Cultura

Un instante de silencio en el cosmos poético peruano: algunas anotaciones críticas sobre la antología (2009-2019) Tiro al blanco escrito con negro de Albert Estrella por Julio Barco

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Diez años es el lapso de tiempo creativo que recopila el último libro antológico de Albert Estrella (Cerro de Pasco, 1985) titulada Tiro al blanco escrito con negro, proyecto que pone a nuestro alcance una de las poesías más híbridas y atrevidas del ande peruano; trabajo lírico que se aleja de lo retórico, sabe beber de las aguas de la tecnología, no para sumergirse en los acueductos banales del nombre o el hechizo del canto dirigido por un cultivado poder, sino para criticar las formas más íntimas del lenguaje poético; asunto que Estrella, formado e informado, recupera y agudiza, circunspecto como cirujano desde una observación desencantada como intensa, crítica como violenta.

Desde el prólogo, se observa la intensión del autor; curioso descontento y profunda mirada sobre el trabajo del tiempo frente a los versos “Un Autor como Borges, a los setenta años, con toda su erudición, esperaba la decantación del tiempo como si los textos fueran formaciones geológicas y donde el rio es el tiempo.” como también un ritmo  e intensión no concretada, lo que genera una sed de movimiento, un tenaz ejercicio de la palabra, de seguir el tan anhelo ya : Esta edición por tanto tratará de no perpetuarse, al ser una mera percepción mía, una opinión superficial de lo que yo considero mis mejores textos. Es por tal motivo que evadirá el “depósito legal” y sólo habitará en la biblioteca de algún lector conocido por mi persona y que sienta un verdadero interés por este arte de la prestidigitación, de querer darle al blanco, pero no acertar, de querer escribir una cosa , cuando en realidad escribías otra cosa .

En ese arte de prestidigitador, el artista es un mago, es el diseñador que clava su sentido frente al caos y la nada; elevando la subjetividad, crítica y mirada plena que tiene quién desea comunicarse desde lo interno, expectorar y entender lo real, y explicarse a través del lenguaje; lo que termina también constituyendo un ejercicio de taumaturgo.

Sin embargo, la poesía de Estrella es también consecuencia del rico trabajo poético que realizó la poesía peruana a inicios de siglo XX, es decir, todo es riquísimo detritus poético infecta su arte escrito, como purulenta música ingresa y sacude las raíces y brota entonces la libertad y originalidad de la vanguardia; como también el trabajo de poetas latinoamericanos, -sea la Literatura de la Onda mexicana, Los Infrarrealistas, Hora Zero, Nadaísmo colombiano, etcétera- así como de la irrupción de internet en el espacio poético. En ese sentido, lo interesante de Albert es su afán de lograr un auténtico modo de ser en el uso de la palabra, de manifestar su un cosmos propio, donde la tecnología, la ciencia, la desesperanza, lo irónico, el propio sentir los sonidos mentales de lo poético sirven de axiales para la creación de su propio cuaderno lírico.

Distanciémonos de las emociones que nos brotan al escribir sobre su verso y sus vigorosas posibilidades, miremos con lupa quisquillosa, de animales curiosos, la composición de uno de ellos. Elegí Mi generación Markada, por contener bastantes guiños del arte de Estrella: trabajo con los soportes del lenguaje poético, uso de la tradición, lenguaje coloquial e inteligente, creatividad desbordante:

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Así, de modo súbito, con esa ventanita con cita azul y un equis dentro de un cuadrado rojo y tres opciones como rótulo de una interrogante, que debajo prosigue el hilo del poema; hilo donde Estrella una realidad cuántica donde lo observado dentro de la mente del autor, en este caso el balance personal de su generación con la propia simultaneidad de internet se alimentan y funcionan en la misma escena donde se da lo poético; Albert es como un pintor que uso la mancha de tinta de vino como parte de su arte, cociendo en él –como Joyce con los pentagramas musicales, Ezra Pound con los ideogramas, Juan Ramírez Ruiz con el lenguaje pallareiforme, o Haroldo de Campos siguiendo a Pound con otros ideogramas, por no citar a Verástegui, o a Zurita, entre muchos otros- pedazos de otros lenguajes, espacios que sirven para amplificar, hacer dudar del punto de escritura, romper los hilos de lo lógico (1), deshacerse de la mirada cosificada del poema como párrafos regulados de forma métrica y abrir otros soportes/ ejes mentales/ espacios de copiar & pegar/ cortar & cargar contenido como mecanismo soporte-funcionalidad poética; no es casualidad el uso de Xavier Abril para abrir el poema de Estrella; es Abril un vanguardista, obstinado, trotamundos, disímil, loco artista que trabaja de forma tenaz el verso y es parte también de una época dorada, aquella vanguardia con Moro, Eguren o Vallejo o Churata; Estrella, que los ha leído y releído, es también parte del contexto de otras poéticas que afectan más su tono, tanto Verástegui como la desbordante y

