Existe una gran verdad en la arena política: Un “buen” político es el hombre que ha aprendido el delicado arte de instrumentalizar a sus semejantes. Aquí las clásicas terminologías (izquierdas, derechas) no tienen cabida. Dichos términos son adjetivos para que jueguen los escolares. Caramelos de fresa para politólogos. Aquí se trata de política a secas.
El caso Richard Swing es, en ese sentido, paradigmático. Pues, como el nefasto juez Hinostroza, comprendió que la apertura democrática no solamente abría la puerta de la participación democrática. Sino también de lo contrario. Que la constitución del 79 dejó atrás el voto censitario y reconoció a todos los peruanos como ciudadanos es una verdad. Pero si todos son iguales, todos pueden, algunos con más esfuerzo que otros, copar el poder desde las altas esferas. Ya terminó el tiempo de los oligarcas, donde solamente los señorones asaltaban desde el poder. Al menos se ha avanzado; aunque sea cooptando el poder, nuestro país es un poquito más democrático. “Que si era moqueguano, que si era gordo, que si era escandaloso, que si se ponía Swing mas no Cisneros, que era poco serio, que era un impresentable, que nadie lo conocía; que no estaba capacitado para el cargo”. Detrás de esos argumentos hay multiplicidad de sensibilidades, pero también está el que hubiera preferido que le robe un Echenique antes que un Richard Swing. Porque el único argumento válido aquí es quizás el último: Que no estaba capacitado para el cargo. Pero decir eso es decir la mitad de la verdad.
La otra mitad es que su elección en ese cargo fue, muy probablemente, ilegal. El código penal tiene terminologías claras para ello: tráfico de influencias, patrocinio ilegal. Porque igual de turbio sería si hubiera dictado charlas motivacionales Miguel Angel Cornejo o Paulo Cohello, sin pasar por el proceso correspondiente ¿Todos somos iguales, no? Pero dejemos que la voz del presidente nos lleve a la respuesta: “Lo conozco (a Richard Swing) como a muchas personas que participaron en la campaña electoral del proceso del 2016 … como muchas personas del entorno de la campaña electoral, colaboraba y participaba de ella y de ahí seguramente esa relación ha permitido que también tenga una participación en algún nivel de gobierno, sin embargo la ministra de cultura informó que su contrato ha sido dejado sin efecto y, claro, estoy de acuerdo que en estas condiciones tenemos que ser los más austeros posibles” En el fondo se despliega una hermosa y cínica verdad. Hay que agradecer cuando el poder se desnuda, porque entonces se deja interpretar. Quien pueda comprender esa sencilla pero profunda declaración entenderá. Porque ese lunes 25 de Mayo se oficializó lo que todo adulto con el más mínimo grado de conocimiento político sabe: que los favores se pagan con favores; porque en el fondo lo que se quiere decir es que no interesa quien seas ni en quien creas ni qué quieras para tu país; si apoyas en una campaña política y llegas a las altas esferas tendrás como si de una pensión se tratara más de 30 mil soles mensuales. Aunque no tengas ninguna idea acerca del cargo que vas a ocupar. Porque eso es así y así siempre ha jugado Perú.
El pequeño problemita es que en estas condiciones tenemos que ser los más austeros posibles y, claro entonces, está bien, que en estas condiciones se haya rescindido su contrato. Pobre Richard Swing, venir a reclamar favores cuando estamos en emergencia sanitaria, en estas condiciones no pues, hay que guardar las formas.
Así como en los albores de la humanidad las sociedades hidráulicas beneficiban con agua para sus cultivos a los grupos que convergían con sus políticas. Así como los jerarcas chinos monitorean a su población negando crédito a quien no los respalda y otorgando puntos a quien sí lo hace. Así también, aquí, quien esté cerca al poder, podrá en el futuro comer bien. Esa es la lección ¿Y quién no está con el poder? Bueno, quien no está con el poder tendrá que aprender el juego para sobrevivir. Quizás esta lección, ahora ya oficial tendría que ser enseñada en el programa “Aprendo en Casa” y entonces nuestros jóvenes estudiantes podrán aprender cómo funciona el engranaje político. Sería un buen curso de política elemental.
Pero esa no fue la única verdad, la otra verdad es quizás la más evidente y por eso mismo la más profunda. La otra verdad quiere decir que hay dos clases de valores: los valores para los que se mueven en el poder y los valores para los que no acceden a las esferas del poder. Porque la bondad, la austeridad, la buena fe, la solidaridad, el compromiso, son solamente discursos para el pueblo, monedas para la muchedumbre. Los verdaderos valores son otros: el egoísmo, el aprovechamiento, la instrumentalización, esos son los valores oficiales. Porque al fin de cuentas qué importa si el bono no llega, si la gente muere de hambre, si los cuartos de hospital están más abarrotados que una combi llena. ¿Qué importa? Si en lo más álgido de la pandemia se le puede pagar más de 30 mil soles a un tipo para que en la comodidad de su sala de charlas virtuales y no 380 soles a una familia pobre para que no pase hambre. Porque el valor de la solidaridad, de la bondad, de la austeridad, del compañerismo es sencillamente el valor que los poderosos (que tienen otros valores) venden a los no poderosos (para que no tengan poder).