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TEATRO: “El Sueño del Machupikchu” una mágica aventura ancestral convertida en verso

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Foto: Margot Simons

El Sueño del Machupikchu es una de las tragedias incluidas en la trilogía incaica “La muerte del Sol” (Linteo 2014) del autor gallego Millán Picouto.

Precisamente, el Centro Cultural Nosotros estrenó desde el 7 de julio “El Sueño del Machupikchu” El retorno de las diosas, nada menos que en el Complejo Arqueológico Mateo Salado del distrito de Pueblo Libre.

El escenario teatral se lleva a cabo justamente en la zona que se denomina Huaca para Niños; aunque habría sido delirante ver la puesta teatral en cuyo fondo se aprecie la imponente pirámide A de la explanada sur del milenario complejo; empero, suponemos que la directora Myriam Reátegui ha denodado esfuerzos para solicitar dicho lindero escénico, sin embargo, la fuerza interpretativa de las actrices, sumado a la excelente música ancestral que acompaña toda la obra, hacen que los espectadores se transporten a un mundo místico e enigmático.

Foto: Margot Simons.

Un dato importante: casi es extraño ir a espectar una obra de teatro en verso, y en especial, del género de la tragedia.

La obra relata el encuentro de las esposas viudas de los reyes incas; Rawa, viuda de Wayna Capac, Wipa, viuda de Waskar Inca; Ocllo; viuda de Manqo Inca; Killa, viuda de Titu Kusi; y Sisa, viuda de Túpac Amaru. En este encuentro, que se da en las alturas de Machu Picchu, los maridos ya no están. Ellos están muertos porque cayeron ante la gran argucia de los conquistadores; sin embargo, sus mujeres, luego en el ocaso, se reunieron para cuestionar las triviales hazañas de sus incas, y de sus egos desmedidos que solo impulsaban un trato indigno hacia ellas.

Ahora ellas celebran las bondades que les prodigan la coca, el maíz y las orquídeas de la naturaleza; aunque en el mismo escenario alternan con la irónica Alalay, que es la guía del coro de las doncellas del Sol.

Prácticamente, la obra está representada por mujeres, aunque en las postrimerías de la misma, surgen dos personajes masculinos, tan enigmáticos como espectrales.

Foto: Margot Simons.

Las actuaciones del elenco son de un primerísimo nivel interpretativo, basta apreciar los extensos diálogos en verso que cada viuda esboza en sus retadoras intervenciones; en especial, las actuaciones por cierto magistrales: de Flor Castillo como la desafiante Rawa, Rebeca Ráez como Ocllo, y Helena Huambos como la memoria ancestral de Rawa.

La música que acompaña la representación, que dura aproximadamente 80 minutos en un solo acto, está compuesta por quenas, un violín, arpa, zampoñas, y cantos corales; además del excelente vestuario, y el acertado montaje de las luces que hacen que la noche fría de Lima (la obra se hace al aire libre) se torne más que mágica y ancestral.

Realmente “El sueño del Machupikchu” que dirige Myriam Reátegui es altamente recomendable, y aprovechen que va hasta el martes 19 de julio.

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