En Lima estamos acostumbrados a ver en fechas muy cercanas a las elecciones municipales docenas de obras que inician en medio del rotundo tráfico y caos. Letreros anunciando “Hombres trabajando” acompañados de nombres de diversos alcaldes distritales, todo depende en qué zona de la ciudad transites para poder observar a los obreros romper pistas y veredas. Algunos creen que todo esto solo se hace con el único fin de gastar el presupuesto para poder robar.
En Trujillo, el alcalde Elidio Espinoza, no tuvo mejor idea que remodelar la Plaza de Armas de la ciudad de la eterna primavera, justo en estas fechas. Una hermosa plaza que no ha tenido la necesidad de ser destruida para ser remodelada. Pero esto no es lo escandaloso del asunto, tampoco es que se han destruido áreas cubiertas por mármol extrapulido de 1534, como dicen algunos historiadores dummies de las redes sociales, ya que eso es completamente falso. Lo realmente escandaloso es que una empresa sancionada por el Estado, se haya adjudicado la obra de la remodelación de la Plaza de Armas por la suma de 3 millones 368 mil soles.
Es decir, como puede la empresa ARESA Contratistas Generales S.A.C sancionada por el Tribunal de Contrataciones del Estado, ser la empresa elegida para realizar dicha obra, teniendo como antecedente la sanción del año 2011 a través de la resolución Nº 10-44-2011-TC-S2. Una grave sanción por haber presentado documentos falsos.
Por qué los ciudadanos permitimos este “roba pero hace obra” a los diferentes alcaldes del Perú. Como mencionó Percy Vilchez “Lamentablemente, sucede que la gestión de Elidio Espinoza es el más grave de los desastres que ha debido afrontar Trujillo en los últimos años, sobre todo, en el plano de la ejecución presupuestal puesto que hasta la fecha no llega a ejecutar el porcentaje adecuado a una institución de tanta importancia como la Municipalidad Provincial de Trujillo. Esta característica ha facultado al director ejecutivo de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios, Pablo de la Flor, a denegar a la MPT cualquier posibilidad ejecutora respecto de las obras a su disposición, la que solo sería receptora de algunas obras respecto de algunas vías de comunicación. Es decir, una vergüenza total”.
Ahora toca preguntarnos desde la distancia, por qué una ciudad con una gran tradición de intelectuales permite el saqueo y una negativa gestión municipal. Acaso en Trujillo no hay gente capaz de levantar la voz y reclamar por estos hechos que se hacen cada vez más recurrentes por parte de las autoridades municipales.
Esperemos que ese silencio no sea debido al temor de mucha gente de soltar la mamadera y otros trabajitos que les sale de la municipalidad. Hay que entender que el silencio no es una mercancía que se compra, ese silencio con el tiempo se convierte en un grito ahogado que terminará atorando a mucha gente. Sabemos que la corrupción no conoce de edad, raza o partido político, y como se sabe, es una enfermedad que goza de proteccionismo y se respira en las esferas políticas.
No pretendan remodelar para robar, no inventen números y cierren bien las cuentas, que los alcaldes no se hagan los graciosos, porque puede terminar en los calabozos.