(y 3)

Como vemos, el tono de poema se mantiene, logrando un efecto tanto desenfadado como sincero, trasgresor e ingenioso; se-trata de un artista que comprende el ser vivo, es decir, el ser de lenguaje que es un poema, y trabaja organizando esquemas de vitalidad que nutren la auto-conciencia del texto; es también destacable el uso de cursiva y mayúscula para abrir más movimientos rítmicos dentro del verso, que ya no se sabe si es poema, rap, o prosa cortada, rápidamente repetida como salmo o como motor de energía interna. Pienso –extrapolando la idea de Estrella- sobre la generación marcada (con C de César Vallejo) por Daddy Yankke como Zuckerberg, 2 personajes tan esenciales para entender nuestro entorno, que, afectaron a su modo en nuestras percepciones y recuerdos, y como ello, dentro de un ámbito que puede ser sacro o lúdico, que es el ejercicio poético logra canalizar y tornarse forma; esa generación marcada, no tiene solo a Estrella como un faro del re-mixeado de la realidad global sino a varios tenaces programadores de poesía como J Stiven Medina, en Andahuaylas, o Moisés Jiménez Carbajal en Arequipa; o incluso proyectos como los de Sub 25, o los de los hermanos Vera que incluyen diagramas o ejes virtuales, e incluso trabajamos más recientes como el libro Hospital del viento del crítico y poeta Paúl Guillén; en fin, toda una generación marcada por iniciar sesión en una red social, por las redes que fomentan los hipervínculos, por algoritmos que acendran nuestro pensar, por chats y emoticones, por memes y formas digitales de interactuar; creada por un norteamericano, que usa, como todos saben, los datos e información de los usuarios como objeto de comercialización; en fin, tampoco son épocas oscuras para el poema y sus usuarios, al contrario, estos espacios, con sesión iniciada, sirven como plataforma de entendimiento de muchas formas de crear arte, culturas y miradas; de colocar ideas, de compartir libros y antologías que servirán para alimentar el movimiento poético; si uno conserva alegre los ojos puede observar el infinito paisaje que también añaden la tecnología dentro de su escritura; frente a ese entorno, su trabajo destaca como una apuesta lubricada desde el estudio y entendimiento, como una relectura de muchos otros soportes/ejes de comunicar un poco el logos donde la mente contemporánea gira –como trompo- al moverse dentro de la nueva realidad. Este interés de colocar imágenes continúa en otros versos como:

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Donde observamos un juego literal de sentido del signo, una continuidad de discurso entre verso e imagen, o

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Este último recuerda la poética de Alberto Hidalgo en Química del espíritu, especialmente aquel poema tan plástico llamado Jaqueca, que es así:

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En ambos poemas, tanto el poema artefacto sintítulo de Albert Estrella como Jaqueca de Alberto Hidalgo tienen un espíritu lúdico de romper las formas del verso e idear una forma seguir el espíritu que se propone decir; espíritu que refleja claramente el carácter iconoclasta de los dos bardos, es decir, su rebeldía, la subversión contra los sentidos planteados y la posibilidad de resemantizarlos; no deja de ser también influencia el universo del Nintendo o los videojuegos que dan la idea de un disparo, de dos círculos que se mueven, ejes, pupilas que suavemente tiemblan: la semántica poética muta, parpadea hacia otro sentido que nos recupera como forma irónica, como forma incompleta, como unidad dentro de un cosmos plural donde inquietantemente observamos la destrucción del Poema y entramos a un espacio de juego; de un extremo a otro extremo del siglo dos poemas se observan, sus discursos y miradas nos abren nuevas formas de reflexionar el arte moderno; que es sin duda exploración e intensidad en los que manejan los códigos sobre los que se sostienen.

En esta antología Estrella tiene claro sus referentes: Héctor Hernández Montesinos, Antonio Cisneros, Eliseo Diego, Gonzalo Rojas, Xavier Abril, Rimbaud, Allan Mills, Fito Páez, Rodrigo Fresán, Heidegger, Nelly Sachs, Neruda, Van Gogh, César Vallejo, Zymborska, Zurita; u otros con los que ironiza como Coelho o Hitler. Es natural que su poética sea un diálogo como un entender nuevamente los ejes discursivos de esta gama de autores, como también recuperar sus propias poéticas para nutrir la suya, lo que me parece un acto destacable dado que la poesía es un sumo diálogo de voces y miradas, que tejen y crear el bosque simbólico; esta antología no solo tiene poemas de sus Cuchillos afuera (2009), Cielo de Pasco (2018), Po-Ética O la construcción del cielo (2011), Las Súper-Cuerdas (2013) también presenta dos ensayos sobre poesía; uno de ellos, nos arroja el trabajo que hace Albert Estrella con otros referentes:

