Opinión

Un “Titán” de la cultura

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Hace unos días, el mundo vio expectante cómo el submarino “Titán” que intentaba llegar al Titánic hundido hace 111 años, implosionó con sus cinco ocupantes, multimillonarios además, sin dejar mayores rastros; y habiendo pagado cada uno la friolera de $ 250 mil dólares por el paseo mortal.

Hecho que adicionalmente era una probabilidad puesto que el “Titán” era una nave de experimento que no había pasado el control y la validación internacional; y, encima, se le obligó a cada tripulante a firmar una cláusula donde en caso de cualquier accidente o catástrofe, la empresa regente OceanGate Expedition no se haría responsable. El auxilio internacional que movilizó naves, aviones, submarinos y satélites costó diez millones de dólares. 

Pero, cómo así un millonario puede atreverse a semejante riesgo y en el caso del Paquistaní Shahzada Dawood, llevar también a su joven hijo. Muchos se responden esta pregunta creyendo que es el egoísmo y el no saber en qué gastar tanto dinero lo que lleva a ciertas personas a iniciar empresas fallidas o correr riesgos innecesarios: ir como turista a la estratósfera, degustar comidas exóticas que pueden contener veneno, como el fugu. O ir más allá, como es el caso revelado por la periodista mexicana Lydia Cacho en su libro “Los Demonios de Edén” y el tráfico de niños ofrecido a millonarios.

Lo cierto es que, si un magnate pensara más de forma horizontal y en el resto, podría vivir jubilosamente y mejor. Tendríamos un mundo menos contaminado con más árboles, ríos limpios y con cero plomo en la sangre. Y con menos explotación y mejor distribución de la riqueza, se podría reducir el hambre y enfermedades endémicas; también tendríamos un mundo más culto, con más horas para leer y ser mejores personas.

Por cierto, el día que se hundió el “Titán” también había naufragado un barco pesquero en las costas de Grecia con más de quinientos inmigrantes oriundos de Paquistán, Egipto, Siria y Palestina. Y que no recibieron ayuda internacional, lo cual significó la pérdida de más de ochenta vidas y que la Cruz Roja ha calificado como “una de las peores tragedias migratorias de la historia”.

Finalmente, ante un mundo desigual, quizás lo que más se necesite sea un “Titán” de cultura y justicia y altruismo.

(Columna publicada en Diario Uno)

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