A simple vista puedes ver como borrachos en la esquina de algún tango a los jóvenes de ayer. Empilchan bien, usan tupé se besan todo el tiempo y lloran el pasado como viejo en matiné.
-Seru Girán-
Hay jóvenes que parecen haber sido extraídos de las páginas más sórdidas y conmovedoras de Roberto Bolaño, donde el único camino que existe para desafiar al horror es el de la poesía. Esto puede resultar siendo una heroicidad o una gran simpleza; sin embargo, no deja de ser totalmente conmovedor, más aún cuando los textos reflejan felicidad, sufrimiento y las primeras vivencias.
El viernes de la semana pasada se presentó en la Feria Internacional del Libro de Trujillo “La comedia inútil”, la ópera prima de Eduardo Saldaña. Hace ya algún tiempo que la publicación de un poemario no era tan esperada por gran parte de los jóvenes trujillanos. Esto se puede inferir por dos motivos, el primero es que normalmente cuando un joven publica un libro de poesía en Trujillo no es apoyado por un buen trabajo editorial, cuya función no solamente debe basarse en una excelente diagramación, corrección y edición del libro, sino que también debe contribuir en su publicitación, en este punto es necesario resaltar el buen trabajo que ha realizado la editorial “Paloma Ajena Editores” por buscar distintos espacios físicos y virtuales para brindar un primer acercamiento a los textos y al autor. Esto representa también una evolución en su corta historia, ya que marca un antes y un después, teniendo en cuenta que las primeras publicaciones eran folletos y poemarios artesanales. Ahora vienen preparando publicaciones de otros autores, tanto poetas como narradores, y una antología de poesía joven de La Libertad llamada “Todos los ruidos” (pueden leer la convocatoria en su página de Facebook). Lo segundo es que la cantidad de poemarios publicados al año en Trujillo no tienen la calidad necesaria que se requiere para ser entregadas a los lectores, lo cual termina desgastando una atmósfera poca fructífera como la nuestra.
“La comedia inútil” se estructura en 4 partes esenciales. En el epílogo, el escritor Miguel Idelfonso menciona que existe una gran referencia a Dante Alighieri y a su “Divina comedia”, utilizando un espacio físico posmoderno y apocalíptico. En este caso, puedo agregar que las distintas voces líricas que van apareciendo en los discursos poéticos se encuentran perdidos en una especie de “selva oscura” plagada de edificios asfixiantes y barrios marginales donde aprenden a convivir con los amores perdidos, la escasez económica, las desilusiones de la juventud, las enfermedades, los fracasos, la lucha consigo mismo y otros temas más que logran tocar las fibras más íntimas.
La primera parte, titulada Concepci(.)n, comparte un tema ya explorado por otros autores de la región en sus primeras publicaciones poéticas: el entorno familiar. Podemos encontrarlo en “Los heraldos negros” de César Vallejo, “Álbum de familia” de José Watanabe, “Este es mi cuerpo” de Lizardo Cruzado”, y uno más reciente como es el caso de “Cartas a una reina” de Ray Paz Quesquén. No parece ser una coincidencia que este tema aparezca en los primeros libros de poemas publicados por autores, sino que justamente tiene como objetivo ser el cordón umbilical entre el poeta y su pasado, como una forma de reivindicación a lo primigenio.
En esta parte encontramos seis poemas que forman un camino de aprendizaje e iniciación, pues el sujeto lírico predominante en estos discursos utiliza la figura del hermano menor, la madre, el padre y el hogar como preámbulo para poder alejarse y confrontarse consigo mismo hasta encontrar la figura de la mujer amada.
Si Watanabe tomaba detalles muy simples de su entorno familiar para ir consolidando una mitificación de sus raíces, Eduardo Saldaña recurre a la enfermedad y al sentido trágico para lograr un viaje a la semilla familiar:
Por un lado: “Madre está tosiendo/ sus latidos son el código morse que usa para repartir a ciegas/ el cansancio/ sus dedos son flautas alargadas que tocan cada arteria/ del asma”.
