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Vaso de bodas (Vase de noces), de Thierry Zeno (1974)

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Cine de los elementos. Cine de la mente primitiva. Cine de los comienzos. Cine de choque. Cine naturalmente segregado desde el subconsciente. Acaso después del fin del mundo queda un solo hombre sobre la Tierra, rodeado de animales, habitante de una suerte de castillo, o lo que queda de una iglesia. Su aventura con el mundo a su alrededor sugiere que se trata de un niño muy pequeño con un cuerpo grande o un retrato de una conciencia sin mayores tabúes a la vista. Tras su dicha y su hundimiento el final une lo gracioso y hasta irónico con lo más sublime.

Vaso de bodas puede ser malinterpretada (y vendida como) como una película que busca escandalizar y perturbar a toda costa. De veras: no hay tal. Su poesía (inspirada entre otras cosas por las visiones de El Bosco y las experiencias del Art Brut como por Jung y el cine mudo) puede ser cruda y a la vez delicada. Una paloma con una cabeza de muñeco se convierte para nosotros (y no se sabe si también para el solitario habitante acompañado de sus hermanos animales) en nada menos que un ángel que habla de otro mundo aparentemente mejor (del persistente sueño de otro mundo, que sin duda nos ayuda para bien, y que también puede pervertirnos y destruirnos).

Esta película contiene tantas bellas e inquietantes escenas que es casi imposible mencionarlas todas: la de la paloma-ángel (ya mencionada), la de los animales en una especie de comunidad armoniosa y pacífica (el director señala que filmó según el clima y también según el estado de ánimo de los animales, no en el orden en que estaba escrito el guión) o el humano-padre de los pequeños cerditos (supuestamente sus hijos, y sus hijos también en la mente de muchos espectadores) primero ante los dolores de parto del cerdo de sexo femenino, luego ante su nacimiento, su alimentación, su empeñado en que se mantengan en la mesa a la hora de comer; la relación del personaje con la tierra, con el barro, con el agua, con sus propias excrecencias, con la curiosa acumulación de plumas en botellas, y naturalmente por todo el asunto de su relación con el cerdo de sexo femenino desde el principio hasta el fin… incluyendo, cómo no, e omento de dolor del cerdo mamá ante…

¿Cuál es la voz que predomina entre las voces encarnadas en imágenes que se nos presentan: la voz de la tragedia, de la fatalidad, la voz de la naturaleza como una aceptación sin reservas, o como una lucha necesaria, en parte, y en parte, ciega; la voz de un mundo paradisíaco perdido que pervive en nuestras mentes; la voz de un imposible o aún posible regreso a las fuentes de la naturaleza, de uno mismo, y de la comunión de todo lo viviente?… Tal es la riqueza que permite esta magnífica película.

Cuarta película del Ciclo “Continúan las maravillas belgas” que se proyectará el lunes 28 de agosto a las 7:30 pm. en el Cineclub de la Universidad Cayetano Heredia (Av. Armendáriz 445 Miraflores, ingreso libre).

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