Opinión

“Tino, el niño que ayudó a cruzar la pista a una rana”, libro de Jorge Tirado Gálvez

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Jorge Tirado Gálvez (JTG) ha escrito un libro fabuloso para niños, tal y como ya no se acostumbra ahora; un libro “tradicional” por decirlo de algún modo donde las historias fluyen tratando de mostrar el cacumen o lo principal, algo que los escritores nóveles han olvidado. Aquí no hay fuegos artificiales ni cucos o brujas que vuelan sobre escobas y que hechizan a princesas rubias con trajes de oropel. No hay hermanastras malévolas ni sapos que se convierten en príncipes. Lo que hay aquí es realidad y ternura, y a montones.

Y es que JTG sigue una línea clásica, una columna vertebral que viene desde Chéjov pasando por Arguedas, Ciro Alegría o Francisco Izquierdo Ríos y un poco del Paco Yunque de César Vallejo y otro tanto de José Mauro de Vasconcelos y su trilogía: Planta de naranja Lima, Vamos a Calentar el sol y Confesiones de Fray Calabaza. Ahí está su nicho y su fuerza. Una tradición a la que suma y con mucho arte y calidad.

Es por eso que los cuentos de “Tino, el niño que ayudó a cruzar la pista a una rana” (TENQAACLPAUR) no buscan asustar ni sorprender a sus lectores. Estos son cuentos que enseñan, que forman e informan de una realidad, la nuestra, la de este “país de todas las sangres”. Cuentos que a la cuestión estética y demás formulismos escriturales le acompaña la cuestión ética, tan necesaria en estos tiempos de neblinas, rayos, centellas, reggaetón y políticos atrabiliarios.

Notamos también que gran parte de las historias aquí presentadas no concluyen o tienen episodios abiertos, lo que otorga al libro en su conjunto, un aura de complejidad en la simpleza. Es decir, es el lector quien tiene que poner a prueba su imaginación y su capacidad creadora para hacer que estos cuentos tomen mayor altura. Y es por eso que ha sido propuesto al plan lector donde definitivamente el libro hallará su feed back y su retroalimentación ya que este “Tino, el niño que ayudó a cruzar la pista a una rana” está pensado también para entrar a batallar en los colegios.

Un punto importante es que algunos cuentos muestran a niños que desobedecen a sus padres o tutores, pero siempre es por causas nobles. Por ejemplo, en la Niña Feliz que le entrega un sánguche a un loco y donde la pequeña intenta ayudar a alguien que lo necesita sin importarle cuál sea su condición. Y este hecho “irracional” para el padre es una lección de vida y de solidaridad humana. O el cuento ¿Dónde está mi trucha? donde tres compañeritos de colegio: Clemencio, Marino y Jorge deciden emprender una aventura yendo a un río a pescar truchas y pasando  mil peripecias y peleas para regresar a casa con sus trofeos, unos sabrosos pescados. No obstante, serán castigados por sus respectivos padres. En Un huevo en el bosque, dos hermanos, Bruno y Marquitos se escapan para ver si pueden recoger algo de comer y después de varias peripecias encuentran un huevo grande y lo llevan a casa. Tal sería la sorpresa de ambos cuando logran quebrar la cáscara y salta una culebra. Y la decepción final sería cuando llegan sus padres muy tarde y no traen nada de comer.

Con este libro, Jorge Tirado Gálvez nos regresa al cauce de lo políticamente (in)correcto en literatura donde lo más importante no es la pirotecnia verbal o las técnicas literarias, sino la historia, el hecho en sí y sobre el cual debe moverse la lectura. Cronwell Jara apunta en el prólogo: “Es por ello que persisto. Los cuentos, los de Jorge Tirado, motivan y provocan nobles y tiernas reflexiones, tras la aparente inocencia e ingenuidad de cada historia. Pues cuando menos sospechamos, se respira y subsiste detrás de cada una de ellas, como una fragancia, una suave, tierna y dulce sabiduría”.

Finalmente, y como el lector se habrá dado cuenta (y más cuando se involucre en cada cuento), es la mirada del niño lo que resalta en este excelente libro de cuentos. El autor ha sabido entender el alma de los infantes, comprender su psicología y cómo percibe la realidad desde una perspectiva de inocencia donde los racionalismos (tan de adultos) son puestos a un lado para dejar fluir la magia. Algo que definitivamente debe haber costado mucho trabajo y quienes han llevado pedagogía con niños pequeños lo saben muy bien. No es fácil captar la atención de un niño. No es fácil escribir para ellos y más cuando lo asociamos a la naturaleza y lo alejamos de la perspectiva citadina. Algo que debió entender perfectamente Saint-Exupére y su Principito.

Jorge Tirado Gálvez es administrador por la Universidad San Martín de Porres y ha ganado algunos premios y reconocimientos tanto en el campo del cuento como en teatro, es también autor de novelas y poesía. Ha publicado el cuentario: “La última tradición de don Ricardo Palma” (Editorial San Marcos, 2004). “Vi al hombre antes que muera” (Editorial San Marcos, 2009), y la novela infantil “Bellecina” (Editorial Arteidea 2014).

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