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UN SOMMELIER ARGENTINO SUELTO EN ICA (2° parte)

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Escribe Roberto Colmenarejo

La semana pasada comencé a contarles de mi viaje por Ica. Aquí les resumo otra parte de las actividades enoturísticas que pude realizar.

Fundo Tres Esquinas – Pisco Tres Generaciones:

Siguiendo con la recorrida, Cesar Costa nos guió hasta Subtanjalla (al norte de la ciudad de Ica) para conocer el Fundo Tres Esquinas, propiedad que destila Pisco desde el año 1856. Aquí nos encontramos con otra empresa familiar, aunque en una escala algo más industrial. A esta bodega la comanda hoy la tercera generación, representada por Consuelo y Cecilia Gonzales, dos mujeres fuertes que mantienen viva la tradición de calidad de su aguardiente.

En esta visita pudimos apreciar una importante cantidad de piezas antiguas (una prensa de tornillo y husillo, lagares, piscos -botijas donde se fermentaban los mostos-, diferentes alambiques, etc.), que fueron magistralmente interpretadas por nuestro amigo Cesar. Esto nos permitió imaginar cómo era la producción de Pisco hace más de un siglo atrás.

Por supuesto que hubo tiempo para degustar sus destilados. Destaco -a mi gusto personal- el Pisco Puro de Albilla, de gran sabor y persistencia, perfecto para hacer cócteles.

Como no nos alcanzó el tiempo ese día, volvimos al siguiente para un almuerzo realmente memorable en el Restaurante “La Olla de Juanita” (también propiedad de la familia, y una referencia ineludible para quienes estén recorriendo la zona de Ica). Todos los platos que disfrutamos fueron excelentes, abundantes y de perfecta sazón. Pero guardo un recuerdo vívido e indeleble de la “ensalada de pallares verdes” -increíblemente fresca, con esa textura suave y cremosa de los porotos y una generosa porción de buen aceite de oliva para dar sazón-, que seguramente quedará en mi memoria gustativa por largo tiempo. Como si fuera poco, tuvimos el honor de compartir la mesa con Cecilia Gonzales, así que la charla de sobremesa -pisco sours mediante- se estiró hasta casi las cinco de la tarde. ¡Sólo tengo palabras de agradecimiento para la hospitalidad de la familia!

Sin dudas otra pisquera a la que hay que prestarle mucha atención, pues sus productos exhiben una notable calidad y tienen un precio de mercado sumamente competitivo.

 

Hacienda La Caravedo – Pisco Portón:

Para quienes no somos peruanos, Pisco Portón es sin dudas la marca de referencia de esta bebida. Contrariamente a lo que podría suponerse, se trata de una empresa relativamente pequeña -elabora apenas 200.000 litros/año-, pero que en un corto período de tiempo se ha ganado el reconocimiento mundial por sus productos. Liderando este proyecto se encuentra el “master distiller” Johnny Schuler, reputado catador e incansable embajador de los Piscos del Perú.

Llegamos a la Hacienda La Caravedo (en el departamento de Salas-Guadalupe, al norte de Ica) por la gentileza de Jorge Llanos Goyena, quién tramitó nuestra visita con antelación. Según documentos históricos, en esta propiedad hay registros de destilación desde el año 1684, lo que convertiría a este fundo en el primero del país en producir aguardientes.

Allí tuvimos la enorme fortuna que nos recibiera la jefa de enología del proyecto, lo que convirtió el paseo en una verdadera clase magistral sobre el Pisco. Pudimos admirar la bella e imponente casa patronal, la pérgola-jardín de variedades pisqueras, los amplios viñedos, el antiguo lagar, la enorme prensa de madera de huarango, la colección de botijos de barro; para terminar finalmente en las instalaciones de la nueva bodega, de diseño vanguardista, presencia inmaculada y equipada con cuatro alambiques alemanes de última generación.

Para coronar una soberbia experiencia, se nos permitió probar una gran cantidad de piscos, entre los que se encontraban algunos de carácter experimental que no están disponibles para la venta. Entre lo más interesante que pude catar estaban un aguardiente de uva Quebranta con 55% de alcohol y un pisco fermentado en botijos a la usanza del siglo XIX. Hablando de sus variedades comerciales, el que más me gustó fue el Mosto Verde de Quebranta.

Caía la noche cuando salimos de la bodega, casi sin darnos cuenta del tiempo que habíamos estado allí. ¡Verdaderamente fue una experiencia muy enriquecedora, así que agradezco a todos los que la hicieron posible!

¿Me siguen en esta aventura? La semana próxima les cuento sobre la última de mis visitas, además de las impresiones que me dejó la industria vitivinícola peruana. ¡SALUD!

 

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