Cine

Val, de Ting Poo y Leo Scott (2021)

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El bello devino monstruo. Ahora está viejo, recuperándose, algo descuidado, casi sin voz. Las películas ajenas devinieron, casi en el fin de su propia vida, película propia. Ahora el juego es otro, no es por fama ni gloria, o para ganar atención y amor, sino que consiste en algo más: intentar decir alguna verdad sobre la propia vida. O la confusión es tanta que no sabes para qué viviste.

Me centro en un plano. Que es directamente la historia o imagen de todas las películas. Un simple plano que es la verdad del cine. La imagen que suele ocultarse tras una realidad falsa o equívoca. En otro sentido más limitado, el muy concreto de esta película, es la imagen de todas las películas que Val Kilmer no hará. O los fragmentos de todas ellas.

El plano más maravilloso en Val (hablo por mí) tal vez te resultó inadvertido en todo su poder: el fabuloso espacio donde Val almacena sus cintas. Él fue el primero en tener una videocámara así que es el hombre que lo grabó todo. ¿Pueden imaginarse todas las peliculas potenciales que hay ahí? La que vemos es solo una que puede parecer cruel pero es bastante amable y evita profundidades que serían aún más esclarecedoras. En ese océano de cintas hay películas más reales.

La película deja en claro que al no someterse lo suficiente al sistema, Val Kilmer se ganó la imagen de conflictivo. La máxima virtud para algunos es la obediencia -de los otros-.

Val Kilmer es un aceptable actor, y a todas luces un ingenuo, un norteamericano típico y casi cliché, un adepto a ese sistema del culto a la personalidad que resulta tan rentable, un creyente en la religión individualista del éxito, religión que destruye al individuo y estupidiza a millones; y además creyó que podía tener libertad creativa en la vieja moledora de carne de Hollywood.

Incluso en su intento, antes de enfermar, de llevar su versión de Mark Twain del teatro al cine, busca una producción que demanda bastante dinero, y hasta el patético detalle con toque grotesco de que tenga que disfrazarse (otro esclavo del realismo más tonto y literal) bajo peluca y maquillaje de Twain, da la nota distintiva de las limitaciones de su mentalidad.

Val buscó su verdadera voz y se quedó sin voz. La voz de su hijo se vuelve su voz. Las cintas son su voz. Su segundo cuerpo. La película piensa o hace pensar la manera en que Hollywood o el capitalismo usan la belleza física. Así como el talento. Cómo el cuerpo bello o perfecto no es un cuerpo libre sino que está ahí, en venta.

Esta es una película sobre la ingenuidad de un actor, su relativo despertar, y la monstruosidad de Hollywood. Ante la ruina de su carrera y hasta de su vida Val Kilmer descubre que existe algo llamado cine independiente. O la libertad, si lo digo a secas.

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