Opinión

Tipos de gentileza, de Yorgos Lanthimos (2024)

Lee la columna de Mario Castro Cobos.

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¿Qué favor nos hace esta película? ¿En qué consiste la bondad de Lanthimos? Me refiero a sus bondades perceptivas y narrativas. Me refiero a qué artefacto construye. No solo lo digo bromeando, ya que es fácil acusarlo de una cierta maldad… intrínseca y a la vez calculada, y que le es rentable. ¿Será, cómo decirlo, un retorcido manipulador y cínico visceral y programático?

Por lo pronto ya de sobra se ve que el juego no consiste en ser necesariamente agradable y apto para los más amplios públicos. Hay sin duda un gran placer en mostrar -así sea o mejor si es en clave- los agujeros negros del viejo contrato social. Estaré siempre de acuerdo en que hay que remover las cosas; en que hay que dudar de lo que uno da por bueno y por cierto, para no volverse idiota.

¿Cuánto hemos sucumbido a una versión Disney, Hollywood y Netflix de la vida? Pregunta urgente. El anzuelo Lanthimos: una perfección formal que te acariciará, hermosas locaciones, movimientos de cámara que se acerca y desliza con elegancia y precisión, encuadres usados para fragmentar cuerpos como para mostrar objetos y personas graduando sabiamente la lejanía o cercanía.

Las tres historias (¡podrían mezclarse!) coquetean con las fuerzas de la locura. Muestran relaciones de poder que pueden llevar hasta el límite de la miseria y la enajenación. Este es un cine de invocación a la extrañeza. Que le da la vuelta a las cosas, que escarba en lo incómodo. Crea una atmósfera hermética y la reacción instintiva sería la de: algo malo va a pasar pero no sé bien cuándo ni cómo ni qué.

Caso con caso, escena por escena, se podría discutir si la perturbación que se genera está llena de significado o es de una ingeniosidad gratuita. El recurso de convertir la metáfora en algo literal (por ejemplo, cuánto de ti le darías al otro) acaba, qué interesante, metaforizando la literalización (ver la segunda historia).

¿Lanthimos suma su nombre al de la estirpe o genealogía de Von Stroheim, Buñuel, Pasolini, Von Trier, Haneke, es decir, al club de los practicantes del llamado cine de la crueldad, que también podríamos describir como realistas y escépticos con una o varias puntas de sadismo pero para nada carentes de lucidez? La respuesta para mí es sí.

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