La poesía y el teatro siempre
han estado hermanadas, y en el Día Mundial del Teatro quiero rendir homenaje al
mimo, actor y performer Rodolfo Rodríguez Yáñez, una de las figuras cusqueñas
del teatro y quien hiciera de bisagra entre distintas generaciones de artistas.
Literalmente, le arrebatamos su talento a los cielos, pues como sus dos hermanos
mayores, él también quería ser piloto de la FAP. “Soñaba ser el tercer aviador
de mi familia hasta que ví a un vecinito que me hablaba con sus títeres desde
su ventana. Yo tenía 12 años y quedé embrujado para siempre por el teatro”, nos
dice en este testimonio que también reaviva a otros personajes de ese teatro
telúrico arraigado en el Cusco.
“El niño no me quiso mostrar sus muñecos y me fui cateándolo para luego descubrir que iba a la Escuela de Títeres del “Tío Javier” en el SINAMOS que era la oficina del Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social en tiempo del general Velasco. El curso ya había acabado pero la profesora que era Marta Campana Yusen, me llevó a su casa y pude entrar a ese maravilloso mundo.” Rodo Rodríguez, como afectuosamente se le conoce, se hizo titiritero desde 1973 y con el grupo Túpac Amaru representó al Cusco en el “Festival INKARI 73” realizado en Lima para luego regresar cada año clasificado entre otros artistas de talla nacional y de distintas ramas. Pero dejó de realizarse ese encuentro surgiendo otro en la Plaza Mayor del Cusco. Se topó con la puesta en escena de “El sol bajo las patas de los caballos” interpretado por la Agrupación Cultural René Ramírez Lévano (1937-1970). Y este último nombre merece una especial atención porque es el poeta del célebre texto “Cuestión al Cusco” y en su tiempo fue lo que hoy conoceríamos como un gestor cultural, al mismo tiempo, miembro activo y encubierto del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), quienes iniciaran el 64 la guerrilla en Mesa Pelada bajo el comando de Luis de la Puente Uceda.
Se unió al grupo teatral que llevaba el nombre de este poeta y dejó los títeres para iniciarse en el teatro que parecía madurar con él y crecer en el Cusco. Hasta los 80 hizo teatro con la “Escuela de Periodismo Llaqta Agrupación Cultural RRL”. A su juicio como el de muchos otros, la historia del teatro cusqueño moderno, está ligada a René Ramírez Lévano. Él conforma el TEUC (Teatro Experimental Universitario Cusqueño) que todavía subsiste sin brillo en la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco. Luego de su muerte, y todavía ahora, es un ícono y héroe cultural de nuestra historia. A su muerte el 70, la Agrupación Cultural Cusco donde estaban Hugo Bonett, Lucho Castro, Zulema Arriola, Guido Guevara, entre otros, pasa a llamarse Agrupación Cultural René Ramírez Lévano. Rodo recuerda: “Empieza una nueva camada donde están Rubén Bueno, Dino Jiménez, Antonia y Augusto Casafranca, Mariano Paliza, los hns. Ochoa, Hugo Contreras, Lino Sánchez… yo era el más chibolo. Hacíamos periodismo y editábamos el quincenario “Llaqta” además de ensayar y proponer teatro para comunidades campesinas en otras provincias. Antes y en ese tiempo ya estaba Amauta, de Giliat Zambrano y su teatro campesino.”
Si los años 70s fueron
convulsionados, los 80s llegaron con el Conflicto Interno Armado en el Perú.
Muchos grupos teatrales y culturales de inspiración socialista se desintegraron
porque no se visibilizaba plenamente a los grupos insurgentes que iniciaron la
guerra. Nacieron otros grupos para reinventarse. Cada uno formó su grupo y así
nació Kuntur, de Lino Sánchez, Pepe Limón, de Dino Jimenez y Tuki, de Augusto
Casafranca que se fue a Yuyachkani. Hugo Contreras formó Kapuli y Rodo se
volvió “un juglar, trashumante mimo solitario de los caminos”.
“Empecé una época donde los
significados fueron mi lucha. El encuentro con Ana Correa de Yuchachkani, me
permitió navegar en el mar de los símbolos y desarrollar un discurso teatral en
el que permití que mis signos se entrelazaran con los de la directora y también
con el espectador. Mi historia personal se tornaba más loca en la lectura que
la gente le daba desde el teatro, dando un resultado multilingüe y permitiendo
diferentes lecturas”. El producto de este proceso en los 90s es “Qorihuamán”,
expuesto en distintos escenarios del mundo. Danza, performance y teatro de
profundas raíces andinas es lo que representa esta puesta en escena que te deja
absorto como todo aquello que toca Rodo. Ahí vemos a “Teatro de Barro” que en
los albores del siglo XXI amaneció con “Tawa” entre quienes estaban Armando
Aguayo, Henry Torres y Oswaldo Povea. Una vida dedicada al arte y el teatro, a
la poesía y la política. Que este breve apunte sirva para la memoria y que el
teatro se acerque un poco más a nuestras vidas en sus cotidianas formas:
hablar, sentir, amar, bailar, jugar y de todas maneras, interpretar un papel en
tu historia.