Cultura

Un «Diablo Bueno»

Lima Gris conversó con el ingeniero Manuel Salas Córdova sobre sus obras y la literatura publicada en torno a la Amazonía.

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Existe un lenguaje común para hablar de vivencias o hechos ocurridos en la selva. De ahí que los diversos autores, unos con más ingenio o talento que otros, han ficcionado de manera propia y particular sobre ese universo verde. Como muestrario tenemos a escritores de la talla de Arturo Demetrio Hernández o Francisco Izquierdo Ríos quienes a través de su narrativa, lograron  llevarnos a ese mundo misterioso y único. Pero ellos no están solos los acompañan una pléyade de nombres y de obras como Jenaro Herrera con “Leyendas y Tradiciones de Loreto” (1918), Sacha novela, según se dice  la novela pionera selvática que corresponde a César Augusto Velarde y fue editada en 1928.

Arturo Hernández, recreó las aventuras ocurridas a orillas del Ucayali en sus novelas Sangama (1942), Selva Trágica (1954). El pintor y escritor César Calvo de Araujo publicó en 1963 Paiche y su hijo el poeta César Calvo Soriano dio luz en 1981 a Las Tres Mitades de Yno Moxo y otros brujos de la Amazonía, una obra caleidoscópica sobre el mundo mágico de la Amazonía. Para completar esta lista, no podemos dejar de mencionar a “Pantaleón y las Visitadoras” de Mario Vargas Llosa que fue llevada al cine en 1975 y 1990.

Demetrio, el mitayero

Tres títulos más debemos sumar a este género, pero esta vez nos ubicamos en la selva cusqueña de Kcosñipata (provincia de Paucartambo) para dar título a las novelas Obsesión de Libertad (2016) y Demetrio el mitayero (2022). La tercera entrega, De París al Paititi editada en el 2018, relata una de esas locas aventuras de los que buscan el mítico Paititi y terminan devorados por la selva y sus misterios. Los tres temas son producto de experiencias vividas con los personajes de las narraciones, vale decir que se tratan de novelas realistas.

El autor de esta singular trilogía es el ingeniero químico cusqueño Manuel Salas Córdova, a quién su vocación literaria lo ha llevado a integrar el Círculo Andino de Cultural  con sede en Lima y acceder a la Presidencia del Patronato Regional Cusco.

Manolo siempre supo que lo suyo aparte de las fórmulas y la malta, era la literatura. De ahí que nunca dejó de ser un  lector compulsivo como lo fue su padre a quien nombra en dos de sus novelas y coge las historias que se vivieron en sus  ex haciendas Santa Rosa y Edaphos,  esta última ubicada en las cercanías de la comunidad nativa de Wachipayri (Alto Madre de Dios). En esta especie de paraíso, conoce a personajes como Demetrio Terrazas Hancco, el mitayero, llamado así por su condición de cazador y pescador. Un hombre que vivía de acuerdo a sus propios principios y de tan feo fue bautizado como el “diablo” pero por su bondad, era considerado un diablo bueno.

Salas relata la vida de este personaje de manera lineal, haciendo hincapié sobre el doloroso pasado que lo persigue como una sombra hasta encontrar en el amor y un hogar la calma que se rompe abruptamente por la llegada de un grupo de seudo estudiantes quienes van en busca de  supuestos guerrilleros y gracias  a una maquinaria de engaños y enmascaramientos, urden un plan y lo  acusan falsamente de haberse unido a  un  grupo subversivo, totalmente inexistente en Kcosñipata. Demetrio es asesinado y su manoseada historia sirve a personajes corruptos para obtener grandes ganancias. Son los años de inicios del 60.

Hacemos un alto, para resaltar la maestría con que ha sido relatada esta historia, utilizando un lenguaje claro y directo, así el lector puede recorrer las páginas como si fuera el interlocutor que escucha a un amigo que se la cuenta para dejar constancia de la vida y muerte de alguien que conoció de cerca.

Demetrio, el Mitayero, ha sido presentado en la última feria del Libro en Cusco y espera hacerlo en pronta fecha en el Club Cusco de Lima.

Lima Gris conversó con el ingeniero Manuel Salas Córdova sobre este título y los demás.

Descubro que hay un nexo entre tus novelas, especialmente con Demetrio el Mitayero y Locotone, pues están estrechamente relacionadas con las dos ex haciendas de tu padre Edaphos y Santa Rosa, ubicadas en el distrito de Kcosñipata. ¿Esta narrativa responde a las vivencias que experimentaste en tu niñez y juventud?

