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TEATRO: CRUZAR LA CALLE, CRUZAR FRONTERAS

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Un joven busca al hombre que atropelló a un perro y se termina enamorando de la hija del asesino. La hija no quiere al padre, y la madre sólo piensa en ayudarlo. La madre busca trabajo y llega a una casa donde el perro ha desaparecido.

En la obra CRUZAR LA CALLE de Daniel Amaru Silva,  primer premio del concurso nacional de Nueva Dramaturgia Peruana 2014 – Ministerio de Cultura,  las líneas de vida se entrecruzan en diálogos cortos, superpuestos en tiempos y espacio, con una narrativa que nos permite indagar en el universo de cada uno de los personajes, comprendiendo las razones por las que van a cometer actos que nosotros podríamos juzgar de terribles o justificándolos por omisión de lo que cada uno oculta.

La historia nos recuerda por momentos al guión del drama de cine “La Joeuse” (2009) adaptación de la obra de Betina Heinrichs, donde una mujer de limpieza termina teniendo una relación muy especial con el hombre que la contrata, y esto cambiará radicalmente la vida con su esposo y su hija.  Pero aquí no estamos en una provincia de Francia sino en algún barrio de Lima con una cancha de futbol y las paredes encierran secretos, historias íntimas. Alguna vez un amigo extranjero me dijo “Lima es como una cebolla, para conocerla hay que sacar capa tras capa”. Algo de esa ciudad está en escena.

Carlos Tolentino opta por el espacio vacío y el juego con 5  bastidores metálicos que construyen viviendas que por momentos son laberintos, o que van cambiando la perspectiva de los cuartos según el personaje, uno de los puntos más acertados en su dirección. Es una obra coral, pero cabe resaltar el trabajo de Elsa Olivero (Graciela) en su transformación serena hacia la mujer liberada y floreciente,  Julián Legaspi (Alejandro) a quien quisiéramos ver más seguido en tablas y que logra una figura solitaria y enigmática, y Rolando Reaño (Tomás) que llega a ser el más odiado, es decir, despierta pasiones intensas. Aquí también notamos la mano del director dejando que las escenas tomen su tiempo y propio ritmo, sin apresurarse, dibujando con calma y madurez, con mucha confianza en la solvencia del actor.

CRUZAR LA CALLE se torna la metáfora para ir más allá de nuestros lugares comunes y cómodos, nuestra zona de confort. Hay riesgos porque el perro al cruzar la calle fue atropellado, Alejandro nunca sale de casa y jamás encontrará el amor, Graciela sí cruzó otros horizontes y se volvió más bella en todo sentido.

El Teatro Central del Centro Cultural de la Universidad de Lima es un lugar acogedor, con una pequeña cafetería y una exposición “Convivencias Fragmentadas” que complementa muy bien el tema, así que todo se puede hacer en una noche. Y como plato de fondo, nos ofrece teatro de calidad con entrada libre, sólo hay que reservar. Tomaremos este gesto como un excelente regalo de navidad.

Teatro Central de la Universidad de Lima (Av. Javier Prado Este cuadra 4600, Santiago de Surco. Ingreso por avenida Cruz del Sur). Viernes, sábados y domingos a las 20.00 horas hasta el  18 de diciembre.

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