Al padre: “¿Me oirás cuando envejezcas y las inyecciones no te alivien? / Yo soy el sucesor de tus gestos agónicos y rebeldes/ soy tu eco/ ¿Por qué me abandonaste cuando mi primer reflejo fue decir tu nombre? /
En este aspecto se puede percibir cierta analogía con la relación cristiana del padre e hijo, pues aquella interrogante como forma acusatoria ante un abandono eminente permite que el lector tenga una variedad interpretativa. Esto se consolida con los siguientes versos:
“¿Por qué mi grito se escucha como tus reclamos? / ¿Por qué sacrificaste al cordero sin esperar ningún milagro? / Sé que jamás podré descubrir la razón que nos hizo parecernos tanto.”
Estas figuras familiares conviven en una atmósfera totalmente deshumanizante:
“Luego los cuartos, pequeñas ratoneras de adobes y vigas/ también están los daños en las paredes prefabricadas/ estigmas de un milagro con la factura que jamás se canceló”.
Esta descripción del espacio físico sirve como forma de acrecentar la fe, logrando una oposición entre carencias materiales – riqueza espiritual:
“Solo cuando la lluvia desciende hasta ser lengua de barro/ somos lavados y castos como si el Jordán nos perteneciera/ aquí sucedemos/ pájaros carpinteros en la estación más insólitas: escasez”.
En los dos últimos poemas de esta primera parte, “Antielegía para mí mismo” y “Conmemoración”, el sujeto lírico se desprende del entorno familiar para emprender una búsqueda de sí mismo y del amor:
“Todo lo has perdido, chiquillo/ tus años escribiendo confesiones obscenas sobre las ojeras de una muchacha/ tu árbol en llamas trepando desde los pies hasta la madriguera de tu lengua…”
Del sujeto lírico se pueden deducir dos rasgos: lo esquizofrénico al dirigirse hacia sí mismo tomando cierta distancia y su condición de subalterno. El espacio físico que le sirve como iniciación son barrios marginados que representan lo trágico, pero también lo vitalizante, pues se da a entender que en estos contextos se aprende a encontrar el verdadero sentido de una vida sin máscaras y sin ataduras. Mientras el poema se va extendiendo, el estilo se va volviendo más crudo e hiriente
“Solo supiste inventar falsos dioses desnudos bajo la rabia/ arrastrarte hasta la plazuela como un potro salvaje con/ la mandíbula rota/ y en la pista/ sueños derramados entre barras blancas que no aspiraste a recuperar …”
Culminando con una correcta y bolañesca anti-romantización de la poesía: “La poesía/ ese animal en celo/ sería tu ruleta rusa”.
La segunda parte del poemario se titula “Plegaria a los ausentes”. Aquí encontraremos una despersonalización del yo lírico y una variedad discursiva relacionada a lo experimental y a lo lúdico. Los dos poemas principales son: “Tomás Ruiz se deja morir como a los últimos postes al amanecer” y “Vals nocturno”.
El primero es un homenaje a Tomás Ruiz y con él a todos los poetas marginados y excluidos del stablishment literario nacional. Es difícil escribir sobre él y no pensar en lo contrahegemónico y en lo valiente que resultan siendo algunas personas en una realidad que solo les ha dado carencias y sufrimientos. Trujillo tiene mucho que agradecer a Tomás, por su poesía y su loable trabajo editorial que permitió la aparición de voces interesantes como Lizardo Cruzado, David Novoa, José María Gahona, y otros más.
“Las bestias no saben que mendigaste con libros bajo el brazo/ y que conociste los barrotes/ como vértebras de la muerte/ no saben de tus reuniones clandestinas con el silencio/ pero ahora eres libre/ ya nadie te persigue …”
El poema “Vals nocturno” es clave en todo el poemario, ya que aquí se intercambia el discurso individual por uno colectivo con rasgos subalternos, ampliando la perspectiva que se tiene de las urbes y tocando como temas esenciales el paso irremediable del tiempo, las ilusiones perdidas y el fracaso de toda una generación:
“Oh muchachos/ cuánto tiempo ha pasado desde que prometimos no volver/ a mirar atrás y supimos que estábamos jodidos frente a tantas/ horas mal consumidas”.
“Oh muchachos/ al final perdimos el reino donde alguna vez fuimos arcángeles/ huyendo de las farmacias/ tocando fondo más allá del sueño sangrante”.
“ahora solo nos queda como testigo la experiencia y esta danza/ de ataúdes para una fosa comunal donde seremos enterrados/ boca abajo personificando nuestra única fuerza: la mala memoria”.
