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Vargas Llosa, Fujimori y PPK, la realidad y los deseos se confunden

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MVLL en una entrevista con la revista Somos expresó que “Si (PPK) suelta a Fujimori, estaría negándose a sí mismo, negando todo lo que él ha representado para los peruanos que lo llevamos al poder”.

Esta declaración es un exceso retórico típico de un escritor, pero es del todo indeseable en un intelectual. En ella, el Nobel se deja llevar por su pasión – fría, pero pasión, al fin y al cabo- e identifica falazmente a PPK como si en algún momento hubiese sido algo más que una mera opción electoral que impidió que un individuo de apellido Fujimori se asiente en Palacio de Gobierno y nada más.

Como sabemos, PPK nunca representó una salida democrática plena y lo demostró desde el primer momento en que se cansó de hacerse el payaso, es decir, cuando dejó de lado las sesiones de cardio en el patio de Palacio para preocuparse más por sus lobbys, sus componendas y los beneficios que recibirían él y su gente en razón de circunstancias tan deliciosamente avariciosas y pingües como el aeropuerto de Chinchero y otros de igual suculencia económica.

Lamentablemente, MVLL o bien pierde toda su lucidez cuando enfoca el problema fujimorista o bien juega a mantener su supuesto posicionamiento como defensor de las libertades ciudadanas del Perú. Pero, ¿Vamos a creerle? De ningún modo.

De hecho, todas estas ficciones siempre lo dejan mal parado y sin duda, estarían mejor dispuestas en sus libros que en su propia vida a tal extremo que hasta un individuo tan limitado como Becerril le ha enmendado la plana por intentar hablar de traiciones y otros temas morales, etc.

Así de caído está el país y, por lo menos, hay que tener la valentía de exponer las cosas como son no dejando que la realidad y los deseos se confundan tal cual escribió en La Casa Verde en un fragmento del monologo de Anselmo ante Toñita, acaso las páginas donde más se acercó a la poesía el perpetuo antilírico irremediable que es MVLL.

Este memorable pasaje de su obra más faulkneriana – acaso la mejor de todas sus novelas exceptuando a otra tortuosa obra maestra suya, Conversación en la Catedral–  representa plenamente su mundo paradójico, contradictorio y siniestro a tal punto que nadie puede definir a ciencia cierta si la “relación” de este proxeneta legendario con la mil veces desventurada, ciega y muda Toñita, fue o no fue un abuso; o si esta  “relación” fue un romance dulce y sereno o un perpetuo exceso de violencia matizado por la negación de la realidad en la mente de Anselmo y la resignación de la musa mutilada que es Toñita?

Ah, Marito, si hasta en tu obra literaria los momentos mejor logrados conllevan a esta incertidumbre, solo podemos señalar que entre todos los retorcidos del orbe eres el primero.

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