Cultura

Universo abierto o la obra oceánica de Raúl Gálvez Cuellar, por Julio Barco

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Si algo le debemos a la ociosidad es la creación de leyes, geometría, filosofías, mitos y leyendas, cuentos y poemas épicos donde destella la memoria de todas las naciones, es decir, le debemos demasiado al simple acto de pensar de manera lúcida y creativa la realidad que habitamos, de modo que, abriendo los ojos de la mente, leamos los intersticios de la realidad.  El tiempo libre bien aprovechado nos puede llevar, como se observa, a todo tipo de dilucidaciones provocando un cuerpo de pensamientos en nosotros. Así, lector, nacen los libros que, a veces, adquieres con el fin de saciar tu ocio. El ocio, encaminado, genera, ocio.

En la línea planteada, Raúl Gálvez Cuellar, como buen hacedor, practica el ocio creativo. Si la literatura es básicamente un trabajo lúcido contra y gracias al Signo, el trabajo desplegado en estos cuatro textos nos permite reconocer una idea de su producción vastísima, de trabajador constante, enfático; que usa la literatura más allá de sus artificios banales, arrojándola, como vemos, en el ejercicio de la décima, el aforismo y la poesía. Si el poeta Ángel Yzquierdo Duclós explicaba que lo mejor sería no ponerle trabas a la escritura y si te sale cuenta, hacer cuento; y si te sale poema, hacer poema; y si te sale novela, hacer novela; vemos que la escritura galviana sigue esa línea de modo contundente.

Fluye, se aparta de lo estático y se reinventa. En su arte, como en el viento salvaje, se nota la frescura de quien se piensa a sí mismo y vuelca su espontaneidad en su propio espejo. Ese conocerse a sí mismo, tarea sin duda sideral, lo embriaga de literatura, motor de cambios y experiencias humanas; su arte, pues, nos inquieta y revela, como uve de “ver”, desde el interior, sin mitigar la ciencia lúdica. Así, leemos algunos de sus aforismos.

“Si te gustan los anagramas, verás que con amor, Omar armó un ramo de mora en Roma.”

O bien para pensar la realidad, la familia, la muerte:

“Cuando los hijos se van, vuelven para llevar a sus padres al cementerio.”

“De no existir la muerte seríamos suicidas.”

“El profesor cree que sus alumnos lo escuchan.”

“El hombre da muchas vueltas para concluir que es la Paz, lo que buscaba.”

Y en ese tono provocador sigue hilando sus pensamientos abreviados. Yo, leyendo estos jugosos aforismos recordé los del Lichtenberg, aquel alemán que, mismo adolescente milleniam, resolvía su mundo interno en fragmentos de ideas con tono confesional.  Son, en gran medida, puñados de lucidez frente a los prejuicios y nulidades del pensamiento avasallado por el sentido común; es decir, estos intentos de “concentración” invitan a la mente a un estado de regocijo intelectual efímero pero contundente. En el aforismo, el lenguaje no solo es “palabra” que se repite al viento, sino, necesariamente, puente al entendimiento, al silencio. Hoy que es muy común leer frases célebres por el internet me resulta interesante regresar a un género como el de los aforismos. Un género libre de la trama, de la intensidad poética, de la argumentación excesiva. Lo más logrado resulta el tono personal con el que provoca empatía sin perder el tono educativo. Para finalmente,

“Y ahora sí, hasta la otra pandemia o dimensión.”

Despedirse del género. Yo me despido de este libro de aforismos, que pertenece a una colección de ya seis volúmenes. Libro que bien podemos llevar a pasear entre los microbuses o cuando vamos al parque como un excelente compañero para mantener momentos amenos.

Por otro lado, en la décima, un género para conocedores y que sobrevive en una legión de entendidos, es fiel a su numen: voz casual, sincera, desapegado de los tonos circunspectos que causan parálisis mental. Aquí encontramos algunas décimas escritas al hilo del instante, mientras la realidad musical se ajusta al orden impuesto por los párrafos de generalmente diez versos octosilábicos en ajustada rítmica (abbaaccddc). Tomemos una décima de Gálvez:

MARIO CELIMENDIZ RODELLAR

Buen lector de mis librejos
en España, allende el mar.
Celimendiz Rodellar,
aunque se encuentre tan lejos.
Hoy me calzo catalejos
p´escribir literatura
que nos depare cultura
en la amistad sin fronteras
la que no admite barreras,
mucho menos sepultura.