Es verdad, mi padre llegó a la Selva de Kcosñipata, a Edaphos entre el río Keros y Sabaluyoc el año 1954, a partir de entonces en mis vacaciones de Julio y de Diciembre yo lo acompañaba, y como todo niño tenía fantasías y me fui familiarizando con las gentes en el fundo, y con sus familias, buscando siempre el equilibrio de edad, así nace mi amistad con la etnia wachipaire, que vivían muy cerca  a la casa de mi padre.

El entrañable Demetrio, feo de rostro pero poseedor de un alma superior, ha sido un personaje que formó parte de vuestra vida. Seguro por ello recogiste y mostraste su singular historia en la novela Demetrio el Mitayero y también como una manera de hacerle justicia.

Demetrio trabajó muy poco tiempo con mi papá, yo lo conocí cuando en una de mis vacaciones, llegó a casa ofreciendo carne de venado y pescado (dorados y boquichicos), y pieles,) y tuvo una larga conversación con mi papá y escuche y capté sus frustraciones, y comprendí porque quería ser independiente; mi padre para ayudarlo le dio un salario para que cuide Edaphos, porque ahí tenía frutales, café y cacao.-Luego me contó toda la historia del buen Demetrio,…de su encuentro con Anita y su amistad con los misioneros americanos de Keros, y cuando sucede la tragedia, mi padre y el misionero hacen lo imposible por conseguir justicia, pero todo esfuerzo fue nulo y frustrante, y pasado el tiempo decidí escribir esa historia como un homenaje a su memoria.

¿Qué relación tuviste con los wachipayris y Matchiguengas? ¿Alguna vez nos contarás sobre sus tradiciones, costumbres y mitos?

Con los wachipaires me familiaricé mucho, porque ellos tenían sus casas muy cerca del fundo de mi papá y trabajaban en agricultura, y  también cocinaban para el; aquella vez, mi papá había sembrado arroz, no recuerdo si fue dos o tres hectáreas, y nos dio la  tarea de cuidar el arrozal y hacer bulla para espantar a los pájaros que destrozaban las espigas, en esta labor estaba yo, Alejandro Jahuanchi, y Martín Wachipaire, así que como adolescentes, jugábamos a la guerra,, salíamos a pescar, nadamos en el rio, y con el permiso respectivo también íbamos a cazar, así nuestra amistad  se fortaleció, mi papá los llevó al Cusco, para que conozcan la ciudad, los hospedamos en casa, con el tiempo Alejandro Jahuanchi fue el curandero de la tribu, el primer profesor y finalmente el jefe, amante de la naturaleza y poseedor de una filosofía de vida que aún admiro; quiero escribir sobre él pero su familia no me envía la información que les pedí.-Con los machiguengas mi amistad no fue muy cercana, conocí algunos en la misión de los Franciscanos en Pillcopata.

Locotone, obsesión de libertad, es tu otra novela en donde el protagonista tiene una relación amical con tu padre. Es el relato bellamente construido de alguien que no pertenece a la zona, si no que deja voluntariamente la civilización para exiliarse en la selva. El tema pudo haberse llevado al cine, ¿Qué falló?

Locotone es un tema apasionante, un personaje riquísimo para desarrollarlo, él contaba sus historias a mi papá y yo lo escuchaba con una atención, que desarrollaba mi imaginación creo que lo que pasaba por mi mente estaba más lograda que un película, sobre él tenía algunos apuntes en cuadernos donde anotaba cosas y pasajes que no quería olvidar. Este tema interesó mucho a un conocido cineasta, pero lamentablemente no se consiguió presupuesto, ya que la inversión debía ser grande debido a que había que movilizar personajes a diferentes zonas de la sierra, la selva y costa y además había muchos personajes.

¿A cuántos escritores que escribieron sobre la selva conoces? ¿Quiénes son tus referentes?

No muchos, solo leí Sangama de Arturo Hernández, Ino Moxo de César Calvo, y  algunas aventuras de fantasía como Tarzán y Jim de la Selva, creo que la selva siempre fue un tema enigmático y apasionante para mi.

¿Se puede escribir novelas siendo ajeno a la profesión de las letras? Tú eses esencialmente un ingeniero químico, ¿Cómo influye tu especialización en esa narrativa?

Me siento responsable como  ingeniero Químico, carrera en la que  trabajé por 47 años, y como escritor creo que soy solo un aficionado, y no veo que las letras y los números o la parte exacta de la ingeniería no puedan combinarse. Desde niño escribí relatos de mis vacaciones, y algunos poemas, ahora después de haberme jubilado tengo tres libros y más de 350 poemas no editados todavía, creo que lo importante es ponerle pasión a lo que haces.

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