de países sometidos a la irracionalidad del actual sistema económico mundial.

 

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