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En ese sentido,  recupera la misma energía dada y guardada en los versos, tornando su arte un espacio alquímico de ecos y latidos nuevos, un magma sustancioso de colores, como una suerte de nueva rapsodia modernista, que como sabemos, con Rubén Darío a la cabeza, creo un arte de muchas texturas y diálogos culturales; aquí, observamos:

La poesía –para él (tal vez para algunos Quantos más, incluido H.H.) –sería una autobiografía del lector, quien escribe lo que el poeta deja como figura”

Curioso fragmento: nos permite ver la camada de autores que transfiguran las voces poéticas buscando un camino de identidad propia, como Allan Mills o H.H., que es el chileno Héctor Hernández,gran motivador de las nuevas formas de modelar-barajear-subyugar-concatenar el art poetic; tornando la actividad de escribir poemas  como una senda personal, de aprendizaje perpetuo, de tonalidad del uno mismo, de búsqueda sobre nuestras propia realidad, esquema, voz y universo como flor abierta ante nuestros ojos. Este poema también sirve de espacio teorizante sobre la propia naturaleza poética,:

 el lenguaje tiene agujeros de gusano que te transportan en el espacio, tiempo y sentido del texto porque la hoja en blanco es el UNI – VERSO y donde si uno escribe inicio al final de un texto, no corresponde como sugiere la física Quántica, que uno en las antípodas del texto cuando ya ni nos acordamos de él, (y8) que sitúan el timbre lírico del autor en una suerte de exploración bajo la piel de lo dicho, bajo formas y tonadas, en lo más erizado del signo,:

 Nuestra poesía cuenta “la nueva novela” de la lírica (a manera de Juan Luis Martínez) y empieza con el clásico había una vez, un yo que retornaba a sí mismo que ahora eres tú el que está leyendo y retornando hacía ti. (y9)

Este manifiesto nos arroja a pensar la poesía en su estado más biológico, ampliando incluso una parte sobre la vida de los gorilas, que serían los poetas canónicos y su inevitable nivel de supervivencia de generación en generación; los poetas, como gorilas, viven en constante intercambio de adjetivos aunque también de posturas y miradas, de artes y críticas que solifidican el canon de un siglo a otro; esos desajustes y violencias son como los gorilas, aunque más atrevido me resulta el siguiente simil, donde Estrella argumenta de la posibilidad de entender el lenguaje en la dimensión del ARN & ADN, donde, según Vallejo:

(y10)

…todo poema es un ser vivo y el arte poético, en realidad, tiene una gran importancia para el ser humano, ya que termina rigiendo como un certificado de vida, totalmente profunda y esencial; entonces el ADN sirve para sostener la idea de poema como biología y el acto poético como una investigación desde y dentro de lo más vivo que poseemos:

(y11)

Hay todo esto en el arte poético de Albert Estrella, una poética elaborada con la energía de los viejos maestros, pero bien plantada en la ironía, juicio, angustia de nuestro tiempo virtualizado, segundo a segundo, con clicks modernos, sonidos de teclados, ventanitas abriéndose mientras uno teclea su mente en sí misma abierta como lánguida flor, o en un Paint donde copiar, pegar, cortar, cargar la mitad de tu vida, mientras las cabinas de internet siguen ululando de la soledad del artista que, cargando de sensaciones, oyendo a Spinetta o Charly García como a Li Po o Panero, pueda resetear el viejo cassette (donde chirría la voz de Antonio Machado cuidadosamente formal, de Eguren asustado, de Juan Ramón Jiménez iluminado por la luz) de la lírica y comprenda el infinito poder de electrizarla; mezclara y construirla desde orilla disímiles, donde yo y tú sean una hoja de word perfectamente trabajada en la soledad, con ejes y campos, con fuerza y vida, y recuperar en el gozo a tantos astros; ese resetear que planteaba gente como Reynaldo Jiménez, en obras como Ello inseguro, cito:

Como del juego manos
Hacinando de amores
Así andando por mor
Como bestias de carga (12)

con la nueva rueca de la pospoeticidad y la reinvención lírica. Aquí está Albert Estrella con su nueva antología que son 10 años de trabajo y rebeldía desde el software del signo.

NOTAS:

(1) La continuidad de absurdísimo que ya César Vallejo planteaba en Trilce.

(2) y (3) Del poema Mi generación markada

(4) Del poema Abisnauta.

(5) Que no posee un título pero, por su singularidad, funciona como artefacto dentro del poema.

(6)Poema Jaqueca de Alberto Hidalgo

(7) y (8) y (9) y (10) y (11) Poema la Re-Evolución de la literatura

(12) Ello inseguro pág. 74

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