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Un objeto directo: la ficción realista de Angelo Agüero

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Lo novedoso de Objeto a, historieta de Angelo Agüero, no es su temática gay. Tampoco el que se haya publicado a través de Madriguera, joven editorial avocada a la literatura que ha decidido apostar por nuevos lenguajes. Mucho menos que se trate de un trabajo serializado y de formato notable, respetuoso con el lector. ¿Qué es, entonces, lo que tanto atrae de Objeto a y nos hace considerarla una de las historietas nacionales más arriesgadas del 2013? Simple: su sinceridad, su empatía y su calma narrativa.

Hay historietistas que encuentran en la narrativa gráfica una excusa para denunciar. Los hay quienes utilizan el medio para divertirse y divertir al lector. Están también los autores superficiales, los personalísimos, los escapistas y los que a menudo terminan ahogándose en las arenas movedizas del discurso intelectualoide. Todos ellos existen y coexisten en la burbuja historietística nacional, variantes más, variantes menos. Es decir, todo parece ser aceptado en nuestro medio, siempre y cuando nos mantenga intoxicados con altas dosis de violencia y fantasía. Trabajos como el de Agüero llegan a romper el cristal en casos como este, de incendio creativo, y hacen ver a los autores de ficción pura (me incluyo) como embaucadores profesionales. Enhorabuena.

Objeto a narra los pormenores de la relación amorosa (¿qué es el amor?) entre Ignacio y César, dos jóvenes de a pie, con inquietudes bastante cercanas a las de cualquiera. A medida que la historieta avanza en sus veinte páginas, ciertos visos de desinterés van apareciendo en cada uno de los protagonistas, escribiendo de a pocos la separación definitiva (e inevitable desde que la primera viñeta nos adelanta la ruptura, convirtiendo al guión de la obra en uno de causalidad). Es de felicitar el sólido trabajo de personajes y situaciones, ambos tan bien definidos que nos hacen pensar en qué proporciones se mezclan lo autobiográfico y lo ficcional.

Me atrevería a decir que el trabajo de Agüero no corresponde a la historieta de género. La homosexualidad de los protagonistas no es el discurso principal. Más aún, el autor decide asumirla como parte de la identidad de los personajes, sin que ello influya necesariamente en la construcción del conflicto. Es esa sencillez y franqueza la que vigoriza y enriquece el hilo temático de la obra.

No obstante, la mayor fortaleza de Objeto a es también su debilidad más notoria. A fuerza de emular a la vida y su devenir, el guión termina por impregnarse de cierta atmósfera errática que atenta contra la claridad de estructura. Así, cuando intentamos sintetizar lo leído recordamos la calidez general de la historia, pero pocas escenas en concreto. Tratándose de la ópera prima de un autor joven, esto es absolutamente excusable: cuántos viejos historietistas nacionales tienen hoy en día problemas aún más serios.

En cuanto respecta al tratamiento gráfico, la calidad es indiscutible. Tras leer la primera página, la influencia de Adrian Tomine en el trabajo de Agüero deja de ser un secreto, y aquí no hago más que reafirmar la precisión hecha inicialmente por Giancarlo Román. De cualquier modo, se trata de una propuesta limpia, sin ambages ni efectismos visuales de ningún tipo. La sobriedad de la composición (de página) sienta bien, y la inteligencia de la composición (de viñeta) sienta aún mejor. El autor demuestra una amplia pericia para resolver problemas gráficos, valiéndose de distintos recursos de encuadres y sombras para traducir gráficamente el ritmo exacto del guión. El tramado y la separación de planos son notables, y la síntesis de la figura humana cautiva por lo precisa y estilizada.

En conclusión, Objeto a es un título importante dentro de la producción editorial del 2013. A decir del propio equipo de Madriguera, aún hay tres números por publicar, lo cual alimenta la expectativa. Estemos atentos, pues. Mientras tanto, sigamos celebrando la aparición de artistas sinceros y con propuestas realistas, capaces de ponerle riendas a la ficción lisérgica de nosotros los embaucadores.

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