Cultura

UNA MUJER EN EL RUEDO

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Después de la declaración de la Independencia, los hombres se dedicaron a la política en busca de un concepto que le diera sentido a la palabra PATRIA, mientras tanto, las mujeres se reunían en las Veladas Literarias, para ser parte de esa nacionalidad y a través de sus escritos  conseguir la visibilización que les permitiera ocupar un lugar en este nuevo régimen.

Hasta ahora no se les ha dado la importancia que merecen a las llamadas Tertulias o Veladas Literarias, pese a que en ellas se fue generando la lucha silenciosa pero eficaz de las mujeres por conseguir sus derechos ciudadanos. Tanto la argentina Manuela Gorrity como la cusqueña Clorinda Matto, tuvieron una visión universal sobre el papel que debía desempeñar  la mujer en la sociedad republicana y propugnaron una igualdad de oportunidades tanto en la educación como en el trabajo.

Clorinda Matto, Mercedes Cabello, Teresa Gonzáles, Carolina Freyre, Margarita Práxides, Lastenia Larriva, Isabel Márquez, en mayor y menor grado, sentaron las bases de aquél feminismo que propugnó  a fines del siglo XIX  el derecho al voto y se unió a inicios del XX a los movimientos que exigieron las 8 horas laborales.

REPASANDO LA HISTORIA

A partir del siglo XIX las mujeres residentes en las regiones, dejaron huella en la literatura. Aparte de las citadas Matto y Cabello, en Arequipa aparece la figura de María Nieves y Bustamante que recogió las vicisitudes del caudillismo. Pensamos que no fueron las únicas, pero sí las que lograron vencer el miedo a la censura. En el siglo XX  aparece Magda Portal, autora de la novela testimonial La Trampa junto a generaciones de poetas reconocidas o ignoradas.

 En el interior, las mujeres también se hicieron notar como lo evidencia la presencia de la periodista y prosista Margarita Mendizábal Lósack quién trasmitió un nuevo mensaje cultural a través de sus artículos en los diarios El Comercio y El Sol de Cusco. Marga Elena (ese fue su seudónimo) editaría el libro en prosa poética De la Tierra y otros Poemas, galardonado con diploma y medalla de oro, por el municipio de México D.F.

 Continuando en Cusco, encontramos a Karina Pacheco Medrano. Ella es antropóloga, escritora y editora, en el tercer milenio publicó novelas como La Voluntad del Molle (2006) No olvides nuestros nombres (2009), La sangre, el polvo y la nieve (2010) Cabezas y orquídeas (2012) que obtuvo el Premio Nacional de Novela Federico Villarreal, entre otras y cuyas tramas se ubican principalmente en Cusco.

También en el 2000 aparece la periodista Arely Aráoz Villasante, nacida en la bucólica provincia de Limatambo,  irrumpiendo en la literatura para narrar experiencias vividas durante el ejercicio de este oficio. Además, decidió editar los versos que guardaba en su celular, movida por el afán de comunicarnos sus sentimientos y emociones.

Su formación profesional la realizó en la antigua Escuela de Periodismo de la PUCP, creada por Matilde Pérez Palacios. Una de sus primeras experiencias en Cusco, fueron las colaboraciones en el diario El Comercio, posteriormente ingresó a la radio. Quizá la etapa más importante fue su desempeño como Directora del Departamento de Prensa y Diario de la Mañana en Radio Sur, labor que le mereció el Premio Regional de Periodismo en 1980, después vendrían la televisión y corresponsalías en diferentes medios del extranjero.

Entre oros reconocimientos figuran: el Premio Internacional de Periodismo, otorgado por el Convenio Andrés Bello en 1989.  En 1993 obtiene el Premio Defensor de la Infancia. Ella es creadora de CODENI (Derechos del niño de las regiones de Cusco, Madre de Dios, Apurímac y La Paz (Bolivia).

En 1993 es condecorada con Medalla de Honor por la UNICEF por servicios distinguidos a la niñez peruana y latinoamericana.

