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TOULOUSE, CINE LATINOAMERICANO

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Algunas características  (1)

En 26 años de existencia el festival de cine latinoamericano de la ciudad de Toulouse, al sur de Francia, se ha convertido en la mayor vitrina de la producción cinematográfica de América Latina. El evento, hace unos pocos años, pasó a ser conocido como Cine Latino y es con ese nombre que ha recibido y exhibido esta vez más de 120 largometrajes de ficción y documentales, tanto en las secciones competitivas como en las secciones llamadas Panorama y en la Muestra  titulada Mujeres de cine, o sea, una retrospectiva de películas latinoamericanas realizadas por mujeres.

Cine Latino tuvo lugar entre el 20 y el 30 de marzo en la excelente Cinemateca de Toulouse y diez otras salas de la ciudad. Yo llegué el 24 por la noche y de ese momento hasta mi partida el domingo 30 pude ver 22 películas, la mayoría de ellas de producción reciente: 8 argentinas, 3 venezolanas, 2 mexicanas, 3 chilenas, una de Brasil y otras tantas de Colombia, Costa Rica, Uruguay y Bolivia. A lo que habría que añadir un documental de coproducción belga y peruana.  Otros 23 filmes presentados en las diferentes secciones ya los había visto antes tanto en otros festivales y muestras como en salas comerciales de Francia y España.

De las 22 películas vistas en Cine Latino de Toulouse quiero señalar algunos aspectos que, de alguna manera, marcan las características generales de la edición 2014.

Perú.

No sé por qué exactamente pero el Perú, pese a que tiene ahora una producción más o menos regular, no estaba representado en las secciones competitivas, ni en la de películas de ficción ni en la de documentales. No me sorprende porque no es la primera vez que ocurre, pero no deja de intrigarme. En cambio, había películas peruanas en las secciones Panorama de ficción: El mudo, de Daniel y Diego Vega, y El limpiador, de Adrián Saba, y en el Panorama de documentales pude ver Sobre las brasas, dirigido por la belga Bénédicte Liénard y la peruana Mary Jiménez, y se proyectó también Sigo siendo, coproducción peruano-española realizada por Javier Corcuera. En la Muestra Mujeres de cine, por su parte, se proyectaron las dos películas de Claudia Llosa que son también coproducciones con España: Madeinusa y La teta asustada.

Voy a detenerme unos instantes en Sobre las brasas, documental filmado en la selva peruana. Mary Jiménez y la correalizadora belga han llevado su cámara a una localidad a orillas del Amazonas y escrutan la vida laboral, social y familiar de una mujer que decide asumir sola la fabricación de carbón de leña y su comercialización, labor por lo general realizada por hombres. El filme nos propone esta opción como una muestra casi ejemplar de una mujer que busca y encuentra su autonomía a costa de ingentes esfuerzos. A Mary Jiménez (Lima, 1948) la conocía a través de trabajos cinematográficos anteriores en los que desarrollaba, con intensidad y sin falsos pudores, temas autobiográficos. En el documental presentado en Toulouse, en cambio, ella desaparece y solo es un ojo que mira con detenimiento a una mujer que trabaja como un hombre para ser independiente y, a través de esa mirada, percibimos las relaciones sociales, laborales y domésticas en un caserío de la Amazonía.

Cineasta Natalia Smirnoff

Eso que acabo de señalar es todo lo que había como cine propiamente peruano (por lo menos en parte) en Cine Latino 2014. Sin embargo, el Perú estuvo presente también de otra manera: en la película argentina El cerrajero, de Natalia Smirnoff  (Buenos Aires, 1972), uno de los mejores largometrajes de ficción que vi en Toulouse. Y lo estuvo a través de un personaje que irrumpe en la vida de un cerrajero llamado Sebastián encarnado por Esteban Lamothe, el cual tiene visiones y adivina aspectos importantes del porvenir de sus clientes. Ese personaje, una muchacha peruana llamada Daisy que trabaja como empleada doméstica, es interpretado de  manera excelente por la cajamarquina Yosiria Liliana Huaripata (Jaén, 1992). Con ella la película cambia de rumbo tanto como cambia la rutina de la existencia del cerrajero. Alojada en casa de éste ella cocina lomo saltado, papa a la huancaína y otros platos peruanos y se atrae así la simpatía del protagonista, al que ella le diagnostica mal de ojo y trata de curarlo pasándole un huevo crudo por todo el cuerpo durante tres días. En esta película argentina, Daisy, le empleada doméstica peruana, no es un cuerpo que se desplaza en el espacio pasando la aspiradora, tendiendo camas o sirviendo la comida, sino un auténtico personaje que trasformará la vida de Sebastián, el cerrajero.

Bolivia

En la competencia documental participó Bolivia a través de una joven realizadora, Yashira Jordán (La Paz, 1985), y el filme titulado Durazno, que transcurre, sin embargo, en Argentina. Ezequiel, un joven adoptado, va a la búsqueda de su padre biológico y en este proceso llega a conocer mejor a sus padres adoptivos. La película, sin embargo, mezclando ficción en el documental, introduce una especie de doble de Ezequiel, el cual es interpretado, siempre con gracia y justeza, por Nahuel Pérez Biscayart. Además de la singularidad de que se trata de un filme que una boliviana realiza en Argentina en torno a un personaje argentino, cabe destacar que la financiación para producirlo se realizó a través de internet.

La Paz en Buenos Aires, es un documental argentino, realizado por Marcelo Charras (Buenos Aires, 1976), que se introduce en la vida de una familia de practicantes de la lucha libre boliviana. En este filme no se trata de discriminación ni de racismo, como fue el caso en Bolivia (2001) de Israel Adrián Caetano, sino de seguir la intimidad de una familia en un barrio bonaerense con fuerte presencia boliviana. Pero se trata de una familia en la que el padre, un luchador llamado Erasmo Chambi más conocido como El Ciclón, transmite a su hijo los secretos de la lucha libre, disciplina con la que fue famoso en La Paz y que ha seguido practicando en Buenos Aires a la par con su oficio de sastre. Luchadores bolivianos residentes en Argentina pero que viven como en círculo cerrado y solo combaten entre ellos.

La otra presencia boliviana en Cine Latino de Toulouse se encuentra en la película titulada sencillamente La Paz, dirigida por el talentoso realizador argentino Santiago Loza. Aquí también una empleada doméstica, Sonia, boliviana, transforma la vida de un joven de una adinerada familia. Liso deja el hospital siquiátrico donde ha estado internado debido a una aguda depresión y regresa a casa. Allí, su madre lo trata como si fuera un niño y su padre lo empuja, a veces con violencia, a que deje el letargo que lo invade y se ponga a trabajar. Liso deambula de un lado a otro, está perdido y no atina a hacer nada para salir del círculo vicioso en que se encuentra. Solo Sonia, la empleada de la casa que lo conoce desde la infancia, logra transmitirle ganas de vivir y el deseo de emprender algo. Cuando Sonia regresa a La Paz, Liso va a buscarla y en la capital de Bolivia logra por fin construirse una existencia que le gusta y vence así a la depresión y el estado de letargo en que se encontraba.

Vemos así en las recientes producciones cinematográficas latinoamericanas estos desplazamientos de un país a otro, de una comunidad a otra, de un sector social a otro. Y los personajes de origen económico modesto e inmigrantes como que son la chispa que hace posible el cambio de vida de las personas de su entorno.

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