Como en la festiva poesía española, pienso en Calderón de la Barca, o en Garcilaso, en algunos versos de Góngora, o también Quevedo, el ritmo interno permite tanto el tono espontáneo, amistoso y cercano, que bien engarza Galvéz, desde su coloquialidad. Es la decima ciertamente un género que permite un juego sabroso de sentidos y sonidos, aunque se anquilose necesariamente en el ritmo mermando mayor experimentación interna y estética, ¿será por eso que prácticamente ningún vanguardista lo practicó?

El sonido y la rectitud formal por encima de la experimentación quizás mantengan un desafío determinado, sin embargo, su práctica, como la de los sonetos, haikus, acrósticos, el escrito de cartas, en fin, tantos anacronismos, nos hacen pensar en lo efímero de todo proyecto estético. Personalmente, siento que reducir la poesía a un juego de ritmos y rima es perder algo de su furiosa violencia; como conversábamos con mi amigo Rafaelle Mejía, decimista de San Juan de Lurigancho, la décima tiene sus virtudes y límites. Sea, en los decimistas mayores, trabajar sus imposibles.

Sin embargo, es la colección “Arte regresivo”, la que forma un singular espacio entre sus numerosos libros. Hay que agregar que esta colección se extiende en varias publicaciones que recopilan poemas y escritos de diversos autores de disímiles continentes. En la misma contraportada del volumen II podemos leer lo siguiente,

Tres poetas de dos orillas continentables, unen sus sueños y sus corazones en un ritmo de esperanza y vida, intentando formar la Aldea Global bajo un “Sismo Poético Resistente; eso es, una identidad literaria de voces amigas y comprometidas que se contienen en nuestro tiempo: Raúl Gálvez Cuéllar (Perú), José Pablo Quevedo (Perú) y Andoni K. Ros Soler (España), son los poetas motivadores de Arte Regresivo II…

A modo de introducción, escuchamos un tono de franca acción cultural internacional en pos de una cultura más abierta. España, Perú, Alemania rompiendo fronteras para crear un logos de estudio y análisis crítico. Leyendo los versos, sentimos la natural espontaneidad de los variados lenguajes,  y/u yoes:

Aquí no hay elegantes metáforas
porque llamamos a las cosas por sus nombres
para levantar la Aldea Global de la Poesía

(de Raúl Gálvez)

La utopía es una enseñanza
que atraviesa la piel de otra época,
y es un arma de imaginación
que suma “yoes” y “no-yoes”
elevándose al “nos” con el poema:
(de José Pablo Quevedo)

Se infiere que el proyecto “Arte regresivo” es un espacio de diálogo y pensamiento poético, donde diversos autores comparten escena. Entre otros, tenemos a Andon L. Ros Soler, Antonio Ruiz Pascual, Arturo Prado Lima, Cristina García Barreto, Francisco Vaquero, Leticia Quemada, Maribel Alonso, Orlando Ordoñez, Juan Benavente, Walter Trujillo, entre otros. Por otro lado, importante las ideas del prólogo de II volumen y su intento por puntualizar en el pensamiento romántico y moderno, también interesante la disyunción entre poetas clásicos y modernos.

Al poeta, los poderes de razonar eran “sus mensajeros” o simples trasmisores de la palabra de la deidad dominante. Ante semejante reino de “dioses” no era posible que el yo-poético pudiera reflexionar, y menos aún que fuera un creador o un transformador de la realidad… (prólogo pág. 6)

El volumen VI  presenta un encendido homenaje a Raúl Galvéz y  tiene un curioso error en la página 9 del prólogo donde se confunde el nombre de Manuel González Prada por el de Luis González Prada; lo que resulta, claro, error y falta de respeto, sin embargo, no disminuye el contenido total de proyecto.

Son estos cuatro volúmenes comentados lo que me permite dar una idea mayor sobre este autor tacneño: breve y humano, espontáneo, guiado por un deseo de arte como elevador del pensamiento. Sin olvidar que también se dedicó al Derecho, fue profesor y su obra alcanza las treinta publicaciones. Y es esa obstinación por crear arte, lo que nos permite observar la envergadura de sus libros, su entrega a la cultura y a los trabajos organizados en función a crear espacios que permitan su real desarrollo.

Bibliografía:

 1. Décimas (Ed. Viernes Literario 2015)
2.Aforismos VI (Ed. Viernes Literario 2020)
3.Arte regresivo II / autores: Raúl Gálvez Cuéllar, José Pablo Quevedo, Andoni K. Ros Soler (Ed. Viernes Literario 2015)
4.Arte regresivo VI Aportes para las discusiones del pensamiento filosófico, literario y político (Ed.

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