Opinión

Themroc, de Claude Faraldo (1973)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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En un sentido mallarmeano (y digamos que muy moderno), como señala Octavio Paz en Los hijos de limo (1974) —publicado al año siguiente del estreno de esta película— la poesía (o la palabra en su máximo poder) es la ‘máscara de la nada’. ¿Es esto (tan oscuro y profundo, y también claro) algo liberador? Vallejo diría: ¡Y si después de tantas palabras, no sobrevive la palabra!

En el caso de Themroc —y está perfecta para ponerla en una clase de escritura de guion como un gancho al hígado— prescindir de la palabra (o de la palabra articulada, es decir, inteligible, ‘significativa’) no sé si sea necesariamente un salto evolutivo, pero, lo que sí es, y cada vez más, es una crítica, sublime, por mordaz, una burla total, visceral, sana y enérgica, y de lo más divertida, contra nuestra triste manera de usar palabras: para no actuar.

Las palabras, dichas así, son NADA, son, más que nada, prescindibles. (Sé que al elaborar esta nota uso palabras, pero las uso para que vean una película que no las usa. ¿Entendido?)

Quítate las palabras; quítate la máscara. Haz algo, estúpido, rebélate.

Esta película lo hace, y te dice: quiero la verdad desnuda del instinto, quiero los deseos reales del hombre. Nada de mentiras consoladoras. No se espera menos de una película gloriosamente anarquista hecha por un obrero. Ya; no quiero mitologizar (o tal vez solo un poquito) pero hay una sabiduría ya en un sentido biológico (¡lean a Wilhelm Reich!), completamente mundana, y curiosamente asentada en bases racionales, a la que me adhiero con audaz fervor y no solo para dar la contra. En fin, qué más se le puede pedir a una comedia que expone en su trama de formas gráficas y simbólicas la destrucción de la maldad, con furia y sonriendo.

La rutina como tal es filtrada por las escenas solitarias o llenas de gente, de manera eficiente y sintética. Todo es evidente, se muestra de manera punzante, el absurdo que nos mata es un completo escándalo, hasta el más simple podría darse cuenta. Piccoli luce perfecto en su papel. Y esa secuencia final, como una gran cantata orgásmica, un coro burlón que sale al mismo tiempo de los rincones más profundos, nos muestra un camino.

Película

https://ok.ru/video/6930474076906

Entrevista con el director

https://lacinefilianoespatriota.blogspot.com/2010/10/hoy-las-7-themroc-1973-de-claude.html

(Columna publicada en Diario UNO)

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