Por: Tino Santander Joo
“La vacancia camina sola”, señala el periodista César Campos. No creemos que la clase política —léase, los partidos políticos corruptos del Congreso y los grupúsculos electorales inscritos— esté preparada para asaltar el poder en un inusual adelanto de elecciones en 2025. La derecha está organizando un frente electoral bajo el auspicio de Jaime de Althaus y de la “Lampadia”, el think tank de los grupos de poder económico. La derecha teme a la violencia insurreccional del pueblo; por ello, utiliza todos los medios a su alcance para desprestigiar las movilizaciones populares, las cuales aún no tienen una plataforma política clara y no están articuladas a nivel nacional.
La derecha es una ilusión: solo tiene dinero y cree que el marketing electoral basta. Ni los esfuerzos de “El Montonero” por librar una batalla “ideológica y cultural” contra los insurgentes son suficientes para aplacar el descontento y el repudio de la inmensa mayoría hacia las clases políticas y los gremios empresariales, percibidos como corruptos. Ni la suspensión de clases, ni los acuerdos burocráticos con los gobiernos regionales corruptos, aplacarán la ira, la furia y el odio al sistema político.
Podrán comprar los medios de comunicación limeños, pero no detendrán el desborde de ese río caudaloso que es la rebelión popular. Algunos dirán que son los terroristas; que son los del MOVADEF o los chavistas. Más aún, muchos de los partidos de centroderecha y de ultraderecha se han envalentonado con la victoria electoral de Donald Trump. No se dan cuenta o no quieren ver que a Trump no le importa el Perú, ni mucho menos la cobardía de sus clases dominantes; tampoco le interesa el oligopolio financiero de los cuatro bancos, ni el monopolio farmacéutico, y mucho menos el Estado corrupto. Trump representa a los ricos norteamericanos; no le importa el libre mercado, ni la democracia de las élites peruanas: él va a subordinar la economía mundial a los intereses norteamericanos. “América First”. Lo demás no existe.
La vacancia es la alternativa de la derecha, que tiene miedo y quiere evitar una alternativa popular, democrática y nacionalista. Por otro lado, está la inmensa mayoría fragmentada, luchando desorganizadamente contra la inseguridad ciudadana; miles se movilizan por servicios básicos (agua, desagüe, gas, saneamiento ambiental, etc.); millones de familias están amenazadas por el terror del sistema financiero, que les advierte de juicios sumarios para quitarles sus propiedades. Mientras el pueblo es asaltado por los bancos y los delincuentes comunes, la clase política podrida intenta dar una buena imagen en la APEC, con el cuento de que la movilización popular dará una mala imagen a “nuestro próspero país”.
Las organizaciones sociales, las centrales sindicales y algunos partidos de izquierda y sectores socialdemócratas del APRA participarán en el paro del 13 de noviembre. Esta batalla será un paso más para organizar una alternativa popular, democrática y nacionalista. Los provocadores y el oportunismo radical de las izquierdas de las clases medias no tienen espacio en esta lucha. Lentamente, estamos construyendo una plataforma política que aglutine a todos los “Perús” que habitamos este territorio.
La inmensa mayoría está con nosotros, aun cuando no salgan a las calles a protestar ni a marchar. Los peruanos sabemos que necesitamos un cambio radical, no para convertirnos en la Venezuela chavista ni para imitar el fracaso neoindigenista de Bolivia, sino para hacer una revolución social que construya infraestructura social y económica. Para esto, necesitamos un pacto por la minería y la agricultura, que financie la educación y la salud; crédito barato para el desarrollo nacional a través de la libre competencia financiera; y reformar el Estado y acabar con el proceso de regionalización corrupto. En resumen, se necesita una revolución social que afirme la libertad económica y social de los peruanos, sin miedo, porque la derecha y los partidos políticos podridos no vencerán.