En octubre del 2019, recibió en Ayacucho la Medalla de Embajadora Cultural del Bicentenario por su aporte literario.

El 2007, obtiene el Premio Regional de Cultura por su novela Después del Silencio. “Resume los horrores de la violencia terrorista que hirió a nuestro país.” Nos comenta la escritora, quien por su labor de periodista, debió viajar por diversos puntos del país en los que sufrió la constatación de estos dolorosos hechos.

“Sin tomar partido, a través de una historia de amor, pasión y muerte, analiza los excesos de SL y de las fuerzas armadas. Son historias vividas en la realidad, la trama gira alrededor de una periodista y un jefe de SL, además de que aparecen hombres y mujeres de Ayacucho como parte de la narración.”

ABRAZANDO DISTANCIAS

Una nueva edición se suma a la vasta biblioteca personal de Arely: Abrazando Distancias (Editorial San Marcos, setiembre del 2019) en donde la narradora se centra en tres pilares: la soledad,  silencio y cansancio. Ella nos explica el porqué de estas tres realidades: “Porque la soledad y el cansancio incitan a la reflexión, al análisis, a la creación, al encuentro con uno mismo y porque manejados adecuadamente pueden constituirse en espacios de placer y deleite, sobre todo espiritual”.

Sin embargo, en una conversación previa, nos confesó que este desarraigo traducido en una enorme soledad y  cansancio, respondían también a confrontaciones personales con mujeres que lo habían sufrido en grado sumo. “Las mujeres maltratadas psicológica o brutalmente, abandonas, sufren mucho y en silencio porque nadie las escucha y eso he tratado de reflejar en Abrazando Distancias”. Lo constatamos en narraciones como La Otra, Rutina, La última soledad”.

Una de las narraciones más sentidas de este libro es “Joaquìn Huamàn”, la historia real de su amistad con un niño campesino, las diferencias de la vida de este niño, pequeño peón de la hacienda y la de ella, la hija de los patrones. El final conmovedor de la vida arruinada de Joaquìn, que ya no la reconoce como su hermana de juegos y con una sola palabra: “señora” le muestra la diferencia social irreconciliable y terrible que existe entre los dos.

HABLANDO CON LA PERIODISTA

Arely es sincera cuando nos muestra su posición frente al feminismo. “Me parece una estrategia válida para visibilizar lo femenino, largamente postergado, pero en lo personal no soy amante de los extremos. Creo firmemente en la “equidad de géneros” pero no me gusta utilizar la palabra “igualdad” porque somos diferentes al varón en lo físico, espiritual y emocional”.

Le hago notar que en sus relatos no hace retratos familiares: “Es que utilizar argumentos de la vida personal es caer fácilmente en el morbo y la difamación. Pienso que ante la ausencia de argumentos, por muy relevantes que  sean las historias familiares, se debe escribir en tercera persona y dejar el resto a la imaginación del lector. La literatura tiene el poder de inyectar y trasmitir valores y en ello, el respeto es lo esencial, aunque comercialmente venden las historias más truculentas de secretos que se guardan”.

Arely es autora además de: Recuperando Ternura (cuentos 2001), Te cuento un cuento (antología de cuentos para niños-2003) ,Antología de la literatura infantil y juvenil del Cusco-2004, Clorinda Tierra y fuego , biografía novelada de la tradicionalista, Fantástico Machupicchu, relatos 2014, La noche llora, Sentimientos (poesía,2019).

La periodista, vive el confinamiento en Cusco y se niega a escribir. Será una manera de protestar ante la imposibilidad de marchar en contra del CV? No lo sabemos, pero los días de cielo infinitamente nuevos, este estarse tan quietos y esperando que cedan los contagios hasta anularse, el sofocado anhelo de renovar el tiempo, de reestrenar las calles, el verbo y la vida, son ya un motivo para no ceder y empezar de nuevo. Arely, añoramos sus letras, versos, sonrisas, no se las guarde.

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