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The house that Jack built, de Lars Von Trier (2018)

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Ineludible: el gusto por destruir. ¿Fatalidad, vocación? ¿Razones para tal costumbre? O: qué está destruido en ti desde ya para que te sea más fácil (o tan fácil) destruir. Y si el sistema de control (destructor) que te amenaza con el infierno es ya, en sí mismo, el propio infierno. Dante habla de un infierno, que existe, es real y no inventado, Dante-Von Trier no ‘te cuenta un cuento’ y no tienes que creer en un dios para creerlo. Si el infierno-película expuesto no fuera real, ¿te chocaría?

Y qué tiene que ver (‘pistolas y rosas’) el apetito por la destrucción con el apetito estético (con el apetito por la belleza, con el apetito por el arte…) La destrucción puede ser creativa y la creación destructiva. Por su parte, el infierno de El Bosco, siendo infierno, posee un encanto infantile (como dibujos de niños abusados, como pesadillas de niños). Para Von Trier la pesadilla ilumina al menos algo de la realidad infernal que vivimos. Y el infierno es, también, que el infierno ni parezca infierno.     

Las voces en off con las historias ilustradoras tienen sabor a cuentos ejemplares o morales, y son casos clínicos. El orgasmo no sexual de los crímenes. La habilidad consumada de Von Trier para poner en juego un gran sentido del humor… en medio del sin-sentido del crimen. El sentido del humor es una especie de paraíso… en el centro del infierno. El arte: reacción contra un mundo insuficiente. Matar ese mundo, ‘trascenderlo’. El mundo así ya no es una casa, y menos, un hogar.        

Jack solo quería una casa. Von Trier, una obra. ¿Construir algo que no sea la destrucción resulta imposible? En vez de una casa humana, plenamente humana, para VIVIR, hemos construido como civilización (Jack el ingeniero, Jack el arquitecto, Jack el serial killer) una casa con cadáveres humanos, un vasto cementerio. Todo el sadismo, toda la crueldad, esos asesinatos, son el estado del mundo. Mi casa es el mundo (en llamas). Pero no quieres verlo. ¿Seguro que esa maldad no tiene en ningún punto nada que ver contigo?

Espectador, estás acostumbrado a pensar que eres mejor de lo que eres, si es que siquiera piensas, y si es que siquiera eres. Crees con Hollywood, a priori, como dogma de fe, que eres inequívocamente ‘de los buenos’. Crees que estás a salvo, que no sumas un escalón a la escalera al infierno, que el asesino es el otro, no tú, siempre. Von Trier te saca de tu dulce sueño estúpido. Aunque la película no escasee en imágenes cliché, en énfasis más o menos torpes y brutales, Jack es un espejo, te saluda.

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