Opinión

Treinta años de “Sinfonía del kaos”

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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En noviembre de 1993, salía editado mi poemario “Sinfonía del Kaos” (SDK), un libro que escribí en primera adolescencia. Eran los ochenta, el mundo se caía a pedazos, se derrumbaba el muro de Berlín, la URSS se desintegraba en quince estados y el Perú se debatía en una guerra interna que a la larga se cobraría la vida de 80 mil peruanos. En ese contexto convulso y nada promisorio escribí esta sinfonía con respaldo del jazz, el rock, el blues, la psicodelia y la música chicha; y la lectura siempre atenta de los poetas antisistema, contraculturales o clásicos del simbolismo francés y un largo etcétera.

Recuerdo cuando visité a Arturo Corcuera que en ese tiempo era director del Instituto Peruano Ruso, y sentado sobre el pupitre de su oficina me dijo “Eres un excelente poeta, pero no deberías firmar como Rodolfo V. Ybarra. Anula esa inicial ‘V’” y me entregó una carta donde nos cedía las instalaciones de ese viejo local de la avenida Salaverry para presentar este poemario, que, por cierto, no fue mi primer libro sino el segundo, pero sería el texto que, de alguna manera, me pondría en el camino generacional y las letras de mi país.

En la desaparecida ANEA le alcancé mi libro a Cronwell Jara quién escribió el artículo: “SINFONÍA DEL KAOS” DE RODOLFO YBARRA: CUANDO LA POESÍA SE HACE HISTORIA, donde apuntaba: “SDK de Rodolfo Ybarra, es un poemario que dará mucho que hablar a los señores dedicados a las ciencias sociales y a otras personalidades. No es un libro de poemas más, como muchos que aparecen a diario en esta ciudad de Lima. Es un excelente libro de poemas. Excelente como lo es “Trilce” de Vallejo, “Una temporada en el infierno” de Arthur Rimbaud, “Cantos de Maldoror” del Conde de Lautréamont, “Los extramuros” de Enrique Verástegui o “Aullido” de Allen Ginsberg. El mismo Verástegui después de leer el libro dijo que yo era su sucesor.

Por cierto, el tiraje de este libro fue de mil ejemplares y se acabó solo en tres meses. Luego aparecieron ediciones piratas, incluso una muy conocida que se hizo en la UNMSM y que fue hecha solo de fotocopias y se vendía en una conocida librería dentro de la universidad.

Han pasado treinta años y aquí seguimos en la brega. ¡Salud!

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