1.
El Perú ha tendido al autoritarismo desde su inicio. Sin embargo, me preocupa que muchos detractores del general Velasco celebren a Fujimori. Si los criticasen a ambos podría pasar el ERROR de la comparación pero no. Pese a lo expuesto, me preocupa mucho más la gente que equipara a Velasco con Fujimori.
2.
Uno de los problemas colectivos más graves de los peruanos es no ser justos y ecuánimes en nuestros juicios, sobre todo en los políticos. Debemos ser aún más claros, no hubo ni un solo presidente peruano impoluto y libre de pasajes oscuros en su tránsito en el poder pero pocos como Velasco tuvieron episodios tan luminosos.
3.
El antifeudalismo del gobierno velasquista fue el gran gesto que nos legó su período en el poder y ningún otro mandatario estuvo cerca siquiera de iniciar una Reforma similar en el siglo XX. De hecho, este ideario había sido marcado desde la generación del Centenario y debe advertirse que la Reforma Agraria se realizó en México casi seis décadas antes que en nuestro país. Así de retrasado era el Perú y si ahora retrocede es por su falta de conciencia crítica y su falta de memoria histórica, condiciones adversas que intentamos remontar todos los días desde esta trinchera.
4.
El resto de sus medidas gubernamentales son ampliamente discutibles y, sin duda, este gran patriota no fue un demócrata pero debe entenderse que pese a ello fue el más noble y el mejor presidente peruano del Siglo XX aunque, como casi todo en nuestra historia nacional, sus proyectos se quedaron sólo en esa condición potencial. Debe entenderse, también, que su sucesor, Francisco Morales Bermúdez, no sólo lo traicionó sino que traicionó a la patria entera y aun en estos momentos pese a todos estos estropicios goza de una absoluta impunidad pese a lo que todos sabemos respecto de su participación en el Plan Cóndor y pese a la condena de cadena perpetua que se dictó en su contra el 17 de enero de 2017 por la Corte Penal III de Roma.
5.
Recuerdo siempre la última entrevista que dio Haya en 1978. En ella, el hombre señaló que el mejor presidente peruano que él conoció fue Leguía. En la misma entrevista, o en algunas ocasiones anteriores, señaló que Velasco había gobernado como un aprista o que, en todo caso, usó el modelo estatal preconizado por el APRA en los años 30. Sabrosa paradoja pertinaz de un hombre grandemente paradójico porque señaló la única época en la que ser aprista fue un acto noble y valeroso o última argucia vulpina para no reconocer a Bustamante y a Velasco.
6.
Comparar el 3 de octubre con el 5 de abril es un acto propio de un bastardo y escribo tan grave adjetivo porque no cabe exponer argumentos cuando se está frente a semejante bajeza.
Que quede claro que soy un detractor de toda forma de autoritarismo y hubo un tiempo en que lo fui de toda forma de gobierno pero me gusta apreciar la historia y formar juicios propios. En ese sentido, es necesario conocer la grandeza de nuestro pasado y es necesario conocer la grandeza de gestos de Velasco así como sus numerosos errores pero no cegándonos al creer que se le puede oponer, en el peor sentido, a Fujimori, es decir equiparándolos imbécilmente, o asumiendo que Belaúnde debe prevalecer sobre él sólo por ser un demócrata ya que este es un sentido tan negativo como el anterior.
7.
No puede decirse que el gobierno de Velasco fuera anticapitalista pero, sin duda, fue antifeudalista. Así de atrasados estábamos .Así de retrasados son aquellos que no reconocen el mérito de Velasco.
8.
Insisto, el cliché «la democracia más imperfecta siempre será mejor que el más perfecto gobierno autoritario» es un recurso inviable en un país con una tendencia autoritaria tan extrema como este.
9.
Querer comparar el 3 de octubre con el 5 de abril es la prueba plena de lo ciegos y cobardes que a veces son los peruanos.
10.
Si este embrollo al que llamamos “patria” pretende ser una nación, en un futuro cercano, urge señalar en su exacta dimensión, al menos, nuestro pasado reciente sin bajezas ni concesiones.
11.
Es mi intención señalar a Velasco como un ejemplo moral para forjar el carácter de las nuevas generaciones y como un ejemplo a no seguir en términos estrictamente gubernamentales. Baste el primer sentido expuesto en este extremo para poder oponer a la canallada que devino en Palacio de Gobierno luego de él , al menos la figura de un hombre y el esbozo del fundador de una nación aún inexistente.
PS.
A la efigie de Velasco Alvarado se debe agregar la de Bustamante y Rivero. Pese a sus grandes diferencias, son dos nombres imprescindibles y dos legados fundamentales para erigir la nómina de padres fundadores que nunca tuvimos como país y que indudablemente necesitamos a fin de llegar a ser una nación.