La permanencia de Alberto Otárola en la PCM era insostenible y su salida, aunque tardía, debido a que la presidente Boluarte esperó a que éste llegue de Canadá para preparar a su reemplazo, ha puesto modosos paños fríos en la escena política, porque todos los sectores exigían que el Sugar daddy ministerial abandone de una vez, las instancias del Ejecutivo.
En tanto, las demandas que el país exige no podían esperar más y se requería de inmediato al nuevo titular de la Presidencia del Consejo de Ministros y así fue.
La mandataria hoy juramentó al nuevo Premier y se trata del que hasta ayer se desempeñaba como Representante Permanente del Perú ante la OEA, cargo que lo arropó más de un año y ahora este abogado Gustavo Lino Adrianzén Olaya sorpresivamente incrementó su poder al mando del Consejo de Ministros.
Sin embargo, ¿ejercerá un real liderazgo en la PCM?
Adrianzén tiene desafíos impostergables qué asumir, como el replanteamiento de la seguridad ciudadana nacional en todos los territorios del país y en especial en Pataz y el resto de localidades del norte; la recomposición de Petroperú, la vigilia y monitoreo de la recesión económica que ha sido abandonada; la política migratoria y el cumplimiento de las nuevas disposiciones restrictivas a los extranjeros, y en especial, apersonarse a las zonas conflictivas en el resto del país para afrontar las diversas demandas sociales de gremios, dirigentes y originarios.
Eso, sin contar la capacidad de consenso y diálogo que está obligado a cumplir ante el resto de actores políticos y sociales. Algo que el pequeño Otárola en un principio y antes que se “desgaste” supo ejercer.
Ahora bien, con la designación de Gustavo Adrianzén al mando de la PCM, podemos colegir que la jefe de Estado, no pretende requerir un “asesor”, “coach”, “administrador de crisis”, o en todo caso un “lobo político” que la guie en la conflictiva tarea de ejercer gobernabilidad, no.
Es más que evidente, que, para esa tarea de ‘Rasputín’, ‘Pepe Grillo’ y/o ‘instigador’, la señora Dina tiene a su hermano Nicanor —para qué más—.
Es probable que ella se haya empoderado en poco más de un año de poder presidencial y eso es lo único que le importa —‘cero’ atención a la realidad menoscabada de Perú— porque ella vive en otra dimensión.
Desde su perspectiva, tras haber abandonado una oficinita de Reniec del ovalo Higuereta, para luego convertirse en presidente de la República, es suficiente. Aquí solo importa la investidura lograda y ya tiene fotografías y videos para que sus nietos se sientan orgullosos de ella, mientras el país siga cayéndose a pedazos.
Pero como toda enajenada mandataria necesita de su ‘piquichón’ para pasarle el abanico y hacerle el amén ante la rabieta y el capricho del momento, allí está el flamante premier Gustavo Adrianzén, un personaje servil y subalterno que solo tiene oficio para hincarse ante el mandato de la “jefa”.
¡Qué poca memoria tiene mi Perú! ¿Acaso este premier cree que nos olvidamos de su abominable acto cuando era ministro de Justicia del Humalismo en 2015?
Recuerdo, que todos los peruanos hinchas de la selección nacional durante las eliminatorias al Mundial de México 86’ repudiamos el vil acto del defensa argentino Julián Camino, que solo salió a la cancha para romperle la ‘pata’ al peruano Franco Navarro. Es decir, Camino, más allá de haber sido un ‘cancerbero’, fue un triste y simple ‘lamebotas’ de Bilardo quien le habría ordenado la acción, aunque luego trascendió que la imposición fue dada por Pasarella.
Gustavo Adrianzén cuando fue ministro de Justicia se convirtió en el ‘Camino’ de la selección argentina, porque desde julio de 2015 acosó a la procuradora Especializada en Lavado de Activos Julia Príncipe, a pesar que él también se desempeñó como procurador publico anteriormente y recurrentemente la amordazó para que no dé declaraciones a la prensa, porque ella estaba investigando a su “jefa” Nadine Heredia y por eso la destituyó del cargo, el 20 de octubre de 2015 (Resolución Suprema N° 192-2025-JUS).
Resolución Suprema N° 192-2025-JUS que despide a procuradora Julia Príncipe.
Es decir, tuvo que defenestrar a la doctora Príncipe, porque en los siguientes dos días el Congreso iba a debatir la moción de censura contra él y si acaso lo despedían del gabinete Cateriano, ¿quién se encargaría de Julia Príncipe?
La doctora Príncipe fue valiente, porque a pesar de las presiones del entorno del régimen humalista, ella continuaba investigando a la exprimera Dama, Nadine Heredia sobre el presunto delito de lavado de activos, con respecto al ingreso irregular de fondos al Partido Nacionalista y que estaba relacionado a las famosas “agendas de Nadine”.
Aquel execrable acto cometido por el actual premier Adrianzén fue imperdonable para toda la opinión publica y generó el rechazo y el repudio de todos, no solo de la oposición de aquel fútil gobierno, sino, de todos los peruanos que, hasta ese momento, no conocían de Odebrecht y se esperanzaban en una supuesta campaña de lucha contra la corrupción.
Rechazo ante la acción de Gustavo Adrianzén y el gobierno de Ollanta Humala.
Prácticamente, aquel nefasto suceso, sepultó la legitimidad del gobierno de Ollanta Humala.
Por su parte, Adrianzén cumplió con la ‘consigna’ y tras deshacerse de la procuradora para que no continue investigando a Nadine Heredia, él también salió por la puerta falsa, el mismo día.
El 20 de octubre de 2015 este esbirro renunció al cargo de ministro de Justicia, tras cumplir con el subalterno cometido y huyó como un cobarde, para nunca más volver…
Han trascurrido nueve años y hoy podemos vislumbrar por qué Gustavo Adrianzén acaba de ingresar en la Presidencia del Consejo de Ministros.