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“Un niño y su átomo” la película más pequeña del mundo

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El mundo de los átomos y las partículas subatómicas es una de las fronteras del conocimiento científico actual… y también un campo de juegos: basta ver la primera película filmada directamente en ese entorno pequeñísimo.

Hace unos meses se estrenó en internet un corto, Un niño y su átomo, que se publicitaba como “la película más pequeña del mundo”. Esto sonaba confuso, pero la verdad resultó clarísima.

El corto es una escena de poco más de un minuto, animada cuadro por cuadro. No es muy ambiciosa como cine, pero la tecnología utilizada para realizarla proviene de una investigación de presupuesto millonario: la de la empresa IBM para desarrollar nuevos dispositivos de memoria para computadoras. El objetivo es volverlos aún más pequeños de lo que ya son en la actualidad: que utilicen decenas de moléculas, y no componentes microscópicos hechos con miles o millones de ellas, para guardar datos. Para lograr esto se necesita poder controlar moléculas individuales.

En el centro de investigación de la IBM de Almaden, en California, se puede lograr esa manipulación, aunque (de momento) sólo en condiciones ambientales muy difíciles de conseguir y por medio de aparatos enormes. Durante dos semanas, a comienzos de este año, esos aparatos se utilizaron para crear Un chico y su átomo: dispuesta sobre una superficie de cobre, una serie de moléculas de monóxido de carbono fue usada para dibujar cada cuadro de la escena, que entonces se fotografiaba a través de un microscopio de efecto túnel. El microscopio amplificaba la imagen 100 millones de veces; los átomos de oxígeno de cada molécula aparecen en las imágenes como puntos realzados.

Los puntos dibujan una figura humana estilizada (el chico), que se encuentra a otro punto aislado (el átomo), baila con él y lo ve convertirse en un trampolín sobre el que puede saltar. Luego se ven un lema y el logotipo de la IBM, también dibujados con átomos. La intención, según los científicos que crearon el corto, es publicitaria y de divulgación; algo más que resulta interesante es que, a la hora de hacerlo, regresaron a los primeros principios del cine como arte y como medio.

No es sólo que la animación cuadro por cuadro (stopmotion) sea de las técnicas más antiguas del cine (hay ejemplos ya en 1897, dos años después de la primera proyección cinematográfica de los hermanos Lumière); el modo en que el átomo se mueve y se transforma, por medio de transiciones abruptas de una imagen a la siguiente, recuerda el modo en que otro pionero del cine, Georges Méliès, creaba efectos mágicos para la cámara. Aunque sea brevemente,Un niño y su átomo recuerda el carácter juguetón, de maravilla y descubrimiento, que tenía mucho del cine en sus orígenes.

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