El Callao, ha sido escenario de múltiples sucesos, leyendas y circunstancias que fueron recogidos por escritores limeños como Ricardo Palma en sus magníficas y sabrosas tradiciones, el dramaturgo Felipe Pardo y Aliaga en comedias costumbristas así “Me voy al Callao” y autores más modernos que vieron un motivo de creación en la violencia desarrollada por las bandas delictivas y barras bravas en esas calles que antaño fueron transitadas por San Martín y Bolívar. “Las siete bestias” de Christ Gutiérrez y “Loreto” de Fernando Ampuero, son dos ejemplos de esa literatura urbana y testimonial.
Samuel Soplin Escudero, nacido en Bellavista, Callao, es uno de los pocos escritores que se adentra en su propio territorio para presentar novelas como “La Esquina del Cañón”( 2016) y ahora “¡Hey Taxi!” (Don Gato y sus amigos) esta última que por el título nos acerca a la serie cómic Don Gato y su pandilla y también por el grupo de compinches del barrio que forman parte de esta narración. Ambas, subrayamos reúne la tradición, el sabor y las luchas gremiales de carteros y estibadores de nuestro primer puerto.
“¡Hey Taxi!” está en camino de editarse, pero el escritor y sociólogo, tuvo la gentileza de hacerme llegar el borrador corregido a mi correo y junto con sus protagonistas, fuimos recorriendo aquellas entrañables calles como Constitución, el puerto y muelle Dársena, Chucuito, o sitios emblemáticos así la iglesia Matriz donde se encuentra la Virgen del Carmen, el famoso Bar Restaurant Rovira fundado en 1909 y ubicado muy cerca al Real Felipe para después dejarnos llevar por las calles sinuosas de subidas y bajadas de La Perla como Atawallpa, Arica, Tarapacá, la avenida Santa Rosa en donde se apostan el colegio Concordia Universal y el coliseo cerrado de gallos y más abajo, la Gran unidad de mujeres General Prado, avenida antiguamente cercada de bellas casonas de tipo inglés. Samuel describe este paisaje urbano con cariño y nostalgia y nos presenta a algunos de esos personajes que componen la trama.
Don “Gato”, uno de ellos, es el amigo de toda la vida, que fue involucrado en tráfico de drogas y debió ser condenado sin culpa, por haber trasladado como taxista a un par de comerciantes de droga. Con él rememoran 35 años después estos sucesos, lo mismo que las famosas luchas sindicalistas en los años ’60 y ’70 que llevaron al exilio al mismo Soplín cuando formaba parte del cuadro de carteros, un oficio que en el tercer milenio la modernidad y el sistema neo liberal desaparecieron.
La lucha sindical
La Federación Obrera Regional del Perú, concentraba sindicatos, gremios y sociedades de resistencia, siendo de tendencia anarquista e inspirada en las doctrinas de Manuel Gonzáles Prada. Tanto en el Callao como en Vitarte, surgieron líderes y mártires reclamando la dación de las 8 horas que fue otorgado por Decreto Ley el 15 de enero de 1919, siendo mandatario José Pardo y Barreda.
Samuel Soplín, trabajó como cartero muchos años y debió sufrir destierro por su empeño en conseguir mejoras laborales y salariales. En “¡HeyTaxi”! narra con detalle las huelgas nacionales de junio de 1975, 15 de diciembre de 1976, como también el autogolpe del general Francisco Morales Bermúdez el 20 de agosto de 1975 y la formación del Plan Cóndor con el fin de desaparecer a los principales líderes sindicalistas.
Tal vez con demasiada profusión, hace hincapié en el paro del 19 de julio de 1977 que significó el despido de numerosos carteros en todo el país. Morales Bermúdez años después, daría pie al retorno de la Democracia y el 28 de julio de 1980 entregó la banda presidencial al arquitecto Fernando Belaunde Terry.
“¡Hey Taxi!”, se lee con deleite, pues en sus páginas encontramos también los nombres de los futbolistas que dieron gloria al Perú como “Cachito” Ramírez, los hermanos Prisco, “Titina” Castillo o Javier “Muerto” Gonzáles y otros. Soplín utiliza a su alter ego Javier para contarnos sus aventuras de barrio, los primeros amores con Ann y Aline, convirtiéndose así en el protagonista de la novela. Tiene como sus interlocutores al “Gato” y al Cacique Antonio Oc , una especie de brujo bueno que le ayuda a conjurar las pesadillas. En este largo relato dividido en 6 capítulos, la salsa nos acompaña como leid motiv sosteniendo los momentos de mayor tensión y poniendo romanticismo en los encuentros sentimentales pero teniendo siempre como rey y señor a Héctor Lavoe.