El profesor y escritor Freddy Quillay Alfonzo nos entrega este relato o nouvelle sobre una niña que está por nacer. Sus padres han hecho todas las cosas bien y en el amor que los envuelve y fortifica, encomendaron un vástago que, según todos sus pronósticos, nacería en navidad. Todo estaba previsto y planificado, pero la realidad es otra y en un país pobre -centralista-subdesarrollado, donde faltan los hospitales y los servicios básicos, todo puede cambiar de un momento a otro. El futuro es un albur. Y lo que debería ser la celebración de la vida podría ser todo lo contrario.
Quillay apela también al recurso profético, lo que debería cumplirse por designios es cambiado por una realidad de oprobio. Es decir, no hay nada de mayor felicidad que el nacimiento de un niño o niña. La celebración de la vida es hasta cierto punto ritual y mágica. Y aquí todo un pueblo conspira para salvar a la madre embarazada y a su niña. Incluso las comadronas o “las mujeres de la naturaleza que sabían más que la sabia ciencia” ponen un plan de acción para darle alcance a la ambulancia que viene desde la capital.
Y así todos van a su último destino. El auto que conducía a la embarazada se accidenta poco antes de encontrarse con sus salvadores. Mariela y Benji mueren en el acto. Solo un destello de vida en el vientre de Mariela permite a los médicos apresurar el parto y salvar a Flor, quien contra todo pronóstico nacerá horas previas a la navidad y el pueblo más que una fiesta, tiene que participar de un entierro, un duelo. Y Flor o la navidad pasará a un segundo plano.
Este relato, de alguna manera se emparenta con otros como Un cuento de Navidad, de Charles Dickens; Cartas de Papá Noel, de J.R.R. Tolkien o Un recuerdo navideño, de Truman Capote. Y aparte de sensibilizar a los lectores por las grandes carencias, también nos muestran el otro lado nada amable de lo que es celebrar cuando no hay nada o muy poco de qué alegrarse como el cuento La pequeña cerillera, de Hans Christian Andersen, que enciende palitos de fósforo para darse calor pero que a la vez le trae visiones amables ante un destino ignominioso e incierto.
Una Flor en Navidad es, pues, un reclamo y una llamada de atención.
(Columna publicada en Diario UNO)