Por Eduardo Chocano Ravina
Uno no comprende la dificultad de realizar una actividad hasta que la realiza. Lo aprendí cuando organicé la presentación y venta de mi libro. Puedo resumir la relación que un escritor tiene con su obra en cuatro grandes etapas: la escritura del mismo, el apartado editorial, el día de la publicación y la venta de la obra. La mayoría de personas externas al trabajo de un escritor considera que lo más complicado es la creación del mismo. No obstante, consideró que lo dificultoso resulta en realidad la venta.
Veamos lo siguiente, a menos que poseas una gran editorial y equipo de marketing dedicado plenamente a tu obra, la venta depende totalmente de ti y a cuantas personas puedas convencer de invertir entre 25 a 50 soles en adquirir tu libro. Lo que acontece es que el propio escritor tiene que ofrecer a cada uno de sus conocidos, amigos y familiares su obra. Luego de un proceso de regateo en base a la ley de oferta y demanda, consigue uno vender con suerte la mitad de la producción total del libro.
¿Y ahora? Momento de comenzar la promoción por medio de ferias, talleres y presentaciones de libro de otros amigos con el objetivo de conseguir alguna posible venta, incluso las fiestas resultan buen momento para que el alcohol y la euforia consigan un nuevo comprador. De tal forma que con el objetivo de recuperar la inversión, y con mucha suerte obtener beneficios económicos, se trata de vender el libro persona por persona.
Esta situación de trabajo de hormiga ocurre en diversos campos del mundo cultural peruano. Mientras que las grandes obras de teatro solo ofrecen descuentos por medio de la compra de la entrada por medio de un banco específico, las pequeñas organizadas por los nuevos elencos terminan hasta regalando la entrada con el fin de lograr llenar el auditorio y poder promocionar su trabajo.
Situación similar con los nuevos cantantes que ofrecen conciertos en diversos festivales, donde ellos son quienes invierten más en movilizar sus instrumentos, con el objetivo de convencer a los oyentes que les den una oportunidad y los busquen en YouTube o Spotify. Los casos mencionados, y muchos otros que no se mencionarán pero que se pueden inferir, viven la misma problemática: su único medio de publicidad y de apoyo son ellos mismos. Por lo que su trabajo de hormiga apunta a construir un castillo comenzando desde cero.
Así que, y de forma de reflexión, si un amigo tuyo te ofrece su libro o una entrada a la obra de teatro donde actúa o del concierto donde toca, dale la mano y adquiérela. Ese costo por su producto resultará valorado tanto como el incentivo monetario para que pueda subsistir como un aliento a que su trabajo sirve de algo.