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TPP: Marcha y represión en las calles de Lima

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TEXTO: HANS HERRERA NUÑEZ Y  GERONIMO STOLL
FOTOS: GABRIEL ZAMALLOA MASIAS

La búsqueda de la marcha que creíamos perdida resultó siendo la asamblea reprimida: Sin respiro en la plaza San Martín.Llegamos tarde al encuentro de los manifestantes contra la TPP (un tratado que limitará a las medicinas genéricas si es que no los elimina además de aumentar el control sobre contenidos de internet y su descarga, como el caso de Torrent).

Ya habían salido 15 minutos antes de la Plaza San Martin cuando  llegamos. Fuimos en búsqueda de la protesta perdida (de cuya vital importancia nos enteramos una semana antes y gracias, una vez más a internet). Seguimos el rastro de los tags que iban dejando pintadas en las paredes por donde había pasado la marcha.

Íbamos tras la protesta sin llegar a oír su clamor, sin llegar a oler su reclamo. Serpenteamos calles, avenidas mientras nos topábamos con otros manifestantes que llegaban tarde e iban en la misma búsqueda que nosotros. Varios rumores nos llevaron de un extremo a  otro, Av. Grau, Real Plaza, Parque de la Exposición hasta que finalmente, algo tarde dimos con la protesta.

Mejor dicho con los restos de una protesta ahogada en  gas lacrimógeno  de la policía. En Colmena, en dirección a Abancay nos encontramos con colegas de La República mojando sus chalinas palestinas con vinagre. El aroma a vinagre y la picazón en los ojos por la atmosfera lacrimógena anegaba un camino vaciado de gente.

Al llegar a  la avenida Abancay, encontramos el suelo mojado, vidrios rotos y piedras dispersas en el asfalto. Los coches volvían a transitar mientras los remanentes de la manifestación se replegaban a la Plaza San Martin. Y ahí todo comenzó.

En la plaza los manifestantes se iban replegando mientras acometían el plan de reagrupación. Se podría decir que se lamian las heridas mientras contaban el número de detenidos minutos antes (estimaban a esas horas entre 6 y 10). Apenas iniciaban su asamblea en la plaza un convoy de varias unidades de policía se detuvo en las proximidades.

Llegaron en camiones por la avenida Nicolás de Piérola y se concentraron rápidamente en el cruce del Jr. Carabaya con Ocoña, con una estrategia clara, atemorizar. Entraron rápidamente en formación, alistaron sus cascos y escudos, cargaron las escopetas, desenfundaron las tonfas y acometieron en tropel sin escatimar el mínimo detalle de respeto por la integridad de los ciudadanos.

Dispararon a quemarropa sus perdigones. No se concedió a los manifestantes un espacio neutral, de tregua, de respeto, ni un minuto para recuperar el aliento luego del primer ataque sufrido, acallaron todo intento por articular alguna palabra, canto y arenga, por manifestar su desacuerdo frente a la firma del TPP. Ante la violencia, los rostros de los manifestantes expresaban algo más allá del sufrimiento y preocupación, una emoción que resume toda la protesta: frustración.

No hubo voz, no hubo cobertura, se acallo toda arenga y cohesión para que ésta protesta sea un hecho nimio, irrelevante y sin difusión a la Nación por parte de los medios de comunicación, salvo para algunos como Hispan Tv, la República y Telesur, que estuvieron presentes (también Latina informó pero de manera totalmente sesgada y acusando de delincuencial la marcha).

De igual manera, no hubo participación alguna, relevante y/o saliente de algún partido político, como el caso de Frente Amplio, quién señaló en redes sociales que iba a participar pero sólo se observó la presencia de algunos de sus integrantes de plancha al congreso a título personal, sin mayor presencia o relieve dentro de la organización de la marcha. En la protesta por el tratado que se firmó en secreto y que busca silenciar el acceso a información y contenidos (que afecta a una veintena de países y del que hasta Donald Trump en EE.UU.  está en contra), hubo dos silencios, el primero por parte de la policía con fuerza bruta y el segundo por parte de los medios de comunicación y su no cobertura.

Una constante en el gobierno de Ollanta Humala ha sido no respetar la integridad de la plaza San Martín como espacio histórico en donde los manifestantes se reúnen y se  repliegan  y se concentran, no es la primera vez que son echados de esa manera los ciudadanos que ejercen su derecho a la protesta. El gobierno de Humala ha eliminado el derecho a decir no con sus medidas represivas de talante militar, de gendarme, o mejor dicho, de guachimán de los grandes grupos de interés.

Queda de manifiesto una vez más la efectividad de la policía que sigue estrategias y tácticas militarizadas que logran disolver con una velocidad meteórica las manifestaciones y protestas. El músculo  de la fuerza bruta gubernamental se impone a la razón del derecho ciudadano.

Porque ya no tengo donde gritar, mi voz ha sido acallada y robada. En la Plaza del Libertador, no hay libertad.

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