El discurso dado por el presidente Mauricio Macri el día lunes 30 de octubre en el Centro Cultural Néstor Kirchner marcó a las claras el comienzo de un segundo período dentro del gobierno de Cambiemos. Ha sido dentro de ese discurso en donde se plantearon los tres puntos centrales que marcaran la agenda de la presidencia en los días por venir: la modificación del régimen tributario y el control de la tasa inflacionaria; la creación de nuevos empleos y la mejora de la República en sus prácticas institucionales. Lo que claramente es una agenda de modificaciones neoliberales queda planteado como una mera mención de cuestiones que ninguno se atrevería a denominar fuera del sentido común de todo ciudadano más o menos coherente. Pero, ¿no es ese el mejor disfraz del lobo? ¿El de presentarse como la tierna oveja del “sentido común”?
En lo que respecta al primer punto, el cambio del régimen tributario apunta a la desaparición de algunos impuestos que están fuertemente vinculados a la existencia de los gastos estatales. Esos mismos gastos son los que producen una tasa inflacionaria “descontrolada”, desde el punto de vista del macrismo, por lo que modificar los impuestos y reducir el gasto público son cosas que van de la mano. Los primeros afectados son, claro está, los que dependen de esos beneficios que el Estado debe asegurar, como los jubilados, mencionados dentro del discurso como principales beneficiarios y, lateralmente, como posibles víctimas de estas alteraciones.
La modificación del régimen tributario es, también, parte de una agenda que busca beneficiar a las empresas privadas. Liberadas del peso del Estado a la pura lógica de la competencia, esas empresas sólo deben responder a su consciencia para hacer y deshacer en el panorama mercantil. Ese mismo panorama incluye al trabajo: ¿qué nuevas modalidades se inventarán para que los empleadores puedan contratar a más personas, pagar menos beneficios sociales y ofrecer contratos cada vez más endebles?
La mejora institucional tiene un solo objetivo: bajar lo que el gobierno denomina las prácticas burocráticas heredadas de gestiones anteriores y modificar el funcionamiento del aparato judicial. Y si bien el mismo lunes 30 por la mañana renunció la que era el principal blanco de críticas del macrismo, la Procuradora General Alejandra Gils Carbó –la cual asumió durante el kirchnerismo un puesto vitalicio-; eso no significa que la cruzada por intervenir sobre el funcionamiento de uno de los tres poderes de cualquier sistema republicano haya terminado. ¿Será parte de este plan de terminar, entre otras cosas, con lo que esta fuerza política denomina cínicamente “la mafia de los juicios laborales”?
El discurso de Mauricio Macri en el día lunes dejó muy en claro una cosa que, en el corto, mediano y largo plazo, volveremos a comprobar una y otra vez: los cambios más preocupantes de cualquier gestión se disfrazan, siempre, de innovaciones que benefician al mercado y a las empresas privadas, pero dejan a su suerte al trabajador. Lo dijo Hobbes cuando pensó la naturaleza misma del Estado: en el marco de lo natural, el hombre no es otra cosa que lobo del hombre.