Opinión

Terrorismo urbano y el Congreso: ¿Una medida populista?

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Por Edison Mamani

Dina Boluarte realiza un innecesario mensaje a la Nación por su pedido de viaje, pero no hace lo mismo por el paro de transportistas a causa de las extorsiones, que sorprendió a Lima y al mismo Premier. Fuerza Popular no había presentado proyectos de ley, pero luego del paro saca un comunicado exigiendo mano dura y pidiendo aprobar las propuestas sobre “terrorismo urbano”. La derecha se une a tal medida, primero desde la mesa directiva y luego desde el Ejecutivo. En la izquierda hay confusión. En el centro se habla de convocar al Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana, Consejo de Estado o a plenos extraordinarios, pero también de apoyar la mano dura fujimorista. En el sector progresista se pide el cambio del ministro del Interior, la derogación de la norma sobre crimen organizado, deslizando que la medida es populista.

¿Existe liderazgo del Congreso para afrontar esta situación? Antes del paro, Patricia Juárez, primera vicepresidenta del Congreso, señalaba que el tema del “terrorismo urbano” no había tenido gran acogida en el Congreso, pero luego de la contundencia de la protesta, lo promueve sin mucho rubor. Eduardo Salhuana, presidente del Congreso, desde Madre de Dios, tratando de ser más preciso y mediático señala que hay un dictamen de 20 proyectos de ley que espera que el pleno lo apruebe el jueves 3 de octubre. De las medidas anunciadas por el Legislativo y Ejecutivo la única novedad es la figura del “terrorismo urbano”.

¿Y el liderazgo de las bancadas? En los momentos difíciles se reconoce el liderazgo y la organización de las bancadas del Congreso. El día del paro, solo se pronunciaron 7 de 13 bancadas, comenzando con Fuerza Popular, y luego Acción Popular, Renovación Popular, Bancada Socialista, Perú Libre, aunque de vocería, Somos Perú y el Bloque Democrático, aunque estas dos últimas de una cuenta de Twitter, pero hay 6 bancadas que no se pronunciaron: Alianza para el Progreso, Avanza País, Bloque Magisterial, Juntos por el Perú, Podemos Perú, y Honor y Democracia.

¿Tiene acogida en el Congreso esta medida? El dictamen de la Comisión de Justicia, a que se refiere Salhuana, habla de 17 proyectos de ley, y por supuesto que ha tenido gran acogida, porque son iniciativas de congresistas de 8 de las 13 bancadas: Juan Burgos (Podemos Perú), Edwin Martínez (Acción Popular), Diego Bazán y Alejandro Cavero (Avanza País), Héctor Valer y Alfredo Azurín (Somos Perú), Esdras Medina (Renovación Popular), Manuel García, María Acuña y Roberto Chiabra (Alianza para el Progreso), Américo Gonza (Perú Libre) y Katy Ugarte (Bloque Magisterial). Asimismo, dicho dictamen fue aprobado con el voto a favor de la gran mayoría, sin ningún voto en contra, y solo votaron en abstención el sector progresista y una parte de la izquierda: Nieves Limachi (Juntos por el Perú), Pasión Dávila (Bancada Socialista), Heidy Juárez (Podemos Perú) y Ruth Luque (Bloque Democrático). Es decir, la propuesta se aprobaría en el pleno del 3 de octubre, porque la mayoría lo respalda.

¿Es una medida populista? ¿Hay populismo bueno y populismo malo?  Los críticos señalan que crear el delito de “terrorismo urbano” es un acto populista porque las cifras comprueban que nunca hay resultados, sin embargo, parte de este sector ideológico aplaude la creación de la figura también delictiva del “feminicidio”, donde las cifras también comprueban que no hay resultados. ¿Lo primero es populismo malo y lo segundo populismo bueno? ¿Existe un doble rasero? Lo paradójico es que este sector ideológico le echa la culpa al Congreso.

¿Quiénes son los responsables de toda esta situación? ¿Dina Boluarte? ¿Pedro Castillo? ¿Cambiar al ministro del Interior cambiará las cosas? ¿Tiene algo que ver la norma de crimen organizado con esta problemática importada? ¿Por qué seguir buscando un buen pronóstico basándose en un mal diagnóstico? La historia comienza con PPK. La derecha que lo acompañó vendió la narrativa de que Venezuela es una dictadura que estaba al borde del abismo (hasta aquí parece una teoría comprensible), y que no había mayor salvación que sus ciudadanos huyan a países amigos, y el mayor amigo y hermano mayor pues era Perú, la «tierra prometida», no Estados Unidos ni Europa, era Perú. Aquí comenzaron los problemas. El sector progresista apoyó tal iniciativa y vendió la narrativa de que vengan sin ningún tipo de control (algo que no sucede en ninguna parte del mundo) porque son «refugiados», y se deben respetar sus derechos humanos. Ambos sectores ideológicos son responsables de que no haya existido ningún fundamento técnico, algo que siempre pregonan, y de que las fronteras sean una coladera. Vizcarra se dio cuenta de ello y lo limitó un poco, pero no lo prohibió. El mismo Alberto Otárola admitió que no hubo nada técnico en este “acto solidario”. Desde el Congreso siempre han estado en contra de este error político de PPK, incluso hay varias iniciativas como la expulsión de extranjeros que cometan delitos o la misma medida del “terrorismo urbano”, pero la falta de formación y experiencia política de los parlamentarios siempre los hacían retroceder, a pesar que tenían el respaldo de la población: miedo a la presión mediática, se llama.

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