Estas dos primeras partes representan lo mejor del libro, tanto por el estilo, el ritmo acelerado, el lenguaje y las temáticas que se abordan. La tercera parte “Monólogo de Gabriela – el cantar del caos” no aporta mucho, las atmósferas utilizadas resultan algo monótonas, incluso identificando las distintas voces femeninas que dialogan entre ellas. Los versos son mucho más cortos y pausados, lo cual se opone al estilo de largo aliento que había dado buenos resultados.
En la cuarta parte, titulada “La sonrisa inútil”, se evidencia gran influencia de los poemas lúdicos y divertidos de “Este es mi cuerpo” de Lizardo Cruzado. Si el poemario empieza con una voz descarnada capaz de enfrentarse a sus recuerdos familiares, a la sociedad y hacia sí mismo, termina siendo consumida por la simpleza que representan el juego de palabras.
Este poemario se emparenta a otros que aparecieron en los últimos años en el Perú y en otros países latinoamericanos, como es el caso de “Los tiempos Jurásicos” de Kevin Castro, “El sueño de Visnú” de David Meza (mexicano), “Ceniza de rinoceronte” de Agustín Guambo (ecuatoriano), entre otros. Estos tienen en común algunos rasgos como el uso de elementos paratextuales, la pluridiscursividad, lo experimental, la intertextualidad y ubicarse, por lo general, en un espacio físico urbano.
Cabe mencionar que el título del libro es extraído de una frase encontrada en la novela “El túnel de Ernesto Sabato y que hay un poema donde se utiliza la voz de María Iribarne para dirigirse a Juan Pablo Castel, su asesino. Además de que en la parte final podemos encontrar distintas fotografías de espacios conocidos de la ciudad de Trujillo (el llamado “parque de los metaleros”, el baipás del Mansiche, etc.)
La poesía es aprendizaje. La pasión desbordada por su afecto a la poesía, la frescura del lenguaje y un estilo ambicioso y torrencial son las mejores armas que Eduardo Saldaña tiene para empezar a consolidar una voz que irrumpe en un ambiente tan adormecido como el trujillano. Espero que no decaiga como otras voces interesantes que aparecieron y que se fueron dilucidando con el pasar de los años. Todo depende exclusivamente de él, las ganas y el talento los tiene.
Hay que leer “La comedia inútil”, cada lector sacará sus propias conclusiones, estoy seguro de que, en su mayoría, serán positivas. Este escrito puede servir como un primer acercamiento.
Aquí comparto el teaser (elaborado por “Paloma Ajena Editores”) y un poema:
VALS NOCTURNO.
En nuestro propio territorio nos movíamos
súbitos y veloces
Seamus Heaney
Nadie descubrió
nuestras zapatillas lanzadas sobre los cables eléctricos como
sueños marginados
nuestro lenguaje mal abreviado violento e impulsivo
que no supimos domesticar sin antes empezar el viaje
nuestro sudor absorbiendo ese aire metafísico del desamparo
buscando un país inocente donde la estrella no nos
cortase los labios resecos con su filo
nuestra fugacidad en los sentidos repartidos cual documentos
de identidad entre los no nacidos para una bandada de pájaros
con blue jeans que deseaban desesperadamente ser siempre jóvenes.
nuestra botella descartable que sorbo a sorbo cumplía
cualquier deseo
nuestras primeas ilusiones en medio de la copulación
de estatuas y árboles que jamás serán violines
nuestra mirada felina cuando alguien nos decía que seríamos
las víctimas del mito destinadas a masticar una humillación
pública entre hoteles de mala muerte y esa confesión de los
semáforos como canserberos melancólicos corriendo por los
túneles antes de que la madrugada nos hiciera arrepentirnos
o hasta que Sodoma resplandeciera en nuestros
miembros
oh muchachos
cuánto tiempo ha pasado desde que prometimos no volver a
mirar atrás y supimos que estábamos jodidos frente a tantas horas
mal consumidas
oh muchachos
al final perdimos el reino donde alguna vez fuimos arcángeles
huyendo de las farmacias
tocando fondo más allá del ensueño sangrante
ahora solo nos queda como testigo la experiencia y esta danza
de ataúdes para una fosa comunal donde seremos enterrados