El filme dirigido por Steve Caple Jr. llegó a las salas de cine luego de una campaña publicitaria que incluía a una de las maravillas del mundo como escenario principal de “Transformers: el despertar de las bestias”. La producción pagó S/ 8,000 mil soles diarios por filmar en Machu Picchu, la filmación de la película duró ocho días y pagaron en total S/ 64,000 mil soles. Un verdadero regalo. Hasta hoy la secuela filmada en Cusco ya recaudó más de $ 250 millones de dólares. El filme en estos días ha logrado poner a la ciudad imperial en los ojos del mundo.
Otro dato es que, para filmar la película en Machu Picchu, el equipo de producción de Paramount compró diariamente un aproximado de 200 entradas, y esto lo hicieron porque en el reglamento se señala que una persona que compra su entrada solo puede permanecer un máximo de 4 horas en Machu Picchu. Cada entrada tuvo un costo de 60 dólares, esto hace un total aproximado de $ 12, 000 dólares por día.
En Machu Picchu, los lugares elegidos para las grabaciones fueron la Plaza Principal, Tres Portadas y Entrada a Puente Inca. Estos emblemáticos espacios se pueden apreciar en la película. De alguna forma, con la proyección de Transformers se espera una reactivación del turismo en el Cusco, ya que la región ha sido golpeada por el COVID y por la crisis política que cobró varias vidas.
Respecto a la película, queda claro que “Transformers: el despertar de las bestias”, repite la historia trillada de salvar al mundo. Si bien el inicio del filme transcurre en Nueva York, en la película se siente la clara referencia de Indiana Jones y sus aventuras por América del Sur. Lo rescatable es que el director Steve Caple Jr. no cometió los garrafales errores históricos que sí cometió Steven Spielberg en la película titulada Indiana Jones “El reino de la calavera de cristal”.
Si bien la acción tiene al público atento a la pantalla grande, el conformismo de los guionistas es lo que más resalta en el filme. A pesar de tener un gran presupuesto, los cerebros de esta historia no terminaron ni siquiera siendo salvados por los efectos y por la arquitectura y el extenso paisaje cultural y natural de la ciudad Inca.
Con un Optimus Prime cansado y derrotista, la película solo se sostiene gracias a la mirada de Steven Caple Jr. quien luego de su experiencia dirigiendo las batallas de Creed II, ha logrado convertir en momentos épicos las luchas de los robots.
Al final, la historia del despertar de las bestias termina envuelta entre el metal y la melancolía, y nos deja con la idea de que el Perú volverá a ser escenario de la historia en una próxima entrega. Ojalá que la filmen en Caral o Chan Chan o en Kuélap, sitios maravillosos que merecen mucho más apoyo que nuestra ya archiconocida y maravillosa Machu Picchu.
(Columna publicada en el diario La Razón)