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TRUMP Y PUTIN: AMIGOS Y RIVALES

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Como en Games of Thrones solo hay lugar para uno en el Trono de Hierro y en este momento son dos los que compiten por la hegemonía, ambos hombres, rubios, nacionalistas, militaristas, hetero-patriarcales, y  sin remordimientos a la hora de bombardear países pobres; y por supuesto, no olvidemos, son atractivamente antipáticos. Pero lo más extraño de ellos es que se admiran mutuamente a un nivel casi lacaniano mientras  compiten por demostrar quién es el macho alpha. Como en Highlander, al final solo puede quedar uno.

Para nadie es misterio que se gustan (en sentido no homoerotico) y comparten mucho en común. Por un lado  ambos no están atados por el stablishment político ni financiero. Mientras uno, Putin, se encargó de devolverle la autoridad al Estado enviando a prisión a los plutócratas rusos poco afines a obedecerle; el otro, Trump fue más lejos desde el comienzo, y es que él llegó a la Casa Blanca sin deberle favores a los multimillonarios, porque por sí mismo él es multimillonario. Si Trump tuviese una frase que lo englobara sería “para oligarca yo”. Esto ha granjeado a ambos  una cierta autonomía ejecutiva,  pues no deben nada a nadie, y como fenómeno político es interesante, pues han logrado desposeer a las élites económicas del stablishment  del poder político del que se habían adueñado en los 90’s.

En buena parte ellos son consecuencia de sus orígenes de clase. Uno fue militar de KGB y  viene de San Petersburgo, que aun en los tiempos de la URSS, era la ciudad más rica y occidental del bloque oriental.  Mientras Trump proviene de Nueva York y de una familia de empresarios de la construcción. Ambos fueron y están altamente concientizados por la grandeza de sus respectivas patrias. Putin creció admirando la majestad imperial  de la arquitectura zarista de su ciudad, mientras Trump debe sus devaneos de soberbia a la megalomanía altura de los rascacielos de la Quinta Avenida. Eso los ha llevado a buscar identificarse  como imagen y símbolo del Estado y la Nación.

Lo suyo definitivamente es un autoritarismo sin complejos. Ambos son de derecha, conservadores y reivindican un patriotismo popular. En Putin se reivindica el pasado soviético en tanto grandeza imperial, descartando el socialismo internacionalista. Eso va en sintonía con el American Great Again de Trump. Pero en algo más se parecen y es que ambos con su apelación al pasado glorioso lo que realmente están haciendo bien se podría titular En busca de la unilateralidad perdida. Odian el multipolarismo por el desorden que ha generado en el mundo y descalifican a sus opositores internos como antipatriotas en el caso de los plutócratas críticos de Rusia, y como inútiles perdedores a los demócratas. Si están  en el poder es que más que huirle al discurso institucional del que desconfían abiertamente, es que han logrado expresar en sus votantes que son precisamente ellos, Trump y Putin  los que encarnan la lucha del ser Humano contra el Sistema. Es Putin contra el orden internacional, o Trump contra el Stablishment, y eso es feelin para el votante que identifica como su enemigo al Sistema, y mientras siga esa identificación ellos seguirán en el poder.

No es que el futuro este condenado al fracaso, es que la Democracia tal como la conocemos ha muerto desde que las personas creen más en los sentimientos que en los hechos. Eso es la posverdad. Y mientras Trump y Putin exhiben  su musculatura militar en Ucrania o Siria, se miran de reojo y seductora envidia  quien finalmente se coronara como cabeza de la civilización occidental cristiana. Porque en el trono de hierro solo hay lugar para uno, pero en la tumba de la Historia caben todos.

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