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Trabajo infantil en el Perú, cuando no es solo un niño parado en un semáforo

Aunque se trate de romantizar ese hecho, más de medio millón de niños en el país no tienen otra alternativa que salir a trabajar para poder comer.

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La etapa de la infancia es crucial para el desarrollo físico y emocional de un ser humano, pues durante esos primeros años se colocan los primeros ‘ladrillos’ para la adultez. No es lo mismo crecer en un hogar con los dos padres, estudiar en un aula o pasar el tiempo jugando con los niños de su edad, que levantarse temprano, con hambre y aún con sueño, para irse a trabajar a un lugar donde no es precisamente el más seguro.

Muchas personas tratan de romantizar ese hecho, repitiendo “a tu edad ya trabajaba de esto o de lo otro”, como si eso fuera sinónimo de productividad y ejemplo positivo, sin embargo, el trasfondo es más oscuro y triste de lo que uno se lo imagina. Detrás está un niño o niña imposibilitado de poder desarrollarse de la manera más óptima y saludable, empezando esa larga carrera de la vida muchos metros más atrás de la línea de partida.

Este último jueves se conmemoró el Día Mundial contra el Trabajo Infantil y cerca de 700 mil menores de edad se encuentran trabajando en algún lugar de nuestro país, según datos recogidos del Ministerio del Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), aunque esa cifra podría triplicarse en lugares donde la presencia del Estado es casi nula.

Sumado a tan terrible cifra, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indica que más del 60 % del trabajo infantil se da en el sector agricultura, seguido de los servicios (27 %), como el trabajo doméstico y la venta de productos en los mercados, y la industria (13 %).

«Interferir en su escolaridad significa que los va a privar de la posibilidad de asistir a clases y muchas veces obligarlos a abandonar la escuela de forma precaria. Exigirles combinar su tiempo de estudios con un trabajo que muchas veces es trabajo pesado y por largas jornadas de trabajo. El solo hecho de poner a un niño en la calle vendiendo, trabajando, ya es totalmente riesgoso porque está expuesto a riesgos de violencia, de salud, incluso víctimas de accidentes», mencionó Jacqueline Espinoza, directora de Promoción y Protección de los Derechos Fundamentales del MTPE, para RPP.

Esto solo demuestra que algo mal viene realizando el Estado en cuanto no se le puede brindar herramientas a millones de familias para poder salir de esa ‘rueda de hámster’ que es la pobreza; pero no solo el gobierno de turno tiene que darle prioridad a ello, sino que también tiene que ser atendido por los gobiernos regionales y distritales y, por supuesto, desde el mismo núcleo familiar. Ese trabajo no lo puede realizar una sola institución, sino que tiene que desarrollarse de manera transversal.

Esta realidad muestra su lado más crudo en la selva peruana, encontrándose una alta cifra de niños trabajando como balseros, vendedores de comida, en la tala indiscriminada, la minería ilegal, explotados sexualmente o traficados como si se tratara de una simple mercancía por unas cuantas monedas. Es en esos lugares remotos, donde el Estado se encuentra aún ausente, donde cientos de miles de niños se encuentran impedidos de poder crecer física y mentalmente.

Sin salida. Miles de niños se ven forzados a tener que trabajar en la selva peruana. Foto: Marco Garro /Ojo Público.

Aparte de las dificultades para poder acceder a la selva peruana (que representa casi el 60 % del territorio peruano), también se suma el constante descuido que han tenido distintos gobiernos que solo toman atención a las riquezas naturales de la zona, mas no a quienes la habitaron y preservaron por siglos.

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